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Mostrando las entradas con la etiqueta Salvador Dali. Mostrar todas las entradas
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24 agosto 2023
16 mayo 2019
El surrealismo de Dalí en el Centro Cultural Borges
Como se sabe, en el marco general del surrealismo, Dalí desarrolló un método que calificó como Paranoico-Crítico, consistente en llevar la mente en forma consciente al borde de la locura, provocarla, pero sin traspasarlo para crear dentro de ese límite crítico. En tal contexto, de su vasta obra se desprenden informaciones de su vida íntima, como de sus técnicas, materiales, asociaciones libres y decires. Estas se vislumbran a lo largo del recorrido de la muestra, a través de textos y paneles explicativos pensados para enriquecer la experiencia surrealista del principiante como del experto en Dalí.
En la serie de “Las Profesiones” de serigrafías sobre plata (muy curiosas por cierto) se destacan El Médico, El Abogado, El Arquitecto y el Diseñador de Modas, realizadas en hasta 12 colores. La serie de las “Placas de Plata” en bajo y alto relieve incluye un homenaje a Pablo Picasso con un rostro cubista al que ciñe en sus sienes los laureles de la gloria como reconocimiento al otro gran español del siglo XX. Pero fiel a la personalidad satírica y polémica del artista, el público puede leer en el recorrido “Los Decires de Dalí” el famoso:
“Picasso es español, yo también.
Picasso es pintor, yo también.
Picasso es un genio, yo también.
Picasso es comunista, yo tampoco”
09 agosto 2017
Pintar en el desierto
"El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío. El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar pacientemente una pera rodeado de los tumultos de la historia"
Salvador Dali
09 julio 2017
La locura y Salvador Dalí
"El payaso no soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente ingenua que interpreta un papel de seria para disfrazar su locura"
Salvador Dalí
03 mayo 2016
26 diciembre 2015
01 octubre 2015
Cualquier motivo sirve para recordar a Truman Capote
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TRUMAN CAPOTE EN LA CELEBRE FOTO DE HENRI CARTIER-BRESSON, DE 1947. |
Por Humberto Acciarressi
Hay quienes para escribir sobre alguien esperan algún dato especial de su biografía. A veces es necesario e incluso importante. En ocasiones es ocioso. En mi caso, no soy fanático de las efemérides, aunque en ciertas oportunidades sirven de ayuda-memoria. Durante esta jornada, en las redes sociales se han mencionado varios nombres vinculados con el 30 de septiembre. Cuando observé el de Truman Capote nacido en esa fecha de 1924 me dije ¿por qué no? Especialmente dado que hace rato que no le dedico unas líneas a uno de los escritores más brillantes del siglo XX y, además, maestro impar del periodismo. Desde los tiempos en que casi un adolescente escribió "Otras voces, otros ámbitos" y posó con cara de enfant terrible para Cartier-Bresson, hasta que le gritó al mundo "soy alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio", el escritor comenzó a plantar las semillas de la "capotemanía" que estallaría después de su muerte, en agosto de 1984.
Muchas veces he pensado sí Dalí, de tanto fingir que estaba loco, no terminó sus días creyéndose un caracol por haber sido devorado por su personaje. Es decir, Dalí -un genio- fue trabajando su locura hasta hacerla real. Con Capote pasó algo inverso: siempre trató de guardar las formas, pero su costado más excéntrico -no demencial, como el del catalán- llegó a ocupar el todo. Quiso "portarse bien" y fue ganado por el escándalo. Y cuando probó el plato, le gustó y siguió de mil formas (basta leer sus cartas y las biografías escritas sobre él). Como periodista, Capote entrevistó o se codeó con los personajes más célebres de su tiempo (los reportajes a su amiga Marilyn Monroe y al malhumorado Marlon Brando, a quien hizo confesar su homosexualidad, son memorables), y algunos de ellos fueron minuciosa y cruelmente desmenuzados por su pluma. Así arrojó por la borda la supuesta virilidad de Errol Flynn al confesar que había sido su amante; o manifestó que "Jane Fonda es para vomitar"; o dedujo que "Robert De Niro es el hombre invisible, ya que no existe"; o confesó: "Meryl Streep me fastidia porque parece un pollo" (y es verdad, añado yo, la gran actriz parece un pollo).
Entre otras anécdotas - mientras escribía sus obras maestras literarias y el alcohol y las drogas lo llevaban de la melancolía a las clínicas de rehabilitación- se encuentra cuando la revista Rolling Stone lo mandó a cubrir la gira norteamericana de los Stones en la que los británicos promocionaron su placa "Exile on Main St". El escritor, por ese tiempo ya célebre, fue acompañado por la escritora Lee Radziwill, esposa de un príncipe polaco y hermana menor de Jacqueline Bouvier, es decir Jackie Kennedy, viuda del presidente asesinado en Dallas casi una década antes. Capote, para no andar con vueltas ni justificativos, no se bancó a los Rolling. No sólo escribió pestes sobre ellos, sino que abandonó la gira en Nueva Orleans con finas pero feroces ironías. Y así siguió su vida, con su genio, su sombrero Stetson, el moño y los anteojos negros. En 1978 llegó a anunciar su suicidio en cámaras, que para desgracia de muchos no cumplió.
En cuanto a su labor literaria y periodística, no está mal detenerse en "Desayuno en Tiffany". "Otras voces, otros ámbitos", "Música para camaleones" y otras. Pero la obra maestra del siglo XX, "A sangre fría", con la que creó la "non fiction novel", es un libro al que deberían prestarle más atención los jóvenes periodistas y/o escritores. Más de 200 veces visitó Capote a Perry Smith en su celda (condenado a muerte junto a Dick Hickock) para escribir el relato más estremecedor -junto con "El extranjero" de Albert Camus- sobre la pena capital. Es verdad que Truman era un loco lindo, como decimos los argentinos, pero lo fundamental es que fue uno de los exponentes literarios más genuinos del siglo. Y su obra, más que deudora, fue acreedora de otras posteriores. Por mal que le caiga a los seguidores de Norman Mailer, que criticó duramente "A sangre fría" y después siguió los mismos pasos con "La canción del verdugo". Cuando su anfitriona en Los Angeles lo encontró muerto en su cuarto, Capote estaba corrigiendo páginas de "Plegarias atendidas", el libro que abre con una frase de Santa Teresa: "Se han derramado más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que quedaron sin respuesta". Tal cual.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
Hay quienes para escribir sobre alguien esperan algún dato especial de su biografía. A veces es necesario e incluso importante. En ocasiones es ocioso. En mi caso, no soy fanático de las efemérides, aunque en ciertas oportunidades sirven de ayuda-memoria. Durante esta jornada, en las redes sociales se han mencionado varios nombres vinculados con el 30 de septiembre. Cuando observé el de Truman Capote nacido en esa fecha de 1924 me dije ¿por qué no? Especialmente dado que hace rato que no le dedico unas líneas a uno de los escritores más brillantes del siglo XX y, además, maestro impar del periodismo. Desde los tiempos en que casi un adolescente escribió "Otras voces, otros ámbitos" y posó con cara de enfant terrible para Cartier-Bresson, hasta que le gritó al mundo "soy alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio", el escritor comenzó a plantar las semillas de la "capotemanía" que estallaría después de su muerte, en agosto de 1984.
Muchas veces he pensado sí Dalí, de tanto fingir que estaba loco, no terminó sus días creyéndose un caracol por haber sido devorado por su personaje. Es decir, Dalí -un genio- fue trabajando su locura hasta hacerla real. Con Capote pasó algo inverso: siempre trató de guardar las formas, pero su costado más excéntrico -no demencial, como el del catalán- llegó a ocupar el todo. Quiso "portarse bien" y fue ganado por el escándalo. Y cuando probó el plato, le gustó y siguió de mil formas (basta leer sus cartas y las biografías escritas sobre él). Como periodista, Capote entrevistó o se codeó con los personajes más célebres de su tiempo (los reportajes a su amiga Marilyn Monroe y al malhumorado Marlon Brando, a quien hizo confesar su homosexualidad, son memorables), y algunos de ellos fueron minuciosa y cruelmente desmenuzados por su pluma. Así arrojó por la borda la supuesta virilidad de Errol Flynn al confesar que había sido su amante; o manifestó que "Jane Fonda es para vomitar"; o dedujo que "Robert De Niro es el hombre invisible, ya que no existe"; o confesó: "Meryl Streep me fastidia porque parece un pollo" (y es verdad, añado yo, la gran actriz parece un pollo).
Entre otras anécdotas - mientras escribía sus obras maestras literarias y el alcohol y las drogas lo llevaban de la melancolía a las clínicas de rehabilitación- se encuentra cuando la revista Rolling Stone lo mandó a cubrir la gira norteamericana de los Stones en la que los británicos promocionaron su placa "Exile on Main St". El escritor, por ese tiempo ya célebre, fue acompañado por la escritora Lee Radziwill, esposa de un príncipe polaco y hermana menor de Jacqueline Bouvier, es decir Jackie Kennedy, viuda del presidente asesinado en Dallas casi una década antes. Capote, para no andar con vueltas ni justificativos, no se bancó a los Rolling. No sólo escribió pestes sobre ellos, sino que abandonó la gira en Nueva Orleans con finas pero feroces ironías. Y así siguió su vida, con su genio, su sombrero Stetson, el moño y los anteojos negros. En 1978 llegó a anunciar su suicidio en cámaras, que para desgracia de muchos no cumplió.
En cuanto a su labor literaria y periodística, no está mal detenerse en "Desayuno en Tiffany". "Otras voces, otros ámbitos", "Música para camaleones" y otras. Pero la obra maestra del siglo XX, "A sangre fría", con la que creó la "non fiction novel", es un libro al que deberían prestarle más atención los jóvenes periodistas y/o escritores. Más de 200 veces visitó Capote a Perry Smith en su celda (condenado a muerte junto a Dick Hickock) para escribir el relato más estremecedor -junto con "El extranjero" de Albert Camus- sobre la pena capital. Es verdad que Truman era un loco lindo, como decimos los argentinos, pero lo fundamental es que fue uno de los exponentes literarios más genuinos del siglo. Y su obra, más que deudora, fue acreedora de otras posteriores. Por mal que le caiga a los seguidores de Norman Mailer, que criticó duramente "A sangre fría" y después siguió los mismos pasos con "La canción del verdugo". Cuando su anfitriona en Los Angeles lo encontró muerto en su cuarto, Capote estaba corrigiendo páginas de "Plegarias atendidas", el libro que abre con una frase de Santa Teresa: "Se han derramado más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que quedaron sin respuesta". Tal cual.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
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TRUMAN CAPOTE BAILANDO CON SU AMIGA MARILYN MONROE |
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TRUMAN CON EL ASESINO PERRY SMITH |
30 septiembre 2015
15 septiembre 2015
19 junio 2015
08 enero 2015
Salvador Dali y Les Diners de Gala
1- Les caprices pincés princiers (platos exóticos)
2- Les cannibalismes de l'automme (huevos-crustáceos)
3- Les suprêmes de malaisies lilliputiens (primeros platos)
4- Les entre plats sodomisés (carnes)
5- Les sputniks astiqués d'asticots statistiques (caracoles-ranas)
6- Les panaches panachés (pescados-mariscos)
7- Les chairs monarchiques (caza-aves)
8- Les montres molles œ sommeil (cerdo)
9- L'atavisme désoxyribonucléique (vegetales)
10- Les "je mange GALA" (afrodisíacos)
11- Les pios ponoches (postres-repostería)
12- Les délices petis martyrs (entremeses)
El libro de Dalí contiene 12 ilustraciones diseñadas y firmadas por el artista, además de 55 recetas ilustradas en color, 21 de las cuales fueron preparadas por maestros de la gastronomía francesa. Pero al margen de esto se sabe que la obra del catalán está repleta de comidas.
05 noviembre 2014
10 octubre 2014
Salvador Dalí y su alocado narcisismo
En 1964, cuando Salvador Dalí cumplía seis décadas desde su nacimiento en Figueras, publicó una de sus varias autobiografías. Genial, renacentista y vanguardista a la vez, bufón y rey de su propia corte, sostenía en las páginas de esa obra: "Este libro va destinado a probar que la vida cotidiana de un genio, su sueño, su digestión, sus éxtasis, sus uñas, sus resfriados, su sangre, su vida y su muerte son esencialmente diferentes a los del resto de la humanidad". Es sabido que en materia política fue un reaccionario que apoyó a Francisco Franco y que adoraba la monarquía, pero también juraba con desdén: "En el mundo hay dos cosas que me interesan: la aristocracia y el pueblo. Detesto la burguesía". Esto, obviamente, ha llevado confusión a ciertas mentes retrógadas, incómodas frente a los grises que existen entre el blanco y el negro. Pero en realidad, a los 60 años, era el mismo que a la muerte de su madre, ante su tumba, había jurado: "Voy a ser inmortal".
De todas maneras, más allá de bravuconadas al estilo de "el surrealismo soy yo"; sus antipáticas exclamaciones -como cuando al enterarse del fusilamiento de su amigo García Lorca gritó "¡Olé!"-; o su locura fingida que terminó siendo real; Dali fue uno de los más grandes íconos culturales de la modernidad. Como se sabe, el gran amor de su vida fue Gala (Helena Diluvina Diakonoff), la ex mujer de Paul Eluard, que cuando se la presentó advirtió que la perdía. "Los vi mirarse y me di cuenta de que se habían enamorado. No me quedó más remedio que hacer mutis por el foro", reconoció el poeta flemáticamente. Que Dalí haya sido nombrado académico de Bellas Artes, debo reconocerlo, no me dice nada. Hay datos de mayor relevancia. Por ejemplo que haya escrito una novela, "Rostros ocultos" (que retrata la decadencia de los años 30); colaborado con la escenografía de "Cuéntame tu vida", de Alfred Hitchcock; o haberle contado a un sorprendido Sigmund Freud sus recuerdos... ¡¡¡ intrauterinos !!!.
Cuando Gala murió en 1982, Dalí se dejó arrastrar por una demencia insinuada en reiteradas oportunidades. Le comunicó al mundo "estoy muriéndome de amor" y se fue a encerrar en su castillo de Pubol, donde su psiquis entró en una vorágine sin retorno. En una oportunidad casi se quema vivo entre las sábanas de su cama; se habló de intentos de suicidio; se le comprobó una depresión descomunal; y él mismo afirmaba que era un caracol (efectivamente, ¡ un caracol !). Cuando en 1986 aceptó posar para unas fotos de "Vanity Fair", lo hizo con una gran cruz y el entubado nasal por el que fue alimentado durante cuatro años. El catalán murió el 13 de enero de 1989, en el mismo pueblo en el que había nacido. Aparentemente pidió que lo entierren junto a Gala, pero su deseo no fue cumplido, de acuerdo a recientes revelaciones. Según cuentan, sus últimas palabras fueron: "Es inútil...cada día soy más genial". Y en realidad no estaba equivocado.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
30 septiembre 2014
12 agosto 2014
02 agosto 2014
10 noviembre 2013
22 octubre 2013
Goya, Dalí, y los caprichos surrealistas
Primero lo primero. En 1799, Francisco de Goya (inevitable recordar el film de Carlos Saura, "Goya en Burdeos", tal vez lo mejor que se haya hecho en cine sobre el pintor español) realizó una serie de 80 grabados que tituló "Los caprichos", serie de estampas caricaturescas, al modo de los que había en Inglaterra y Francia por entonces. El más famoso de todos, el número 43, es "El sueño de la razón produce monstruos". Son pesadillas recurrentes en el arte onírico que realizaba en esa etapa de su creación, aquejado por una de las tantas enfermedades que padeció, entre ellas una devastadora sordera.
Y así pasaron dos siglos. Entre 1973 y 1977, Salvador Dalí reinterpretó -con su mirada surrealista- los Caprichos del genio aragonés. Y le añadió otros. Quien ya conozca las reversiones dalinescas y las haya comparado con las de Goya, sabe que Dalí les quita a las obras de su connacional, tanto la crítica social como el tono satírico que les imprimió éste a fines de 1700, cuando se gestaban. No hay que olvidar que Goya definió esas aguafuertes de esta manera: "Asuntos caprichosos que se prestan a presentar las cosas en ridículo, fustigar prejuicios, imposturas e hipocresías consagradas por el tiempo".
El pasaje de Goya a Dalí, si bien magistral, lo convirtió en otra cosa, los transformó en disparates fuera de tiempo y, naturalmente, le puso la impronta de sus propias obsesiones. En la intertextualidad incluye sus relojes blandos, figuras ambiguas, temas eróticos, referencias a artistas de diferentes épocas, como Velázquez y Federico García Lorca. Para quienes no conozcan las obras -aún más, para quienes quieran verlas nuevamente o fuera de las páginas de los libros- el Museo de Arte Español Enrique Larreta (Juramento 2291) inaugura el 7 de noviembre la muestra "Goya y Dalí. Capricho surrealista", que se extenderá hasta el 8 de diciembre. Una excelente oportunidad para disfrutar de ochenta grabados de Dalí y una selección de los originales del aragonés.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
03 abril 2013
La confesada vanidad de Salvador Dalí
"A la edad de seis años quería ser cocinero y a los siete quería ser Napoleón. Desde entonces, mi vanidad no ha dejado de crecer"
Salvador Dalí
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