Hay, en el mundo, unas 3.500 millones de mujeres (números más, números menos), lo que constituye por pocas décimas casi la mitad de la población planetaria. Las frías estadísticas señalan entre otras variantes, que -para dar apenas un ejemplo- el 30 por ciento de ellas, una cifra difícil siquiera de imaginar, ha sufrido violencia física y sexual de parte de su pareja. Es decir que unas 1.166 millones de mujeres reciben bofetadas, golpes, empujones, son obligadas a hacer cosas humillantes o tener relaciones sexuales por miedo a las reacciones de parte de aquellos que, debería suponerse, son quienes más las quieren. Ni hablar, entonces, si a los maridos o novios se les suman los extraños, siempre según datos de 2013 de la Organización Mundial de la Salud.
Las estadísticas -insisto- son frías, pero es menester tener una idea global. Fijate que el menor porcentaje del estudio - el 23,2% - indica que en regiones consideradas ricas (Estados Unidos, Europa, Australia y Japón) las mujeres padecen situaciones de violencia. En el sudeste asiático (especialmente en Sri Lanka, India y Bangladesh), el número asciende a 37,7% y la mujer es poco menos que un objeto. No muy lejos de esa cifra, con el 37%, se ubican naciones como Irán, Irak, Jordania, Egipto y Palestina. Mientras, en Botsuana, Zambia, Kenia y Etiopía, en el Africa, rondan el 36,6%. En lo que atañe a América, desde el Río Grande para abajo, el porcentaje es del 29,8%. Como verás, los números globales son aterradores. Pero si uno pudiera desglosarlos y ver cada uno de ellos como en un Aleph borgiano, sería inaguantable para cualquier alma, aún aquella más insensible.
La OMS precisa que el 29,4 % de las mujeres a nivel planetario, son más vulnerables a la violencia física y psíquica por parte de sus parejas entre los 15 y 19 años. Ese número se mantiene hasta la franja que va de los 45 a los 49, aunque el organismo internacional reconoce que no hay muchos datos sobre la violencia de género en personas de más de 50 años.
Las atrocidades del Código Penal Islámico (con latigazos, amputaciones y lapidaciones), el crimen de la trata, el asesinato cotidiano (sea individual como los que se analizan en los noticieros locales o masivos como los feminicidios de Ciudad Juárez), la precarización laboral y la dependencia económica, ni siquiera llegan a ser con toda su crueldad más que algunas salientes de un iceberg gigantesco, casi imposible de dimensionar. A todo esto, el 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer e insisto con la pregunta del título de esta columna: ¿hay algo para festejar?
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)