EL GRAF SPEE OBSERVADO POR LA GENTE DESDE LA RAMBLA DE MONTEVIDEO |
En septiembre de 1939, con la invasión alemana a Polonia y la declaración de hostilidades de Francia e Inglaterra, la Segunda Guerra Mundial comenzó para demostrarle al mundo que en materia de tragedias, la humanidad no tiene techo. Lo curioso es que apenas tres meses más tarde, entre el 13 y el 17 de diciembre, el conflicto se instaló a 14 mil kilómetros del escenario central, en las aguas del Río de la Plata. En el combate naval, que tuvo la particularidad de ser el primero de la guerra, participaron el acorazado alemán "Admiral Graf Spee" y las naves británicas "Ayax", "Achilles" y "Exeter", al mando del comandante Harwood. Cuando estalló el conflicto, el buque germano se hallaba en el medio del océano Atlántico, donde el capitán Hans Langsdorff recibió la orden de perseguir y destruir el comercio marítimo inglés. Las instrucciones, aunque a regañadientes, fueron cumplidas: el acorazado de bolsillo hundió nueve mercantes de la Corona frente a la costa uruguaya.
Fue entonces cuando la fuerza naval británica ordenó la caza del "Graf Spee". El encuentro comenzó a las 6.17 del 13 de diciembre y culminó con el "Exeter" seriamente averiado y en fuga hacia nuestra Islas Malvinas. El parte del combate consignó 96 ingleses y 36 alemanes muertos. El acorazado, dañado, puso proa hacia el puerto de Montevideo. Sin embargo, el gobierno uruguayo le negó la autorización, además de informar a Alemania e Inglaterra que toda batalla dentro de sus aguas sería considerada una violación a la soberanía nacional. A Langsdorff le concedieron apenas 72 horas.
El 17 de diciembre, el capitán alemán, obsesionado por salvar a la tripulación de 1.100 marinos, dejó en tierra a sus hombres y navegó por el estuario del Río de la Plata, donde voló la santabárbara del buque con bombas de tiempo. Desde los botes que los trasladaban a Buenos Aires, los marineros alemanes vieron como su buque desaparecía en las aguas marrones. Más de veinte mil personas miraban desde la costanera. Aunque Hitler anunció que el capitán se hundió con el "Graf Spee", lo real es que Langsdorff se pegó un tiro en tierra argentina, el 20 de diciembre, vestido con su uniforme de gala en el cuarto de un hotel porteño. Los marinos germanos que lo sobrevivieron salvaron sus vidas, ya que permanecieron en la Argentina por el resto de la guerra y casi todos formaron familia y dejaron descendencia.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)