21 marzo 2014

Miguel Abuelo: cosas suyas y de nuestro rock


Por Humberto Acciarressi

Aunque su documento diga que su verdadero nombre fue Miguel Peralta, para todo el mundo fue y será Miguel Abuelo, del que se ha cumplido un nuevo aniversario de su natalicio y en unos días de su fallecimiento. Estas fechas nos dan una amable excusa para referirnos a este pionero del rock del país y factotum de Los Abuelos de la Nada, una de las mejores bandas que han pasado por los escenarios locales desde la prehistoria vernácula hasta la actualidad. Este "negrito resentido y peleador", como se definía a sí mismo en su adolescencia, alternaba por entonces el boxeo callejero con su amor por la música, la poesía y el arte de los mimos. Por esos años de formación fundó un dúo folclórico con su hermana Norma y fue así que se conectó con Nebbia, Moris, Tanguito, Pajarito Zaguri, Pappo y compañía. Ya con sus nuevos amigos se convirtió en un baluarte del rock naciente y le aportó -reconocido por todos - sus conocimientos de literatura y las bellas metáforas.

Hay en una de las tres novelas que publicó Leopoldo Marechal, "El banquete de Severo Arcángelo", una frase con la que reprenden al personaje central, Lisandro Farías. Otro de los personajes lo llama, despectivamente, "Padre de los Piojos, Abuelo de la Nada". Miguel tenía devoción por el autor de "Adán Buenosayres" y de alli surgieron su apellido y el nombre de su banda. La primera formación de Los Abuelos de la Nada la integraron Claudio Gabis (es decir, antes de Manal), Pappo (que previamente a largarse como solista también tocó en Conexión n° 5 ), Micky y Alberto Lara, y Pomo Lorenzo (futuro Pappo´s Blues, Spinetta Jade e Invisible, entre otros). Los Gatos, Almendra, Los Abuelos de la Nada, Manal, eran algunas de las bandas de aquella primera etapa, en la que también todos -incluso Miguel Abuelo - transitaban caminos solistas.

Con la dictadura de Videla y compañía llegó el desbande y Miguel se fue a Europa, donde hizo de las suyas, es decir arte puro. Cuando los genocidas dejaron el poder, el músico retornó del viejo continente y refundó Los Abuelos de la Nada con un seleccionado de lujo: Cachorro López (luego derivó a Zas con Miguel Mateos), Andrés Calamaro, Gustavo Bazterrica (luego reemplazado por el Gringui Herrera), Daniel Melingo y Polo Corbella (estos dos se fueron más tarde a Los Twist). Esta formación es la que tuvo sus picos más altos en los recordados y celebrados recitales del Opera en 1985. "Chalamán", "Ir a más", "Lunes por la madrugada", "Sinfonía americana", "Tristeza de la ciudad", "Mil horas", "Costumbres argentinas", "Himno de mi corazón", son apenas algunos de los clásicos de aquel grupo que puso una cuña en los 80 y que editó tres discos de estudio - "Los Abuelos de la Nada", "Vasos y besos", "Himno de mi corazón" - y uno en vivo, "Los Abuelos en el Opera".

Broncas entre Abuelo y Calamaro (quien luego le dedicó temas y lindos recuerdos) acabaron con esa segunda etapa de la banda. Y así nació la tercera, cuyo único disco se llamó "Cosas mías", por la canción homónima que fue adoptada por la hinchada de River y luego pasó a otras tribunas menos originales. En ese último grupo acompañaban al histórico frontman otros grossos como Kubero Díaz, "Chocolate" Fogo, Juan del Barrio, Polo Corbella, Alfredo Desiata y Willy Crook. Miguel Abuelo murió de Sida (el tema ya fue suficientemente aclarado) en la tarde del 26 de marzo de 1988. En diciembre del año anterior, la cirrosis había matado a Luca Prodan. Unos meses después de Miguel, también el HIV arrastró a Federico Moura. En menos de tres meses, Sumo, Los Abuelos de la Nada y Virus se quedaron sin sus líderes y pasaron a integrar la leyenda de nuestro rock, que entonces ya comenzaba a llorar a todos sus muertos.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)