Por Humberto Acciarressi
Las cosas son como deben ser. Y si no se posible, serán como puedan ser. Algunos entenderán lo que queremos decir; otros no tanto. Aunque esto es lo de menos. Digamos, para comenzar, que este sábado, en el marco del Cosquín Rock, los fans de los Redondos podrán ver cosas que ni se imaginan en el documental "El alucinante viaje de Patricio Rey". Será en una de las carpas periféricas de los grandes escenarios del encuentro cordobés. Motivos que no son para tratar acá determinaron que no pueda conocerse el nombre de los integrantes del Comando Luddista, que toma su nombre de los comienzos del movimiento obrero inglés en su lucha contra las máquinas, los despidos y los bajos salarios. Digamos, entonces, que el documental fue realizado por Balurdero, El Tano, Hidroman y Miguel Funes, "nombres de guerra" de sus integrantes.
En lo que hace al contenido, se trata de una película -emprendimiento autónomo, autogestivo- que busca llenar un vacío: el de lo que ocurrió antes del año 1984, cuando Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota presentaron su primer disco, "Gulp", en Cemento, luego de grabarlo en los estudios MIA, con Lito Vitale como operador y tecladista invitado. Porque la banda tiene una historia y una prehistoria (esa que va desde su formación en 1976 hasta el punto de quiebre que fue su ingreso en un estudio de grabación), casi tan rica como la que llenó de música y fieles el alma de varias generaciones hasta su disolución oficial en noviembre del 2001, los proyectos solistas y las feroces peleas -que aún duran- entre Skay, la Negra Poly y el Indio Solari por los derechos comerciales. No siempre lo que se ve por fuera es lo que ocurre por dentro.
El asunto es que se trabajó con fotos, videos, grabaciones a cinta abierta de aquella prehistoria que hubo que digitalizar y que incluyó la búsqueda de una máquina reproductora de un formato que no se usa más y que es rarísimo, el de 9 y medio (no de 8 ni de 8 y medio). En cuanto al núcleo multicultural de los Redondos y su reconstrucción, se apeló a los recuerdos de los más veteranos en las lides del rock local y a gente como Guillermo Bellinson, hermano de Skay, o Bernardo Rubaja, quien había estado con el violero redondo en Diplodocum Red & Brown. Hay un dato a considerar: todos los testimonios son de primera mano. No hay de jóvenes periodistas o fanáticos ricoteros que cuentan lo que les contó un tercero. Y gracias a eso se da un fenómeno muy interesante, que es que en ocasiones hay versiones divergentes sobre el mismo punto.
Por cuestiones ya mencionadas, Balurdero, El Tano, Hidroman y Miguel Funes no contaron con opiniones del Indio Solari (digamos que no quiso participar por discrepancias con cortes que se le fueron acercando, aunque la negativa existía desde antes) y de Skay (aunque sí de su hermano, como ya dijimos) por razones que no exageramos si insinuamos de raigambre legal. Los Redondos fueron un boom masivo y casi religioso en una época muy particular del país. Antes de su primer disco, su concepción musical estaba enmarcada en algo más grande, más abarcativo. Las peleas entre el Indio y Skay no opacan este mito que excede lo musical y avanza sobre toda la cultura vernácula. Los inicios de esa aventura es lo puede verse en "El alucinante viaje de Patricio Rey". Y aún antes de su exhibición en el Cosquin Rock, ya tiene varias funciones programadas en Córdoba capital, Villa María, Paraná, Santa Fe, Firmat, Venado Tuerto y Rosario, todas en el mes de marzo. Es una buena forma de enterarse sobre lo qué pasó antes de que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se convirtieran, a secas, en Los Redondos.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)