07 noviembre 2012

Sheila fingió un secuestro para faltar al trabajo

RETRATO DE SHEILA BAILEY EUBANK
Por Humberto Acciarressi

Salvo decir que uno fue abducido por un OVNI, ya no quedan argucias para pasarse un día sin laburar. Una tal Sheila Bailey Eubank, residente del estado de San Antonio, Estados Unidos, contó que fue asaltada por un sujeto que la intentó estrangular, la ató, la secuestró, y un día después la dejó en su propio auto. Algunos gestos o palabras deben haber llamado la atención de los policías que la interrogaron, ya que comenzaron a hacerle preguntas capciosas. Mientras, otros agentes revisaban las cintas del banco donde supuestamente la habían raptado. Y allí, efectivamente, se veía nítidamente a Sheila sacando dinero del cajero automático... y ninguna persona cerca.

Cuando los interrogadores conocieron ese dato, se intensificaron las preguntas con doble sentido, hasta que la mujer comenzó a tambalear en su declaración. Pidió café, la sudaron las manos, río nerviosamente, hasta que uno de los policías le preguntó en seco: "Señora, ¿a usted la secuestraron de verdad?". "No", se sinceró la tipa. A esa altura, ya ni siquiera era una novedad.

¿Qué había pasado? Que Sheila quería tomarse el día libre en el trabajo para ir a jugar al bingo. Para colmo, antes de depositar su trasero por horas en el salón de juegos, pasó por una agencia de quiniela y se jugó unos numeritos. Como a esa altura se sospechaba que podía ser una asesina serial, también se hicieron peritajes en las cámaras del negocio donde compró los billetes. Y allí estaba tranquilamente la mujer, eligiendo sus números y charlando amablemente con el vendedor.

Ya en tren de amena conversación, los policías le preguntaron qué le había pasado para tomar esa determinación, que había preocupado a sus compañeros de trabajo y a su familia. Ella contestó: "Estaba medio quemada y necesitaba un día libre. Y como me gusta el juego, me pareció que no iba a molestar a nadie si decía que me secuestraron". Sheila ya entró en su lado oscuro. Ignoro qué pasará con su futuro laboral, pero tengo una certeza: es la novia ideal para el hijo de Porcel.

(Publicado en la columna "El click del editor",de La Razón, de Buenos Aires)