01 noviembre 2012

Las contraseñas que usan los idiotas

Por Humberto Acciarressi

Una vez más, la página especializada Splash Data divulgó las peores contraseñas, esta vez correspondientes al 2012. Es difícil leerlas sin reir y apiadarse de quienes tienen tan poca imaginación y tan escaso cuidado de su privacidad. Me dicen que no es un tema para tomar en broma, pero no puedo evitar reirme cuando a alguien le dicen que la contraseña 123456 es poco segura, y ese usuario, temeroso y angustiado, la cambia por 12345678.

Alguien hizo correr la bola que la elección de claves de acceso es una tarea difícil, con lo cual hay que preguntarse qué le queda a los bomberos o a los Médicos sin Frontera. Pero bueno: si tratás con una ardilla tenés que adecuarte a sus hábitos. De cualquier forma no tengo dudas de que si un mono tuviera que elegir una contraseña para su Gmail, jamás pondría password ni abc123, ni muchísimo menos la antológica 111111. Pues, a diferencia del mono, millones de personas eligen estas claves que ponen en riesgo la integridad de sus cuentas, y dejan de manifiesto su endeblez mental.

Un calamar con dolor de cabeza tampoco pondría contraseñas como iloveyou, 123123, password1 o 1234567 (a mitad de camino entre las primeras mencionadas en esta columna). Y millones de personas creen que con esas obviedades están a un paso del coeficiente intelectual de Einstein. Este año se han incorporado a estas "genialidades" de los usuarios contraseñas del tono de welcome, jesus, ninja o mustang. La neuropsiquiatría tal vez pueda aclarar los motivos para tales elecciones.

Uno de las cosas interesantes de este estudio es que los datos son aportados por los mismos hackers, ya que son los máximos expertos en la materia. También se ha informado que el 2012 está siendo uno de los años en que se han vulnerado más cuentas de todo tipo, sean bancarias como de correos electrónicos y redes sociales. De manera que si en este marco utilizás claves como las mencionadas, quiere decir que tenés vocación de victima.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)