Que nadie diga que no lo habíamos anunciado en esta columna. Cuando todavía faltan meses para rescatar a los mineros chilenos atrapados a siete cuadras bajo tierra, ya comenzó a filmarse una película y hasta tiene nombre: "Los 33". El aprovechamiento cinematográfico de las tragedias es cada vez más veloz. Pero en este caso se baten todos los récords en materia de historia con final abierto. Más aún, se debería encuadrar el film en la línea del "Elige tu propia aventura", aquella colección para chicos. Ya hemos hablado de las venturas y desventuras de amores en la mina San José. También de otras cuestiones dignas de la pantalla grande.
Pero ahora hay que considerar más asuntos. Y cada uno de los actores puede salirse del libreto, puesto que todavía no está escrito. Por ejemplo -y que el acontecer no lo permita- ¿qué pasa si se muere alguien? Para el éxito de taquilla sería ideal, pero no creemos que a los pobres tipos que están abajo les interese esta lotería macabra. O tal vez se convierta en un Titanic subterráneo, si atendemos lo que dice la comuna de Copiapó. Concretamente, que comenzaron a escasear los alimentos por la enorme cantidad de personas que hay en el campamento. Ahora, además de familiares, periodistas, paramédicos y curiosos, se suma el equipo que trabaja en la película. Y ninguno quiere quedarse con hambre. ¿Y abajo? Bien, gracias. Pero todo es incierto y aún falta mucho para los títulos del final. Pasá los pochoclos.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
