RECUERDOS ANTES DE LA MUERTE
Por Mercedes Méndez
Krapp aparece desde la absoluta oscuridad. Mientras renguea hacia su escritorio, una tenue luz lo ilumina. Se nota su cansancio en el cuerpo: tiene 69 años, la mirada perdida, está encorvado y trata de mover una pierna, sin disimular el dolor. Una voz en off está por concluir su relato, habló de significar algo, de que nada es enseguida y de fallecer primero. Pero ahora, nuestro personaje lúgubre ya está sentado en su escritorio y a punto de poner play en una vieja grabadora de la década del 50 que le dirá quién era y qué pensaba hace 30 años.
Una historia sobre la completa soledad, el fracaso, el paso del tiempo (Krapp mira varias veces el reloj) y la presencia cada vez más cercana de la muerte. Estos temas decidieron presentar en el teatro San Martín Juan Carlos Gené y Walter Santa Ana, director y actor de Krapp, la última cinta magnética, una obra que Samuel Beckett escribió en 1959 para hablar, una vez más, del silencio y de la nada.
La obra es fiel al texto de Beckett. Durante toda la obra hay una constante intertextualidad con sus clásicos. La desesperación por conservar la poca comida que queda –Krapp acaricia una banana– es un tema recurrente en Beckett, quien retrató las secuelas de la posguerra. Hay referencias más concretas: el personaje saca del cajón una zanahoria ¿será la misma que en Esperando a Godot Vladimir le ofrece a Estragón?; también saca una soga ¿será aquella cuerda que sujetaba los pantalones de Estragón y con los que él intentó ahorcarse?. Las coincidencias se repiten, como también los personajes: Krapp, como otras criaturas beckettianas, es limitado físicamente, esconde la comida en sus bolsillos y está solo y espera.
Walter Santa Ana interpreta a Krapp con cada músculo de su cuerpo. Está ahí, es él hasta el apagón final, escuchando su historia hace 30 años, recordando a una mujer con la que paseó por un lago, a su perro. Krapp intenta cambiar su historia, le desagrada el hombre que fue, rebobina, adelanta, se enoja. Por esto, la voz en off es clave: en este caso, es la voz de Gené y, aunque debería ser la misma voz del actor, cumple con la función de hablar de otro tiempo, de un hombre que ya no es el mismo.
En esta versión faltó transmitir con más fuerza el estado de desesperación y soledad del personaje. “Quizás mis mejores años han pasado. Cuando existía alguna posibilidad de hacer feliz”, reconoce el Krapp que se escucha en la cinta. A estas frases conmovedoras les falta conexión emocional, la tensión dramática. Por momentos se logra cuando Krapp mira al público, al vacío, y se mete una banana en la boca, pero se necesita más miedo para reconocer que en ese escenario ronda la muerte. Krapp sigue esperando, no está muerto, pero si la muerte pudiera ser personificada, bien podría estar sentada en un costado, mirando cómo Krapp escucha su pasado.
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FICHA
La obra: Krapp, la última cinta magnética.
Autor: Samuel Beckett.
Traducción y dirección: Juan Carlos Gené.
Actor: Walter Santa Ana.
Música: Luis María Serra.
Iluminación: Miguel Morales.
Escenografía y vestuario: Carlos Di Pasquo.
De miércoles a sábados a las 21 y domingos a las 20.
Lugar: Teatro San Martín (Sala Cunill Cabanellas)