Por Humberto Acciarressi
Mucho antes de las andanzas cinematográficas de Kate Winslet y Leonardo Di Caprio, se sabía que el Titanic (hundido el 15 de abril de 1912) fue escenario de hechos heroicos y aberrantes en los momentos previos a su ingreso definitivo en la historia. Ahora, especialistas en comportamiento dicen que muchos británicos se fueron al fondo del mar por respetar la consigna de "mujeres y niños primero", mientras varios estadounidenses se salvaron por hacer lo contrario.Mientras los ingleses hacían la cola, los yanquis se abrían paso a codazos, sin importar si la víctima era su hermana o su madre. Algo asi como subir a un colectivo en Buenos Aires, aunque con perfume francés en el Titanic.
El hombre que se pone el esmoquin para ahogarse como un caballero existió realmente, lo mismo que quienes se despedían de sus mujeres y se sentaban a fumar, socializar y escuchar a la orquesta. Frente a los botes, otros hacían la cola como un jubilado en el Banco Ciudad o un bonaerense esperando el 98 o el 79 que lo llevará al merecido descanso en el conurbano (la única diferencia es que el Titanic se hundió de una sóla vez y los pasajeros argentinos están condenados de por vida).
Días atrás, en Corrientes y Riobamba, un colectivo 12 arrancó de golpe y dejó a una embarazada flameando como una bandera un día de viento y el hijo, cuando nazca, creerá toda su vida que el vientre materno es una licuadora. En el Titanic, por lo menos habría subido a un bote.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Mucho antes de las andanzas cinematográficas de Kate Winslet y Leonardo Di Caprio, se sabía que el Titanic (hundido el 15 de abril de 1912) fue escenario de hechos heroicos y aberrantes en los momentos previos a su ingreso definitivo en la historia. Ahora, especialistas en comportamiento dicen que muchos británicos se fueron al fondo del mar por respetar la consigna de "mujeres y niños primero", mientras varios estadounidenses se salvaron por hacer lo contrario.Mientras los ingleses hacían la cola, los yanquis se abrían paso a codazos, sin importar si la víctima era su hermana o su madre. Algo asi como subir a un colectivo en Buenos Aires, aunque con perfume francés en el Titanic.
El hombre que se pone el esmoquin para ahogarse como un caballero existió realmente, lo mismo que quienes se despedían de sus mujeres y se sentaban a fumar, socializar y escuchar a la orquesta. Frente a los botes, otros hacían la cola como un jubilado en el Banco Ciudad o un bonaerense esperando el 98 o el 79 que lo llevará al merecido descanso en el conurbano (la única diferencia es que el Titanic se hundió de una sóla vez y los pasajeros argentinos están condenados de por vida).
Días atrás, en Corrientes y Riobamba, un colectivo 12 arrancó de golpe y dejó a una embarazada flameando como una bandera un día de viento y el hijo, cuando nazca, creerá toda su vida que el vientre materno es una licuadora. En el Titanic, por lo menos habría subido a un bote.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)