CAMPORA Y SU SERVILISMO POR PERON |
Por Humberto Acciarressi
La pomposamente autodenomida Revolución Argentina (inaugurada con el golpe militar contra el gobierno constitucional de Arturo Illia en 1966) ya había pasado por el delirante afán de eternidad del general Juan Carlos Onganía, el nacionalismo trasnochado de su par Roberto Marcelo Levingston y el pseudo progresismo aperturista de Alejandro Agustín Lanusse. El 11 de marzo de 1973, los argentinos volvieron a las urnas y -proscripto Juan Domingo Perón- llegó a la presidencia el odontólogo y viejo militante peronista Héctor José Cámpora, con 5.907.464 votos, lo que hizo un porcentaje de 49,56%, contra el 21,29% de Ricardo Balbín, el candidato de la Unión Cívica Radical. El "relato" de aquella presidencia pone en las nubes de la política al viejo militante de San Andrés de Giles, pero la verdad es otra. Ya lo decía Lenín en los primeros tiempos de la Revolución Rusa: "Los hechos son testarudos".
Desde que conoció a Perón en la década del 40, Cámpora ejercitó una lealtad cercana al servilismo, que ni siquiera se inmutó cuando en 1953, al iniciarse el nuevo período de sesiones del Congreso Nacional y se enteró que no sería elegido al frente de la Cámara de Diputados, le pidió al jefe que hiciera algo. Perón ni siquiera escuchó lo que ya sabía y lo mandó a recorrer 17 países. Así pasaron los años, y en 1971 el General se acordó de él y lo nombró su delegado en la Argentina en reemplazo de Jorge Daniel Paladino. Durante dos años fue de suma utilidad, pero mil ojos lo escrutaban por orden del mismo Perón. Y Cámpora contento como un perro con dos colas. Cuando llegó la hora de formalizar un binomio presidencial, Perón dudó entre Taiana y Cámpora. Pero desde Puerta de Hierro resolvió por el segundo, ya que el primero era consuegro de Julio Rodolfo Alsogaray, uno de los militares que destituyeron a Illia.
Ya electo presidente, Cámpora "nombró" entre los miembros de su gabinete a Juan Carlos Puig como canciller, el propio Jorge Taiana en Cultura y Educación, Angel Robledo en Defensa, Antonio Benítez en Justicia y al futuro fundador de la Triple A, José López Rega, en Bienestar Social. Para colmo, a menos de un mes de su asunción el 25 de mayo de 1973, se produjo la matanza de Ezeiza. "El Tío", como se lo denominaba, se sentaba en el Sillón de Rivadavia... pero no mandaba.
El 4 de julio, en la ya histórica casa de Gaspar Campos en Vicente López, Isabel Perón le gritó al "presidente de la Nación": "Doctor, no estamos dispuestos a tolerar más disturbios". Cámpora, mansamente, le respondió que ofrecía su renuncia a la presidencia. Y nada menos que López Rega lo "tranquilizó": "Bueno, ahora nos vamos entendiendo mejor, Cámpora". Raúl Lastiri se hizo cargo provisoriamente del Poder Ejecutivo y convocó a las elecciones que devolvieron a la presidencia a un agonizante Juan Domingo Perón, acompañado en la fórmula por su tercera esposa, Isabel Martínez de Perón. Rucci, uno de quienes conspiró contra Cámpora, horas antes de ser asesinado alcanzó a decir que si Perón ponía "una escoba de vice", él la votaba.
Los días que Héctor Cámpora estuvo en el gobierno apenas sumaron 49 y los que gobernó, ninguno. La teoría del cerco a Perón es falsa, la del entorno a Cámpora es verdadera. La derecha y la izquierda del peronismo lo utilizaron como jamón del sandwich. Y él aceptó con una mansedumbre indigna. Estaba en su personalidad. El 25 de mayo, cuando el general Lanusse le puso la banda presidencial y le dió el bastón de mando, el odontólogo -días más tarde- quiso dárselos a Perón. Más aún: cuando la multitud festejaba en la Plaza de Mayo e insultaba a los militares, Cámpora -reverencialmente- le encendió un cigarrillo al dictador y permitió que cuando éste se marchaba de la Rosada le ordenara el "descanso" a los Granaderos.
A tres años de su breve paso por el Poder Ejecutivo, con Perón ya muerto, se había fugado López Rega y el golpe al gobierno de Isabelita abría las puertas a la más feroz dictadura que se recuerde, Héctor Cámpora estaba en su casa en San Andrés de Giles. Raúl Gustavo Trombetta, el Lali, era un sodero amigo del "Tío Camporita". Enterado del golpe le volvió a decir: "Doctor, tiene que volverse a México" (donde había sido embajador y en cuya embajada estuvo asilado). Cámpora respondió de una manera que parece pintar su vida: "¿Por qué? Si yo no hice nada".
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
Los días que Héctor Cámpora estuvo en el gobierno apenas sumaron 49 y los que gobernó, ninguno. La teoría del cerco a Perón es falsa, la del entorno a Cámpora es verdadera. La derecha y la izquierda del peronismo lo utilizaron como jamón del sandwich. Y él aceptó con una mansedumbre indigna. Estaba en su personalidad. El 25 de mayo, cuando el general Lanusse le puso la banda presidencial y le dió el bastón de mando, el odontólogo -días más tarde- quiso dárselos a Perón. Más aún: cuando la multitud festejaba en la Plaza de Mayo e insultaba a los militares, Cámpora -reverencialmente- le encendió un cigarrillo al dictador y permitió que cuando éste se marchaba de la Rosada le ordenara el "descanso" a los Granaderos.
A tres años de su breve paso por el Poder Ejecutivo, con Perón ya muerto, se había fugado López Rega y el golpe al gobierno de Isabelita abría las puertas a la más feroz dictadura que se recuerde, Héctor Cámpora estaba en su casa en San Andrés de Giles. Raúl Gustavo Trombetta, el Lali, era un sodero amigo del "Tío Camporita". Enterado del golpe le volvió a decir: "Doctor, tiene que volverse a México" (donde había sido embajador y en cuya embajada estuvo asilado). Cámpora respondió de una manera que parece pintar su vida: "¿Por qué? Si yo no hice nada".
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
CAMPORA, PERON Y LOPEZ REGA, FUNDADOR DE LA ORGANIZACION TERRORISTA DE EXTREMA DERECHA TRIPLE A, Y MINISTRO DEL PRIMERO |
UNA VEZ UTILIZADO, PERON, SU MUJER Y LOPEZ REGA SE SACARON DE ENCIMA A CAMPORA |