Por Humberto Acciarressi
Si debés plata, si tenés un problema sentimental que no sabés cómo arreglar, si estás a punto de ser desalojado y ya estudiás la puerta de la Iglesia en donde vas a tomar la sopa que reparte el gobierno de la ciudad, no te hagas demasiados problemas. Los expertos de la NASA han afirmado que hay unos 500 asteroides que amenazan potencialmente la Tierra (y conste que mencionan apenas a los identificados), o para decirlo en criollo estamos con el agua al cuello en materia espacial. Los que suelen señalar que apenas por el azar estamos vivos, no se equivocan demasiado. Hace unos meses, incluso, el telescopio espacial infrarrojo WISE detectó una numerosa cantidad de asteroides potencialmente peligrosos que pululan en nuestro sistema solar y son denominados PHA, según sus siglas en inglés.
Como podés observar, la NASA no tiene inconvenientes en -cada tanto- deprimir aún más a los habitantes del planeta Tierra. Más aún, deprimirnos y colmarnos el ánimo de pánico y desesperación. Las cifras cambian, pero la sustancia queda. Te lo voy a decir más claro: estás vivo porque en la quiniela diaria que se juega en el espacio sideral, todavía un marciano no sacó del bolillero, el número 3 del Sistema Solar. Por cierto, para que no sientas que te preocupás por nada, en general los expertos analizan aquellos asteroides lo suficientemente grandes como para superar sin problemas nuestra atmósfera y causar un daño que nadie podrá comentar después de ocurrido, a menos que se encuentre en Júpiter en el momento del impacto.
Sin embargo, como novedad, durante la reciente Conferencia sobre Defensa Planetaria 2015 se manifestó que los terrícolas tenemos dos maneras de enfrentar una catástrofe si nuestra vida queda reducida a las dos horas de la película "Impacto profundo". Casi canchereando, Detlef Koschny, de la Agencia Espacial Europea, dijo que "en caso de un peligro real, tenemos dos soluciones altamente factibles". A la primera la llaman "accidente de circulación cósmica” y no vayas a buscarla en la Guía del Viajero Intergaláctico de Douglas Adams, porque no está. Te la cuento sintéticamente: creás un vehículo volador, ves venir la piedra gigantesca, mandás la nave y, poco a poco, ésta empuja la piedra fuera de órbita, el mundo se salva. La otra técnica consiste, sencillamente, en destruir el asteroide con una explosión nuclear. Si algo me queda claro a esta altura, es que los expertos no ven cine. Esas dos soluciones ya fracasaron en la pantalla, y si van a insistir en la vida real, avisen, así nos tomamos el bondi a otro planeta. Desde ya, agradecidos.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)