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24 mayo 2012
La Momia le dio una paliza a la hija de Karadagián
Por Humberto Acciarressi
"Titanes en el Ring", la célebre creación televisiva de Martín Karadagián que arrancó allá por 1962, que aún a fines de la década del 80 estaba en la programación, y que Paulina -la hija del titán mayor- intentó reflotar sin éxito posteriormente, fue la diversión de varias generaciones de chicos. Y a pesar de que en el ring rivalizaban, con golpes reales o fingidos, fuera de cámaras eran muy amigos. Eso, por lo menos, es lo que siempre se dijo. Y no había razones para pensar lo contrario.
Karadagián murió en 1991, su cuerpo descansa en el cementerio de la Recoleta, y su hija se hizo cargo de sus negocios, que por entonces ya no eran tan buenos. Así pasó el tiempo. A comienzos de la primera década de este siglo, catorce luchadores encabezados por Oscar Alberto "La Momia" Demelli le iniciaron un juicio a la heredera, por despidos y por trabajo en negro durante añares. Y ahora se lo ganaron, razón por la cual Paulina Karadagiyan Lobov debe ponerse con 1,4 millón de pesos.
Junto a La Momia, entre otros beneficiados se encuentran José "El Pibe 10" Fernández, Lucio "Mr. Moto" Giunti, José María "El Escocés" Diana y el árbitro Eduardo Davis. Demelli fue más allá: además de decir que ahora van a presentarse en la AFIP, añadió que el programa "jamás hizo ningún tipo de aporte previsional". Debido a esta nefasta costumbre, señaló La Momia, muchos luchadores murieron en la miseria. Entre ellos Gengis Kahn, Paquito el Clon, Nerón, Joe Galera y el árbitro William Boo.
Realmente es un triste broche póstumo para un programa que incluso inspiró a otros similares en varios puntos del planeta. De las declaraciones de Demelli -que además obtuvo en forma definitiva la marca de La Momia tras 23 años de reclamos- se desprende que las decenas y decenas de luchadores que pasaron ante las cámaras durante la historia del programa, siempre cobraron en negro y, en consecuencia, sin aportes. La Justicia ya falló. Y la heredera de Karadagián se comió una paliza tremenda, sin haber siquiera subido al ring.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)