Por Humberto AcciarressiVamos a limitarnos a los últimos meses y a la TV vernácula. Primero fue el "fan de Wanda Nara", al que nos referimos en una columna anterior. Un tal Mariano de la Canal de quien decíamos que se zambulle en el ridículo sin importarle si la pileta tiene champagne o agua del Riachuelo.
Más tarde, movido por el éxito del primero de los muñecos, apareció Carlos Velásquez, que se proclamó el "fan número uno del mundo de Paris Hilton" y comenzó a pegarle con un palo al "fan de Wanda Nara". También escribí sobre él en esta columna, lo que me valió que me increpara por Twitter (curiosamente este raro personaje seguía mi cuenta en el microblogging), con mi consecuente respuesta. Pero la ola de los fans ya estaba instalada.
Como hay ámbitos en los que todos los caminos conducen al ridículo, ahora apareció en escena un vicioso de los reality televisivos, un tal Frank Mariano, que se estrenó de mediático como espectador en la tribuna de Tinellli, de allí saltó a "Cuestión de Peso" (enviado por una sarcástica Moria Casán) y ahora lo metieron al "Soñando por Bailar" en reemplazo de un renunciante. Un fantoche con todas las letras.
¿Vos te preguntrás que tiene que ver este sujeto con los fanáticos de famosos? Pues que Frank es llamado "el fan de Graciela Alfano", por quien siente verdadera devoción. Claro que nada es gratuito. En La Soñada - donde se opera el reclutamiento de los que aspiran al Bailando por un Sueño- deberá convivir con "el fan de Wanda Nara". Y ya adelantó que no le cae nada bien.
Tragado por el agujero negro del anonimato, "el fan de Paris Hilton" -sin ningún atributo explotable comercialmente- desapareció. Esa guerra la ganó el seguidor de Wanda Nara, que anda a los besos con otros hombres y protagonizó unas escenas patéticas rogándole amor a un tal Mariano Rodriguez, quien ya no está más en el reality. Pero ahora llega otro con buena experiencia. El fan de Gra promete dar guerra. Y el propio de la Canal advirtió: "Entró como una diva, con lentes, se cree Graciela Alfano". Unos payasos.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Rzón, de Buenos Aires)
