06 febrero 2012

La única persona que quiere a Schettino


Por Humberto Acciarressi

Todo lo que hizo el capitán Schettino desde que huyó del Costa Concordia dejando libradas a su suerte a más de cuatro mil personas, hasta la actualidad, no ha hecho más que incrementar el odio visceral de casi toda la humanidad. Es considerado una vergüenza por los viejos lobos de mar, por los camaradas más recientes, por la gente, por los familiares de las víctimas, por los hijos de los muertos en el naufragio, por las mascotas y hasta por todos los que pueblan el reino animal. Los bebés nacen odiándolo y los viejos mueren aborreciéndolo.

El capitán Schettino, cuando bebía champagne con la rubia moldava mientras el transatlántico se venía en falsa escuadra hacia las rocas para estrellarse sin remedio, ni imaginaba su lamentable futuro. Recordemos que es casado y tiene una hija adolescente. En el marco de esta tragedia, cuando la joven Dominika Cermortan fue citada a declarar, se creyó que estaba en un teleteatro y le dijo al juez: "Me encontraba en el Costa Concordia porque estoy enamorada de Schettino". Criaturita de Dios. No contenta con esto, añadió que estaba en el puente de mando en el momento de la colisión.

Si el capitán debería estar contento porque alguien en el mundo lo quiere, juego doble contra sencillo que en este momento odia a la pobre rubia. Porque la chica dijo justo lo que no debía decir. No sólo estaba en el crucero sin tener asignada una cabina, sino que además está prohibo el ingreso al puente de mando a personas ajenas al transatlántico. Lo peor es que ella lo sabía, ya que había trabajado en el barco hace cinco años, primero como bailarina y después como azafata. Para redondear la macana, el capitán - en arresto domiciliario por homicidio culposo y abandono de barco- había enfatizado: "No permito a ningún extraño subir a ese puente". Para completar el cuadro, en el camarote del mentiroso marino se encontró ropa y objetos de Dominika. Que para encender la indignación, no tuvo mejor idea que decirle al juez: "Para mí es un héroe". El uno para el otro.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)