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16 diciembre 2013

Lee Miller, fotoperiodista y arte fotográfico

LONDRES, INGLATERRA, 1940
Su verdadero nombre fue Elizabeth Lee Miller y nació en Nueva York en 1907, la misma ciudad en la que murió 70 rigurosos años más tarde. Fotógrafa artística, fotoperiodista durante la Segunda Guerra Mundial, había comenzado su carrera siendo modelo de Vogue, luego de conocer a su fundador, Condé Nast. Unos escandaletes hoy absurdos la llevaron a Paris, donde quiso ser aprendiz de Man Ray, de quién terminó siendo asistente, amante y musa. Fue amiga de Picasso, Paul Eluard, Jean Cocteau. Vivió en Egipto con un marido (Aziz Eloui Bey) y a su retorno a Francia conoció a su siguiente esposo, el célebre crítico Roland Penrose. Hizo tantas fotos como ni siquiera puede imaginarse. Cuando murió de cáncer ya era una celebridad, pero en la actualidad es imposible eludir su nombre si uno quiere nombrar a aquellos que dejaron las mejores imágenes del siglo XX.

DYLAN THOMAS, ESTUDIO DE VOGUE,
EN LONDRES, EN 1946 (ARRIBA Y ABAJO)

JEAN COCTEAU Y NUSCH
ELUARD EN PARIS, 1944
JOAN MIRO, EN EL CENTRO, JUNTO
A DESMOND MORRIS Y UN AMIGO
EN EL ZOO DE LONDRES, 1964

15 noviembre 2013

Un siglo de "En busca del tiempo perdido"


Por Humberto Acciarressi

Pasaron cien años y su vigencia -más allá del lugar que ocupe en el ranking de las novelas de la modernidad- se sostiene en el tiempo y en el gusto de las nuevas generaciones, al punto que la legendaria Gallimard la reconoce como una de las naves insignia de la editorial . El 14 de noviembre de 1913 fue publicado "Por los caminos de Swann", el primero de los siete históricos tomos de "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ese que alguien ha definido como "un diccionario de las grandes teorías y prácticas del amor". Cumple un siglo esa obra que Gilles Deleuze comparó con esas magníficas e insoslayables "Las mil y una noches" y por la cual Jean-Yves Tadié calificó a su autor como "un renovador para la eternidad, como Shakespeare, como Montaigne". 

Esta obra que el propio Proust comparó con la estructura de una catedral gótica, fue escrita de una manera digna de la más ensoñadora de sus novelas. El escritor, enfermo de asma y con lo que hoy llamaríamos ataques de pánico, se encerró en una habitación forrada en corcho y con las ventanas tapiadas para no recibir ruidos y luces del exterior. Quince años estuvo recluido -como varias décadas más tarde lo haría Juan Carlos Onetti- en ese departamentito pequeño del boulevard Haussmand de Paris, mientras escribía las miles de páginas de la obra que habría de inmortalizarlo. 

Su mucama, Celeste Albaret -que escribió un libro de memorias- contó que Proust bebía hectolitros de café diarios, casi no comía y escribía de noche, como un poseso. Minuciosa, morosamente -algo difícil de entender en esta época de redes sociales que no dan tiempo a respirar-, el escritor describió como nadie el clima de la época y las características de la alta sociedad francesa. En ese momento tenía unos 40 años y escaso dinero. 

Creyendo como nadie en el valor de esa novela monumental que no llegó a ver publicada en su totalidad (murió en noviembre de 1922 y el último de los siete tomos, "El tiempo recobrado", fue editado en 1927), Proust le acercó el manuscrito de "Por los caminos de Swann" a la Nueva Revista Francesa, que tenía nada menos que a André Gide y Jean Schlumberger entre los encargados de seleccionar el material. Una torpeza histórica: le dijeron que no. Sacando plata de dónde no la tenía, el autor pagó los gastos y ese primer tomo se publicó en la editorial Grasset. 

El segundo de los tomos, "A la sombra de las muchachas en flor", debió esperar el fin de la Primera Guerra Mundial y recién fue publicado en 1919. Luego vendrían los siguientes cinco, de los cuales -al margen del ya nombrado- otros dos fueron póstumos. Quince años había tardado Proust en escribir "En busca del tiempo perdido" y con eso perdió su siempre pobrísima salud. Murió al poco tiempo de concluir su obra y su cuerpo reposa en Pere-Lachaise. En estos días, el escritor más emblemático de la llamada narrativa analítica es recordado mundialmente con actos, lecturas públicas y reediciones de su obra magna. 

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

MANUSCRITO DE "POR LOS CAMINOS DE SWAN"
PROUST RECIEN FALLECIDO, EN
FOTO TOMADA POR MAN RAY

25 julio 2009

Marcel Proust por Man Ray

El 18 de noviembre de 1922, después de haber dictado unas modificaciones para "En busca del tiempo perdido" y rodeado de algunos amigos, Marcel Proust murió de una bronquitis mal tratada. Jean Cocteau le había sugerido al hermano del escritor, Robert, que llamara a un fotógrafo para dejar un testimonio de aquellos momentos, las que tal vez podrían ser las últimas imágenes del narrador. Fue así como, también por indicación del autor de "Opio", mandaron a llamar a Man Ray. Cuando el mago del surrealismo llegó y disparó la cámara, Proust ya había muerto. Se trata de uno de los registros fotográficos más tremendos de la historia de la literatura.