HORACIO GONZALEZ |
Desde hace bastante tiempo, los intelectuales del conglomerado kirchnerista conocido como Carta Abierta venían -como señala el tango de Discépolo- en "falsa escuadra". Incluso sus últimas "cartas" dejaban bastante que desear en materia de aportes de ideas, y ni hablar de la creación insospechada e inútil de la pomposamente llamada Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, dirigida por el intelectual y encandilado funcionario cristinista Ricardo Forster. Uno de los líderes de Carta Abierta, Horacio González, titular de la Biblioteca Nacional, parece ser el más rebelde de la agrupación, o por lo menos el más consecuente con sus argumentos. Eso, sin olvidar que fue precisamente él quien en su momento pidió que el entonces reciente Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, no inaugurara la Feria del Libro. Recuerdo que cuando la presidente lo desautorizó públicamente, en charla con exponentes de ese colectivo, me atreví a sospechar que González iba a renunciar. No lo hizo.
Ahora es el mismo sociólogo quien dice que el grupo votará a Daniel Scioli, pero que lo hará "con cara larga", "desgarrados", que objeta "algunas definiciones del candidato", a quien considera "en líneas generales, como el menos malo". No hay que olvidar que fue en el marco de una reunión de Carta Abierta que Randazzo dijo aquella frase grosera sobre el "proyecto manco" en alusión a la discapacidad física del hoy candidato kirchnerista Daniel Scioili. En ese entonces, antes de que la presidenta bajara de un hondazo a su risueño rival, el gobernador bonaerense era objeto de ataques y burlas de La Cámpora, el programa 678 y los voceros mediáticos del gobierno. Ahora, en las antípodas del deber de un intelectual, estos escritores, editores y funcionarios kirchneristas, van a votar a Scioli por mandato de Cristina Fernández. No hay otra razón. Y queda definitivamente atrás el postulado inicial de Carta Abierta, cuando González sostiene: "Espero que la próxima política cultural no se base en Montaner y en los Pimpinelas", aludiendo a los gustos del candidato del Frente para la victoria.
Lamentablemente para el país, lo que no quieren aceptar González, Forster y compañía, es que a la presidente no le interesa en lo más mínimo la opinión de "sus" intelectuales. Imagino que eso debe ser desalentador para quienes se reúnen en la Biblioteca Nacional para debatir qué decir ante cada dislate que comete el gobierno. Pero lo fundamental es que Carta Abierta no trabaja codo a codo en la gestión de ideas, sino que camina, a paso de tortuga, varios kilómetros detrás de los cambios del kirchnerismo. Ni siquiera en las medidas que se atrevieron a criticar tuvieron suerte. Cristina, se sabe, es lectora de best sellers, diarios adictos, una vez recomendó "El mercader de Venecia" en alusión a los fondos buitres sin que eso signifique que conozca a Shakespeare, y Zanini es quien le marca el camino de las políticas de gobierno.
Hay que decir con todas las letras que el colectivo, a días del adiós de la señora presidente, ha fracasado. Y no lo digo yo, sino el propio González en representación de sus compañeros de ideas, como viste más arriba. Jamás logró darle un marco conceptual al gobierno de los Kirchner -en ninguna de sus etapas-, sólo ha servido para justificar todo en nombre de la intelectualidad partidaria, y muy lejos de lo que en su momento hizo el Grupo Esmeralda. Este nucleamiento que debía su nombre a la calle del departamento en dónde se reunían sus integrantes, y que entre otros contaba con la participación activa de Juan Carlos Portantiero y Emilio de Ipola, tuvo su punto más alto en lo que la historia conoce como el "Discurso de Parque Norte" y considera uno de los más importantes del siglo XX argentino, pronunciado el 5 de diciembre de 1985 por el entonces presidente Raúl Alfonsín, gran lector y que jamás dejó de pedirle a los intelectuales -incluso críticos de su gobierno- sugerencias y orientaciones. Pero esto deberá ser fruto de un análisis más largo.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
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