Por Humberto Acciarressi
Seguimos con el estrés, una de las "actividades" que la población moderna parece preferir a cualquier otra. ¿Qué vas a hacer esta tarde?, ¿vamos al cine? No puedo, tengo que acumular estrés. Y se hace con un entusiasmo digno de mejores causas. Ahora se sabe que hacer horas extras y trabajar de diez a once horas por día provoca enfermedades coronarias. No queremos chicanear ningún estudio, pero dan ganas de enviar un telegrama con cuatro palabras: "Vaya con la novedad". Y cinco si le agregamos "stop".
Ojo que la investigación agrega otros condimentos. No vamos a abundar en ellos, ya que en la web podrán enterarse de qué va la noticia. Pero digamos que si tenés 480 de colesterol y tu plato diario es lechón con mayonesa, te fumás tres atados diarios de puchos, sos tan gordo que podrías haber trabajado de extra en una película de Fellini y sos más nervioso que los cortes de carne que se pueden comprar sin sacar un crédito, entonces no le podés echar la culpa sólo a las horas extras.
De cualquier forma, el tema son las horas de más en el trabajo. Y eso, de por sí, es lo que debería ser objeto de estudio. ¿Por qué, en un mundo normal y justo, alguien necesitaría hacer horas extras? Las respuestas están al alcance de tu mano y de tu intelecto: trabajar más horas de lo normal sirve para hacer más plata y llegar ajustado a fin de mes, o para morirte de un ataque fulminante al corazón. Da gusto vivir en un mundo donde uno es libre para elegir.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)