Por Humberto Acciarressi
El 20 de mayo último, en la bandeja de una de mis casillas de mail, encontré uno cuyo asunto decía: "Humberto, tus amigos de la infancia...". Así, con tres puntos suspensivos. Y empezaba: "Hola Humberto, mi nombre es Adalberto (...) , no sé si te acordás de mi, éramos amigos en la época del famoso kiosco de tu abuela y tus tíos, y la famosa barra que nos juntábamos en la calle Migueletes, o en la no menos famosa plaza de la Avenida Libertador(...) ". Se refería, claro, al barrio de mi infancia: Belgrano, Libertador y Lacroze, la plaza de la estación de trenes Lisandro de la Torre a metros del hipódromo de Palermo. Y así seguía, y entre las cosas que añadía figuraban los nombres de varios de aquellos "chicos" con los que mi hermano Leo y yo hacíamos más llevadera la vida. Les voy a ahorrar lo que sentí; lo que lamenté no poder compartirlo con Leo ni con nadie que pudiera recordarlos; la tremenda nostalgia.
Contesté inmediatamente, y lo mismo hizo Adalberto. A los dos días se reunían en su casa y naturalmente me esperaban. Quise ir, pero tenía a mi cargo en el diario una serie de notas sobre el centenario del teatro Colón y, tal cual lo sospechaba, me resultó imposible. Vivo a tres cuadras del Congreso, Adalberto en Tigre, el diario está en Constitución. Por más buena voluntad... A la noche abro los correos privados para leerlos tranquilo, porque en el Inbox del diario tengo un promedio de 200 por día, todos relacionados con laburo. Lo hice hace un rato y me encontré una nueva sorpresa. Adalberto me envió varias fotos de la reunión de aquellos "chicos" a los que no veo hace treinta años. La vida, increíblemente, te lleva por lugares y gentes que ni te imaginás y vas dejando un reguero de recuerdos que a veces te hacen sentir un extranjero en tu propio cuerpo.
En los mails cruzados, Adalberto me cuenta algunas de sus impresiones de entonces y me sorprende con cosas que ya había olvidado. Me dice que en un viaje suyo a Liverpool, me recordaba sentado en la cama de mi casa, sacando temas de Abbey Road con la guitarra. O los partidos de truco en el patio. Y Leo, siempre Leo. Y ahora la foto: admito que a algunos ya no los reconozco físicamente, aunque recuerdo anécdotas con cada uno. Finalmente y para no ponernos demasiado melancólicos. Carlos, Juan José, Daniel, Ruben, Fabián, Alberto y vos Adalberto (el de barba para los amigos del blog), una pregunta: ¿por qué, si yo estoy hecho un pendejo, ustedes se vinieron tan viejos? Los quiero mucho. Por la infancia, por el presente y por el futuro.