Antes que nada, hay que decir que Janis Joplin fue la más grande cantante de blues que dio la raza blanca y que con un puñado de canciones dejó, a su muerte temprana, una estrella que sigue iluminando el firmamento del rock internacional. Sin embargo, para comprender la tragedia de Janis, también hay que agregar otras cuestiones, más personales, más dolorosas. Como por ejemplo que era fea, pequeña y regordeta; que en sus épocas de estudiante sus compañeros la humillaban con un apóstrofe: "El hombre más feo de la universidad". O que era tan atrevida y estridente, que jóvenes y adultos la trataban como a una prostituta. O que era tan desarreglada en el vestir y tan chicanera en sus modales, que las pocas parejas formales que tuvo no osaban presentarla "en sociedad". O que era tan ingenua que aceptaba mansamente y sin decir palabra,que la criticaran y se burlaran de ella. Y que era, por sobre todas las cosas, una de las más sensibles y sufrientes mujeres que haya subido a un escenario en la concurrida historia de la música.
La hipersensible Joplin había nacido el 19 de enero de 1943 en Port Arthur, una ciudad con olor a petróleo, largas y aburridas siestas, y mediocres bebedores de whisky, adoradores de las "pinups girls" de los calendarios. No es difícil imaginar cómo tratarían a la jovencita Joplin, que en poco tiempo se convirtió en una presencia desagradable. Ella, a partir de cierto momento, se puso una máscara y resolvió embestir contra ese mundo pequeño que la agraviaba. No tenía, entonces, ese dulce abrigo del blues. Por entonces, Janis pintaba. Aunque, autocrítica feroz, abandonó esa rama del arte porque un día descubrió que un amigo era más ducho que ella en el manejo de los pinceles (cuentan que ya cantante, estuvo a punto de callar su voz cuando oyó a una joven imitadora de Joan Baez). Impulsada por su familia a viajar, se trasladó de Port Arthur a Lamar, y de esa ciudad a Los Angeles.Allí comenzó la etapa que iba a culminar con Joplin en los escenarios.
En esos años, también empezó a caer por la pendiente del alcohol y, al poco tiempo, comenzó a utilizar las drogas pesadas, la heroína entre ellas. Sus pininos en la canción los hizo en un grupo universitario: "The waller creek boys", donde canta jazz, folk y un poco de blues. Todavía no tenía la voz áspera y dramática que la iba a inmortalizar. En su vida faltaban algunas tragedias. Con otra banda, "Big brother and the Holding Company", recala en bares y tabernas, sin aprovechar las buenas críticas recibidas en el Festival Folk de Monterrey de 1963. En la misma ciudad, pero en los legendarios encuentros pop, se consagra definitivamente en 1967. En el escenario, antes y después de ella, suben otros dos grandes: Jimi Hendrix y Otis Redding. Curiosidades de la historia: ninguno de los tres iba a vivir para ver los setenta.
El Festival de Monterrey permitió, entre otras cosas, que Janis se convirtiera en un mito en vida. Su voz, su salvajismo, el dolor que expresaba en cada uno de los temas, la convirtieron en un referente obligado en esos años del flower power. Y todavía no había grabado nada. La primera placa de Janis, "Cheap thrills" ("Excitación barata", título que reemplazó al que ella quería que era "Droga, sexo y excitación barata") fue fagocitada por los jóvenes. Después llegó "I got dem Kozmic Blues again mama"; y póstumamente fue editado "Pearl", otro disco de culto. Pero mientras Janis se codeaba con el éxito, en su vida privada se hundía en la tragedia.
"En escena es como si hiciera el amor con 25.000 personas. Pero termina el show y ellos se van a sus casas y yo me voy sola a mi cuarto", decía por esos días de gloria efímera. Y cuando se le recriminaban sus excesos, ella se limitaba a puntualizar: "Tal vez no dure tanto como otras cantantes, pero no voy a destruir mi hoy pensando en el mañana". Algunos pensaban como ella: en poco menos de dos años, Jim Morrison, Jimi Hendrix y Brian Jones se fueron al Olimpo del rock. "No quiero nada a medias. Tengo 26 años. Todo lo que me preocupa son los 26 y no los 95. No quiero que me devuelvan la inversión dentro de unos años. Lo quiero ahora, ahora,ahora...", enfatizaba por esos días de tragedia cuando, además de las drogas pesadas, solía consumir hasta un litro de whisky en escena. Una mañana de octubre de 1970, se consumó su deseo de beberse la vida de un sólo trago. El guitarrista John Cooke la encontró en la cama, con un camisón que la hacía parecer una muñeca antigua, con una sonrisa congelada en los labios, con el cuerpo saturado de heroína. Sus cenizas, esparcidas en la costa de California, hace más de tres décadas que forman parte del paisaje que la hostilizó. Quedan, eso sí, sus lamentos desgarradores y esa voz que desarticula melodías y provoca tristeza en el corazón.
(Publicado en la revista "Asi")