Se llamaba Miguel Peralta, aunque claro, no siempre el documento de identidad revela verdades absolutas. Para todo el mundo fue, a secas, Miguel Abuelo, pionero del rock del país y fundador de "Los Abuelos de la Nada", una de las mejores bandas que han pasado por los escenarios locales. Y si con eso no bastara, aún fue más. "Soy un negrito resentido y peleador", se autodefinía en su adolescencia, mientras maduraba su pasión por la música y alternaba el boxeo con la venta callejera, sus actuaciones como mimo con su condición de poeta. Cuando formó un dúo con su hermana Norma, ya era un joven y voraz degustador de literatura.
Nacido el 21 de marzo de 1946, de su amor por las letras surgió el nombre que lo inmortalizó. Leyendo "El banquete de Severo Arcángelo" quedó impresionado con una frase con la que reprenden al personaje Lisandro Farías, de la novela de Leopoldo Marechal: "Padre de los Piojos, Abuelo de la Nada". Así se convirtió en Miguel Abuelo y formó el ya legendario grupo. Hace poco, a dos décadas de su muerte, apareció el libro de Juanjo Carmona "El paladín de la libertad. Biografía de Miguel Abuelo y sus Abuelos de la Nada". En la obra, con abundancia de datos, reportajes, testimonios y fotos rescatadas durante diez años, el autor llenó baches de la vida del músico que permanecían en las sombras, incluyendo su muerte a causa del Sida en 1988. Hay, por supuesto, información sobre los años europeos, hacia donde se marchó con la guitarra al hombro a mediados de los 70 y de donde regresó con la democracia.
La primera formación de "Los Abuelos de la Nada", a fines de los 60, la integraron, además de Miguel, Claudio Gabis (futuro "Manal"), Pappo (que antes de largarse como solista integró "Conexión n° 5"), Micky y Alberto Lara, y Pomo Lorenzo. Pasada la dictadura de Videla y compañía, Miguel retornó de Europa y refundó "Los Abuelos..." con un seleccionado de lujo: Cachorro López (luego derivó a "Zas" con Miguel Mateos), Andrés Calamaro, Gustavo Bazterrica, Daniel Melingo y Polo Corbella (ambos integrantes posteriormente de "Los Twist"). Esta formación tuvo uno de sus picos más altos en los recordados recitales del Opera en el 85. "Chalamán", "Ir a más", "Himno de mi corazón", "Lunes a la madrugada", "Sintonía americana", "Tristeza de la ciudad", "Mil horas", son apenas algunos de los clásicos de aquella banda que cubrió parte de los 80. Broncas por el liderazgo y choques de personalidades acabaron esa segunda formación, que dio paso a la tercera, cuyo único disco se llamó "Cosas mías" por el tema homónimo que, adaptado por la hinchada de River, con el tiempo ganó todas las tribunas. En ese último grupo, Kubero Díaz, "Chocolate" Fogo, Juan del Barrio, Polo Corbella, Alfredo Desiata y Willy Crook, acompañaban al histriónico frontman.
En los días finales de su vida, Miguel escribía y hacía planes pra un futuro imposible. La muerte lo alcanzó en la tarde del 26 de marzo de 1988. El 21 de diciembre, el Sida arrastró a Federico Moura. En diciembre del año anterior, la cirrosis había consumido la vida de Luca Prodan. En menos de doce meses, "Sumo", "Virus" y "Los Abuelos de la Nada", tres de las bandas ícono de la época, se convirtieron en leyenda. Y el rock argentino comenzaba a llorar a todos sus muertos.