28 febrero 2013

El cura mexicano que dispara agua bendita

Por Humberto Acciarressi

Si me lo cuentan no lo creo. Y para colmo se llama Humberto, como yo, lo cual tiene un lamentable plus. El asunto es que Humberto Álvarez es un cura católico mexicano muy poco ortodoxo. Si uno quisiera enmarcarlo en una tendencia de la iglesia, no alcanzarían las grandes corrientes (preconciliares, posconciliares, etc) que el Vaticano disimula con entusiasmo.

La cuestión es que este cura azteca suele disfrazarse de Superman, Batman y Spiderman, o, cuando está más conservador, utiliza sotanas con los dibujos de estos superhéroes. Hasta alli sólo podría ser considerado un hombre con problemas de personalidad, un bipolar de los tantos que pueblan este conmocionado planeta. Nos damos cuenta de su demencia irreversible cuando nos enteramos de que a la hora de consagrar la misa, el tipo saca detrás del púlpito una pistola de juguete con agua bendita y comienza a dispararle a los fieles de la localidad de Saltillo, la capital de Coahuila de Zaragoza, en el noreste de México y no muy lejos de la frontera con Texas.

Lo peor es su argumento. El piantado con sotana sostiene que quiere "quebrar el protocolo de la misa, despertar una sonrisa de los niños, en una zona violentada por el tráfico de drogas". Y ya sabemos lo que eso significa en México, país de descuartizados y políticos que responden a los carteles. Los métodos de Alvarez le han permitido durar en el cargo por lo menos 14 años, tiempo durante el cual también ayudó en la construcción de varias iglesias locales.

No soy quien para dudar de su fé y sus convicciones, pero en un lugar en dónde las balas zumban y todos los días aparece un muerto por los enfrentamientos entre bandas rivales, utilizar un arma para tirar agua bendita parece un contrasentido. La feligresía de Alvarez, en líneas generales, lo apoya; los chicos se divierten; y algunos son más intolerantes en cuanto a sus métodos. Pero el cura sigue disparando agua bendita con su pistola de juguete y su fanatismo por los cómics.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)