14 noviembre 2011

Un reverendo y el maltrato infantil


Por Humberto Acciarressi

Michael Pearl, originario de Tennessee, Estados Unidos, es un reverendo...mal tipo. Un evangelista de 66 años con serios problemas psiquiátricos y sin atención médica. Además es el líder de la agrupación religiosa "No Greater Joy" (algo así como "No hay alegría mayor"). Pero fundamentalmente, este demente es autor de un libro titulado "Para entrenar a tu hijo", editado en 1994, pero que cobró inusitada y terrible vigencia en estos días. Desde su publicación, la obra estuvo vinculada a hechos de violencia familiar. Días atrás, comenzó el juicio a una pareja que dijo que siguió las enseñanzas del libro y mató a golpes a su hija adoptada de once años. Para el crimen utilizó tubos de cañería, según indica el manual. Y padre y madre argumentaron que la nena "se portaba mal".

Tan loco está el reverendo, y sus seguidores, que el primer capítulo del libro ya arranca con los tapones de punta: "Pégale a tu hijo". Allí se recomienda métodos medievales, algunos de los cuales se le propinan a los bebés recién nacidos. Veamos un ejemplo. Un párrafo indica: "Una experiencia particularmente dolorosa para la madre lactante es el bebé que muerde. Mi esposa no perdió tiempo para encontrar un remedio. Cuando el bebé la mordía, ella le tiraba del cabello". Y aclara, no sea cosa de dejar nudo sin atar, que "hay que buscar una alternativa para los bebés sin pelo". Un tipo totalmente piantado, peligroso y bien típico de la sociedad yanqui.

Fijate que así como para castigar a los chicos más grandes recomienda los tubos de cañería, para los menores de un año es cruelmente prolijo en las instrucciones. En esos casos "basta una vara de sauce de 25 a 30 centímetros de largo y medio centrímetro de diámetro, sin nudos que le pueden cortar la piel". Y para añadir a estas líneas, este enfermo Pearl sugiere una manera bien radical para probar la temeridad de un chico: dejar armas cargadas en distintos lugares de la casa. Es una lástima que no tenga un nene temerario que le apunte entre las dos cejas y dispare.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)