02 noviembre 2011

El secreto del Pájaro Loco


Por Humberto Acciarressi

El mundo no es gratuita y simpáticamente bizarro porque sí. No. Lo es dado que existen, entre tanta gente, científicos como los de las universidades de Beihang, en Pekín, y la Politécnica de Hong Kong. Trato de imaginarme la escena antes de entrar en tema. Uno de esos hombres destinados a cambiar el futuro del mundo, un día está mirando televisión. Le gustan los dibujos animados y, como a China llegan las cosas con retraso, es fanático del Pájaro Loco. Pero como es un científico no se queda con la mera risa.

Se hace una pregunta que nunca, jamás (y juego lo que quieras) se hizo nadie: ¿cómo puede ser que al pájaro carpintero no le duela la cabeza en ese ir y venir vertiginoso mientras picotea los árboles? Al día siguiente reúne a sus colegas, le cuenta su preocupación y se lanzan a investigar el asunto. Total los demás problemas del mundo suponen- están en buenas manos.

Lo primero que descubren es que si esa tarea de taladro la llevara a cabo un ser humano, su cabeza se convertiría en pulpa de tomate (el bocho del pajarito se mueve a razón de seis metros por segundo). Lo que no es poco, especialmente para quienes gustan de darse la sesera contra la pared. Claro, el pájaro carpintero tiene una compleja... No, mejor te ahorro los detalles, pero en síntesis su balero tiene huesos esponjosos.

Conozco mucha gente con cabeza de esponja y no me refiero a Bob, de manera que antes de intentar cualquier prueba consultá a tu médico. Dicen que para arribar a este descubrimiento que desde luego no figurará entre los más descollantes de la humanidad, los científicos usaron filmaciones en cámara lenta, rayos X y simulaciones computarizadas. No quieren confirmar si los dibujos del Pájaro Loco tuvieron algo que ver. Humildemente, desde acá los invito a descubrir otros misterios del mundo que por lo menos a mí me perturban ¿Quién es la madre de los sobrinos del Pato Donald? Y sobre todo, ¿a qué se debe el tartamudeo de Porky? Por favor, que la ciencia aporte lo suyo.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)