Por Humberto Acciarressi
La fotógrafa estadounidense Diane Arbus, aquella gran artista que eligió a personas marginales para su obra, no hubiera sabido por dónde comenzar en las puertas de los canales de TV locales. Estaba lejos de imaginar que su objetivo de poner en el centro a los freaks y en el contexto a la gente "normal", se iba a consagrar con gran naturalidad en la lejana Argentina. Sus gemelos, enfermos mentales, gigantes, familias disfuncionales, fenómenos de circo, no hubieran tenido nada que envidiarle a esa fauna que se ha dado en denominar "mediáticos".
El problema es que cada vez se pone más difícil redoblar la apuesta. Por ejemplo, la fresca apertura de la casa de Gran Hermano tenía que poner toda la carne en el asador. Personalmente creo que a esta altura ya nada asombra y la gente pide, enfermizamente, más y más. No voy a escribir lo único que sospecho que falta, porque no quiero caer en la figura de apología del delito. Claro, si afuera y en todos los canales, público y periodistas hablan del escándalo entre una bailarina y el hermano recién salido de prisión, que se pasan facturas con términos carcelarios, los primeros Gran Hermano parecen películas de Heidi.
Algo había que hacer. Y los realities ya han mostrado casi todo, salvo eso que no mencionaremos. Desde hombres que querían haber nacido mujeres, mujeres que deseaban ser hombres, enanos resentidos, gente sin brazos, ladrones arrepentidos, chicas dispuestas a las bajezas más escandalosas por un cacho de fama. Hay una que anda dando vueltas por allí, una descerebrada salida de GH y famosa por sus desnudos, una negada total.
Pero los amantes del freakismo no deben desesperar. Un fenómeno nuevo es uno de los integrantes del Gran Hermano que acaba de arrancar. Se trata del hijo de un asesino famoso y mediático, el ex dueño de Pinar de Rocha, condenado a 16 años por liquidar a su mujer. El nene acaba de decir públicamente: "Ahora estamos los dos encerrados: yo puedo salir y él no". El Cambalache de Discépolo hecho realidad.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)