Lo primero es lo primero. Un duende, capturado por un joven en San Juan y encerrado en una jaula, engañó a su secuestrador y se dio a la fuga. Sin cometer delito alguno salvo ser diferente, y no teniendo las garantías de ser atendido en el INADI, hizo bien. Más aún: esa decisión de salir de la jaula inmunda para retornar a los verdes prados, se observa, claramente, en la mirada inteligente y en cierto ademán estratégico que se ve en la única foto que pudieron sacarle con un celular.
No sabemos si salió de un cuento de los hermanos Grimm y es bueno; o si es un maligno Leprechaun imaginado por el bocho mórbido de Stephen King. Decididamente no es William Dafoe imbuido en su papel en "El hombre araña", porque quienes lo vieron expresan que no se parece. Además el actor es más alto y no entraría en la jaula. Se confirmó, eso sí, que gruñe, pega alaridos y asusta a los perros por la noche. Y camina de costado cual Michael Jackson.
Una versión sostiene que se internó en el monte, donde, como se sabe, reside el chupacabras y la luz mala le pone la piel de gallina al más bravo. Otros lugareños sufren imaginándolo perdido, lejos de su mundo de elfos, trols y hadas, cercado por humanoides alienígenas. Tal vez muera; tal vez no. Pero siempre será recordado como el duende que prefirió la libertad y el anonimato, antes que la fama y el encierro. Y el "ladri" que cobraba entre 5 y 50 pesos por mostrarlo, tendrá que salir a trabajar. O inventar un nuevo curro.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)