Por Humberto Acciarressi
Primer asunto a considerar: no mentar el blog de ningún escritor, porque los no mencionados comenzarán a mandar mails preguntando por qué ellos no figuran. Son cosas que ocurren en el aparentemente impoluto ambiente de las letras vernáculas. Segundo asunto a tener en cuenta: no hacer cuestión de nacionalidades, ya que últimamente vuelven a ponerse de moda ciertas injurias a los que no nacieron al lado de la casa de uno. A estos últimos, en todo caso, se les reservan otras diatribas. Tercer asunto a dejar en claro: el ambiente de los escritores —y sus adyacencias—, a diferencia del camino hacia el infierno, está plagado de malas intenciones. Y cuarto, algunas internas entre los amigos de la escritura —más alla de sus calidades literarias— suelen ser casi tan peligrosas como la de los Borrachos del Tablón.
Aclarados estos puntos, cabe preguntarse el para qué necesitaría un escritor que publica en letras de molde saltar a un blog para ser leído. La respuesta, obvia, es ganar más lectores, inclusos aquellos que tienen internet pero no el poder económico para comprar libros. Sin embargo debe haber más. Y tal vez sea aquí donde entran a jugar dos factores inherentes al blog y ajenos al libro como objeto. El primero, la comunicación directa, con mensajes instantáneos, de los lectores de lo que publican los escritores en sus páginas. Ese tono confianzudo al que no suelen atreverse en otros sitios de encuentro, como por ejemplo la Feria del Libro. Otra cuestión, y no menor, es que en sus blogs, los escritores pueden darse el gusto de escribir... pavadas. Algunos, como las de sus libros.
En este sentido, los blogs son lo más democrático que hay. Algunos —no haremos nombres, insistimos— suben post que parecen escritos, en cuanto a tema y estética, por cualquier chico con mucho entusiasmo y poco oficio. Atención: hay muy buenos blogs, desde el punto de vista de la escritura como de la edición, pero en un universo gigantesco son los menos. Y no siempre pertenecen a escritores. Tenemos a un muy buen crítico y escritor, autor de libros muy importantes, que se empecina contando sus intimidades. Antes, para leer sobre éstas, debíamos esperar la posteridad del diario íntimo. Hoy existen los blogs.
(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)