13 mayo 2010

Que las horas extras las haga un clon

Por Humberto Acciarressi

Seguimos con el estrés, una de las "actividades" que la población moderna parece preferir a cualquier otra. ¿Qué vas a hacer esta tarde?, ¿vamos al cine? No puedo, tengo que acumular estrés. Y se hace con un entusiasmo digno de mejores causas. Ahora se sabe que hacer horas extras y trabajar de diez a once horas por día provoca enfermedades coronarias. No queremos chicanear ningún estudio, pero dan ganas de enviar un telegrama con cuatro palabras: "Vaya con la novedad". Y cinco si le agregamos "stop".

Ojo que la investigación agrega otros condimentos. No vamos a abundar en ellos, ya que en la web podrán enterarse de qué va la noticia. Pero digamos que si tenés 480 de colesterol y tu plato diario es lechón con mayonesa, te fumás tres atados diarios de puchos, sos tan gordo que podrías haber trabajado de extra en una película de Fellini y sos más nervioso que los cortes de carne que se pueden comprar sin sacar un crédito, entonces no le podés echar la culpa sólo a las horas extras.

De cualquier forma, el tema son las horas de más en el trabajo. Y eso, de por sí, es lo que debería ser objeto de estudio. ¿Por qué, en un mundo normal y justo, alguien necesitaría hacer horas extras? Las respuestas están al alcance de tu mano y de tu intelecto: trabajar más horas de lo normal sirve para hacer más plata y llegar ajustado a fin de mes, o para morirte de un ataque fulminante al corazón. Da gusto vivir en un mundo donde uno es libre para elegir.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

Cigarrillo y poker


Media hora más tarde llegaron los bomberos, tres de los cuales debieron ser atendidos por intoxicación.

12 mayo 2010

La paz hogareña al alcance de un café

Por Humberto Acciarressi

Un nuevo estudio relacionado con las rutinas diarias acaba de revelar que el café en el trabajo, es decir la pausa para desenchufarse un poco antes de continuar en la noria, ayuda a que los problemas laborales no lleguen al ámbito familiar y aumenta la vitalidad. Ya sabés, si tu jefe te encara mal y te censura que te pases el día tomando café, apoyado en la máquina y leyendo historietas, decile con cara de dolor: "Estoy tratando de salvar mi matrimonio". Y si estás de humor, invitalo a un café mientras le preguntás si está contento con la levantada de River después de la llegada de Cappa. Si al día siguiente te golpean la puerta con un telegrama de despido, significa que no le llegó el mensaje. Y cuando vayas a buscar tus cosas, con un vasito de café en la mano, decile: "Che, que tipo negativo que había sido".

El estudio señala, además, que es importante buscar "un hueco para el humor y para olvidarnos de los `debería’". Mientras tratamos de entender cómo puede desestresar el olvido del condicional del indicativo del verbo "deber", nos ponemos a buscar ese "hueco" para reir. Llegar a la oficina con una maza y comenzar a agujerear en la pared no es aconsejable. Sentarse debajo del escritorio para reir puede servir... como antesala a la ambulancia del neuropsiquiátrico. En definitiva, la pausa del café parece ser la opción menos traumática. Aunque tanto café te convierta en el negrito de Sugus con una úlcera gástrica. La paz hogareña, a veces, bien vale un balde de milanta después de cada comida.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

10 mayo 2010

Hugh Laurie: el cínico más simpático


Por Humberto Acciarressi

Hugh Laurie es un hombre de suerte. Pero lo era desde antes que el doctor Gregory House lo convirtiera en un ícono mundial, con fanáticos entre todas las edades. Ese antihéroe desafiante, malhumorado, brillante y contradictorio, ha merecido varios estudios, como los compilados por William Irwin y Henry Jacoby en "La filosofía de House". En éste se analiza desde distintas ópticas - que van desde Aristóteles hasta Sherlock Holmes, pasando por Sócrates y la retórica taoista - al médico misógino del Hospital Princeton-Plainsboro. Pero con estudios o sin ellos, en cinco temporadas doctor House se ha metido al mundo en el bolsillo. Hugh Laurie, decíamos, es un hombre de suerte. Pero siguiendo los razonamientos de su personaje más famoso: ¿lo es realmente? Veamos.

Cuando hace más de un lustro fue contratado en los Estados Unidos, su mujer se quedó en el Reino Unido cuidando a sus hijos, Charlie, Rebecca y Will. Ahora, con la fama mundial a cuestas, reconoce que aquella determinación le pasó la cuenta. "No puedo decir que esta serie haga mi matrimonio más fácil", confesó a US Magazine, para añadir que "no estaba preparado para esto". En el 2007, le fue diagnosticada una depresión, que fue atribuida a esta circunstancia.

Hugh Laurie, en tanto, siguió trabajando a full y demostrando la versatilidad que ya se le conocía en Inglaterra. Nacido el 11 de junio de 1959 en Oxford, estudió arqueología y antropología, se dedicó a coleccionar motos (en la actualidad tiene unas diez), y comenzó la carrera de la actuación. En el medio, con tono dramático, le había prometido a sus amigos que se iba a suicidar antes de los cuarenta años, cosa que obviamente no hizo. Por esos años conoció a Emma Thompson, nacida el mismo año que él unos meses antes (el 15 de abril), con quien tuvo un romance y con quien trabajó en el cine en "Peter’s Friends" y "Sense and Sensibility", entre otras. También fue vital en su formación y el posterior desarrollo de su carrera, la amistad con Stephen Fry, su compañero en infinidad de trabajos.

La música tampoco le es ajena a Laurie, y en programas televisivos y pubs londinenses cantó y tocó la guitarra, el piano, la armónica o la batería. El que tenga curiosidad puede entrar en You Tube y allí encontará varias de estas actuaciones, algunas realmente memorables. Para que no queden dudas sobre las condiciones multifacéticas de Laurie, acaba de aparecer en nuestro país, con el título de "El vendedor de armas" (Planeta), el thriller que publicó en 1996 y con el que entró a todo trapo en el mundo de la literatura. Con un estilo que combina una muy buena prosa y ese exquisito humor británico, Laurie deja bien en claro que todo lo que toca lo convierte en arte. Nadie sabe de dónde saca el tiempo este actor, músico, director, productor y escritor. Tal vez ni él mismo lo sepa, y por eso sus quejas. "Esto no es vida", dijo hace poco. Es triste pensarlo, pero sus fans se comportan como lo haría el Dr. House y le dicen: "Fue tu elección Hugh".

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

07 mayo 2010

No sos vos ni soy yo, es internet

Por Humberto Acciarressi

Un estudio realizado por un laboratorio y publicado en The Guardian, ahora trata de indagar las razones del poco sexo que tienen las parejas en la actualidad. Es cierto que el estrés se lleva el 83 %, otras actividades (¿cuáles, por el amor de Dios?) el 74 % y el trabajo el 55 %. Pero hay un inquietante 28% que le echa la culpa de la falta de sexo a internet, o mejor dicho a que sus parejas prefieren navegar por la red antes que compartir la cama con ellas.

De acuerdo al estudio, las mujeres británicas tiene sexo 1,4 veces por semana (lo cual no debe llevar a deducir que uno es interruptus, por cuanto así se expresan las estadísticas). Antes le echaban la culpa a la televisión y más concretamente al futbol. Si tenemos en cuenta que estamos en las puertas de un Mundial e internet tendrá un papel hiperactivo desde PCs tradicionales hasta en celulares, los dos enemigos más temidos del sexo están a punto de causar un desastre ecológico entre las mujeres.

Tal vez sea el momento ideal para poner un clasificado que diga, palabras más, palabras menos: "Enemigo del futbol e ignorante de la web 2.0, busca mujeres para divertirse durante los próximos dos meses. Absoluta reserva". ¿Quién te dice? A río revuelto, ganancia de pescadores. Hay otro dato clave del estudio: más de un tercio de las mujeres dicen que no se sienten sexys desde hace un mes y un 14% jura que nunca en su vida se ha sentido seductora. Yo pregunto, ¿de dónde sacaste eso, hermosa?

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

Una mujer linda, lo peor para el estrés

Por Humberto Acciarressi

Si sentís que la cabeza te da más vueltas que un tímido antes de invitar a tomar un helado a la prima, las piernas andan varios metros delante tuyo, los ojos se te caen, la gente te irrita al punto de ansiar una invasión de marcianos que culmine exitosamente, y cualquier ruidito lleva tu mano hacia un objeto contundente con cualidades dignas de aplastar un cráneo, quiere decir que estás estresado. Puede significar que seas un psicótico, pero esa es otra cuestión.

Al grano: tenés que desestresarte urgente antes de terminar mirando las luces del techo en una sala de terapia intensiva. Aunque cuidado. Lo que hasta ayer era un remedio, ahora puede incrementar el síntoma. Descanso, una playa caribeña, unos martinis, lectura, cada cual tiene su método. Pero nada de mujeres lindas. No grites ni amenaces al mensajero: lo dice la ciencia.

Ante una mujer atractiva, a los hombres nos aumenta el nivel de la hormona del estrés, el cortisol, "que nos prepara para la acción" (frase de un reciente estudio escrita por un tipo que mientras guiñaba un ojo). Por ejemplo, si estás rodeado por un grupo de chicas, ponele atención a la más fulera del lote, a menos que quieras que tu nivel de estrés se dispare hacia las nubes. El estudio de marras se realizó en salas de espera. Frente a esto, ¿no es peligroso que haya mujeres lindas esperando al médico donde se encuentra el pobre estresado? Hay cosas que no terminan de cerrar. Por eso, ante cualquier duda consultá a tu médico.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

01 mayo 2010

Para una botella al mar, 33 son mejores


Por Humberto Acciarressi

Los campeonatos obtenidos por River en el era profesional, la edad de Cristo en el momento de la crucifixión, el mejor puntaje para echar la Falta en el truco, la representación de la alianza en la Cábala, el grado más alto en el ritual masónico, la cantidad de divinidades del hinduismo. En fin, el 33 tiene una larga historia. Ahora hay que sumarle que son los años que tardó en llegar a las manos de una usuaria británica de Facebook, un mensaje arrojado al mar en una botella.

Resumiendo, un chico belga que en la década del 70 tenía 14 años, paseaba en un barco e hizo lo que todos hicimos alguna vez: tirar un escrito metido en un envase de vidrio, con la esperanza que alguien lo lea. Treinte y tres años más tarde, Lorraine Yates encontró el mensaje y a su vez hizo lo que en los 70 hubiera sido imposible: rastrearlo en Facebook. Por supuesto lo encontró, ya que de no ser así estaríamos escribiendo sobre otra cosa. La historia ya recorre el mundo. Lo que podemos inferir es que ya hay gente pergeñando la película sobre este asunto.

Aquel chico de 14, Olivier, ahora tiene 47 años y por lo menos dos hijos. De ella sólo se conoce el nombre. Ideal para la comedia que hace unos años hubieran interpretado Meg Ryan y Tom Hanks, y si agregamos el ingrediente del mar, eventualmente la pelota Wilson. Y hasta podríamos concluir con Olivier rechazando en Facebook el pedido de amistad de Lorraine. Nunca está de más un poco de dramatismo.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)