PALMIRA, ANTES Y DESPUES. |
Ciudad "independiente entre dos imperios". Así la llamó Plinio El Viejo en el libro V de su "Historia Natural", cuando en el año 41 antes de Cristo el general romano Marco Antonio pasó por ella desde la ciudad imperial en su ruta hacia el imperio Parto. Palmira ya se llamaba de esa forma y pertenecía a la Siria conquistada por Pompeyo Magno. Antes de esos acontecimientos, esa parada obligatoria en la Ruta de la Seda llevaba el nombre de Tadmor ("la ciudad de los árboles de dátil"), se encontraba junto a un privilegiado oasis en el desierto y a 200 kilómetros de la antigua ciudad de Damasco. A lo largo de los siglos, por sus calles caminaron personajes notables en todas las disciplinas y Palmira fue una fuente de inspiración para muchas narraciones y centro de atención de infinidad de historiadores. Cuando Plinio la denominó como señalamos, ya habían pasado más de dos siglos del paso de Alejandro Magno y aún no se habían vivido las andanzas de la indómita reina Zenobia.
De la milenaria Palmira quedan ruinas arqueológicas y la ciudad que hoy lleva ese nombre se encuentra en las cercanías de aquella. Los recuerdos en piedra y escrituras en las paredes, viejos templos y estatuas, es decir todo el testimonio de varias civilizaciones que pasaron por ese sitio clave de Siria, fueron declarados en el 2013 como Patrimonio de la Humanidad en Peligro debido a la guerra civil que mata a quienes se quedan y a quienes huyen del conflicto. Palmira cayó en poder de Isis no hace mucho y desde entonces esos enfermizos fanáticos religiosos no han hecho otra cosa que decapitar gente y destruir esas ruinas que ya no pertenecen a Siria sino a todo el planeta. "Esto es una batalla cultural, no política", se desespera uno de los funcionarios que tiene a su cargo una institución que pronto será una entelequia: la Dirección General de Museos y Antigüedades de Siria.
Entre la destrucción sistemática y masiva de todo aquello que de acuerdo a estos delirantes no representa lo que ellos interpretan del Islam, ya han volado edificios, torres milenarias, bibliotecas, templos. Ahora le tocó el turno a un gran Arco que era un ícono de aquellas regiones desde los inicios de nuestra era. Todo lo que para Isis tiene olor a "paganismo·" es metódicamente destruido. Frente a esta realidad abrumadora y fatal, los especialistas han llegado a la conclusión que la antigua Palmira, que soportó invasiones, guerras y el paso del tiempo durante siglos y siglos, podría desaparecer en apenas tres meses. Si hoy mismo se detuviera esta barbarie, ni de Palmira ni de otras ciudades se podría conservar demasiado. El daño arqueológico, histórico, en fin, cultural, corre paralelo a la tragedia humanitaria que se vive en esos sitios y que ya se extienden fuera de aquellas fronteras.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)