Por Humberto Acciarressi
Otra vez, como cuando Brasil visitó a la Argentina por las eliminatorias del Mundial de Alemania, el equipo de Dunga traerá su propia agua para evitar -dicen- un nuevo "caso Branco". En rigor, 220 botellas para no caer en la tentación de aceptar beber de un bidón "marca Bilardo" y terminar todos como jamaiquinos en una noche de farra al son de la música de Bob Marley. El estigma Branco (aquel defensor brasileño que tomó agua de un bidón argentino en Italia 90 y acabó haciendo señas y cantando Lucy en el Cielo con Diamantes mientras Argentina dejaba fuera a su selección con el gol de Caniggia), persigue al equipo verdeamarillo, que prefiere curarse en salud con vistas al partido de mañana en Rosario. Y no precisamente con pastillas de Valium.
De una u otra forma, los amigos del Brasil quedaron muy sensibilizados. Y nosotros también. Su dolor es el nuestro, ¿o acaso no integramos el Mercosur?. Pero, ¿existió el famoso somnífero? Según Basualdo y Maradona, no queda ninguna duda. Y para colmo, el entonces "10" ahora es el técnico, y Bilardo -manager del seleccionado- es sindicado como artífice de aquel sabotaje de hace casi dos décadas.
Desde acá les sugerimos a los hermanos verdeamarelhos. No carguen inútilmente el avión: vengan y beban las aguas argentinas, que tienen cianuro, desechos tóxicos y peces mutantes, pero no somníferos. Podrán, sí, morir de cáncer en unos años (nadie es perfecto), pero no tendrán a ningún drogón en el área. Es una buena oportunidad para lavarle la cara al fútbol. Eso sí, el agua la ponemos nosotros.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)