16 febrero 2008

Un mano a mano con Julian Barnes


Por Humberto Acciarressi

Integra, junto a Martin Amis, Ian Mc Ewan, Kazuo Ishiguro, David Lodge y unos pocos más, la pléyade de escritores que renovó las letras inglesas. A mediados de los ochenta, la novela "El loro de Flaubert" consolidó su reputación y pasó a integrar el parnaso de la actual literatura británica. Durante un paso fugaz por nuestra ciudad, charlamos con él sobre algunos de los temas que lo obsesionan: la narrativa, el rol del escritor y el mundo. Gustador de casas de artistas, ahora anduvo por Chile tras los pasos de Neruda y en Buenos Aires en pos de los de Borges. "Visitar el lugar dónde crearon escritores de todas las épocas y geografías, es algo que me gusta más alla del autor. Incluso lo hago con escritores que no me gustan", señala al respecto con orgullo...inglés. Pero a la vez él mismo escribe, y por eso queremos conocer la cocina del novelista, su propia cocina:

"En general las historias me buscan, vienen a mi encuentro. Eso fue lo que me sucedió con "Arthur y George", cuando estaba leyendo un libro de Douglas Johnson sobre el caso Dreyfus, donde se mencionaba al pasar que en Inglaterra había ocurrido algo similar, aunque la víctima era un chico acusado de mutilar animales. Fue condenado en un juicio injusto y Conan Doyle se interesó por el caso. Allí me di cuenta que tenía un libro".

-¿Puede decirse que fue el "Caso Dreyfus" inglés?
De alguna manera podemos decir que es así. La pregunta es por qué el caso francés y la defensa de Emile Zola seguía sonando en el tiempo, mientras que el episodio inglés no. Entonces me di cuenta de que era porque en el caso Dreyfuss se trataba de un hecho de traición.

-¿Por qué los escritores ingleses, en la misma época, no hicieron nada por Oscar Wilde?
En realidad no me gusta hacer generalizaciones, pero hay que tener en cuenta la sociedad de entonces y la personalidad del escritor. En el caso de Oscar Wilde, me parece que no fue defendido porque él daba la impresión de que era incapaz de cuidarse a sí mismo. Sin embargo, en la actualidad, Salman Rushdie fue muy defendido por los intelectuales ingleses.

-Llama la atención que hable tanto de autores franceses, mientras colegas suyos se inclinan por los norteamericanos.
Los escritores británicos se dividen entre los que miran a Europa y los que miran hacia Estados Unidos. Yo estoy entre los que miran a Europa. En mi país dicen que soy muy francés, pero en Francia sostienen que soy el típico escritor inglés. Pero la mejor literatura reconoce que independientemente del dinero y la condición social o geográfica del escritor, la gente ama y sufre. En definitiva, las ortodoxias literarias viene y van.

-Entre nosotros, Héctor Murena acuñó el término "parricidio literario". ¿No le parece que con esa división, los escritores ingleses casi no miran a sus colegas del pasado?
Creo que decir parricidio es exagerado. En todo caso, los dejamos de leer -tenemos épocas- y más tarde hay una relación más complicada. Pero no sólo con los clásicos ingleses. Me da vergüenza reconocer que leí el Quijote en los últimos años, a pesar de que Flaubert lo adoraba y tiene muchos escritos sobre él. Los escritores que admiraba Borges -Wells, Stevenson, Chesterton- ya pasaron de moda en Inglaterra. Sin embargo, yo los volvería a leer ahora gracias a Borges, para ver que encontró en ellos, porque él volvió a entusiasmarme. Esa es mi relación con los autores ingleses.

-¿Qué género le gusta más?
No podría decirlo. Soy un escritor de novelas, que permite más licencias, pero también fui periodista y tengo libros de relatos. Mis cuentos, que constituyen el género más difícil, como la poesía, se venden muchísimo en Alemania. Creo que los cuentos ayudan a construir la reputación, más que a construir ventas.

-¿Lo asusta el estado del mundo en la actualidad?
Me preocupa mucho. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más amplia. Está como en épocas victorianas. Y lo peor es que a la población inglesa no parece importarle. Lo más curioso es que la réplica se ha convertido en algo tan importante como real. En el último año, más personas visitaron la réplica de Venecia en Las Vegas que a Venecia misma.

-¿El arte puede hacer algo?
Naturalmente, porque el arte cuenta más verdades que la historia y el periodismo.

(Publicado en la sección "Mano a mano" del diario La Razón, luego de la reciente visita por dos días del escritor inglés a Buenos Aires)