12 marzo 2010

Libano, 1957

Un celular con una persona a cuestas


Por Humberto Acciarressi

Ocurrió hace unos días en la zona de Congreso. Una chica, en un local de comida rápida, al borde de un ataque de nervios y una urgente necesidad de una sopa de clonazepan, le rogaba a la cajera que buscara, que le diera noticias, que implorara junto a ella, por el iPhone que -aseguraba- había olvidado en el mostrador. Estaba realmente mal, el aparato no apareció, y se fue desesperada. Si andaba con plata, debe haber corrido a comprarse otro. Mejor no imaginar las cosas que puede haber hecho si no la tenía. Los ojos desorbitados hablan a las claras que era una adicta al teléfono móvil y de sus chiches incorporados, de esos de los que habla un estudio recién publicado.

Miles de jóvenes confiesan que se sentirían perdidos sin el celular. Un 75% de ellos reconoce que se acuesta con el aparato, que para colmo (de males o de bienes) cada vez hace más cosas. Que mucha gente está chiflada no es novedad. Una pareja coreana acaba de dejar morir a su hija real por cuidar a una virtual, un avatar llamado Anima de un juego similar a Second Life. Pero lo de los celulares está alcanzando límites de pesadilla. Cuando incorporen un par de funciones más (mucho no falta), estaremos casi adentro de los sueños más osados de la ciencia ficción. Un alto porcentaje reconoce la adicción, aunque no se especifica qué se hace con ese reconocimiento. Tal vez estemos en los umbrales de un nuevo tiempo: cuando los celulares caminen por la calle con un hombre o una mujer a cuestas.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

04 marzo 2010

¿La mujer es una droga?

Por Humberto Acciarressi

Hasta ahora, la frase "esa mujer es una droga" era una metáfora y no demasiado feliz. Pero la ciencia no se cansa de darnos sorpresas. Ahora resulta que esa mujer, la de las curvas, sí, esa tan voluptuosa que anda a tu alrededor, produce en tu cerebro la misma sensación que el alcohol o las drogas más variadas. Los investigadores asocian este descubrimiento a que los hombres disfruten más con las páginas pornográficas que las mujeres, algo que dan por hecho aunque sin citar fuentes científicas.

De cualquier manera no alcanzamos a imaginarnos a un programa de investigación televisiva haciendo un seguimiento de aquellos que salen con mujeres curvilíneas. O por lo menos, no de uno que siga la ruta del "paco", la cocaína o el éxtasis. Pero atenti los sabuesos de la DEA y todas sus oficinas internacionales, hay mujeres más peligrosas que una barra de la peor merca. Y si viajás con una, no te extrañe que -de ahora en más- te la confisquen en el aeropuerto mientras vos vas a parar a una celda, de cabeza. Si andás con varias chicas y utilizás el recurso "para consumo personal", no olvides declararte religiosamente polígamo para evitar males mayores. Y si te querés sacar a una de encima porque te tiene podrido, utilizá un argumento avalado por la ciencia: "Me hacés mal y estoy en proceso de rehabilitación". Eso sí: no camines por la calle mostrando una Playboy porque te pueden acusar de apología del delito. Aunque vos no lo creas.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)