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19 mayo 2016

Luca Prodan y un masivo recuerdo en Twitter


Por Humberto Acciarressi

Para los amigos de las efemérides no hubiera servido, ya que 63 años no es un número redondo. A los usuarios de Twitter, que en líneas generales ubican en los TT las estupideces más notables, no les importó demasiado ese asunto y rompieron la tradición para celebrar el nacimiento de ese raro personaje cuya biografía se ha mezclado con su leyenda al punto que cualquiera inventa cosas sobre él y se le atribuyen frases jamás pronunciadas. Algunas cuestiones sí son ciertas, como que nació en Roma; otras no se han probado jamás, como que fue compañero de estudios del príncipe Carlos en Londres, de lo que este anti-sistema se ufanaba vaya a saber por cual extraño motivo. Deserciones al servicio militar en Italia, viajes al Africa, supuestas amistades con músicos icónicos del rock europeo, fueron propalados por él luego del paso que lo iba a convertir en un mito. Es decir, la aceptación de su amigo argentino Timmy McKern para venirse a nuestro país como una manera de hacerle un gambito a su fuerte adicción a la heroína.

Fue de esa forma que el pelado que todavía tenía pelo arribó a estos arrabales del mundo y se instaló en Córdoba con un centenar de discos de Joy Division, The Cure, The Buzzcoks y los Sex Pistols. Con sus gustos por el reggae, el punk y el post-punk, más sus condiciones musicales, se decidió a formar una banda en estos pagos que ya nunca abandonaría. Una de las cosas con las que más sorprendió de entrada fue su marginalidad (una tontería que cultivan los idiotas) y su gran dominio del escenario (algo que se omite y marca un verdadero talento). Esto es así. A Luca se lo recuerda mayormente por aquellas cosas menos valiosas que tuvo, como su entusiasmo por arruinarse la vida a base de ginebra y las drogas más variadas que te puedas imaginar. Basta leer hoy, en Twitter, el tono de muchos de los "homenajes". Por suerte hay otros que recuerdan al músico y no al borracho que se murió en esa casa cuyas paredes se venían abajo en la calle Alsina, en diciembre de 1987, después del papelón de su último recital en el club Los Andes, donde tuvo que repetir dos veces "Fuck You".

Por otro lado, desde su presentación en el Caroline´s de El Palomar, con Germán Daffunchio, el “Bocha” Sokol (fallecido en 2009) y Stephanie Nuttal, la batera que Luca trajo de Manchester (más tarde llegarían Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Roberto Pettinato y Alberto Troglio), Prodan hizo en poco tiempo lo que realmente hay que rescatar: los tres discos oficiales de Sumo. Primero "Divididos por la felicidad" (1985), donde están "La rubia tarada", "Mejor no hablar" (compuesta por el Indio Solari), "El reggae de paz y amor" y su versión de "Kaya", de Bob Marley. Luego "Llegando los monos" de 1986, con "Viejos vinagres" y "Que me pisen", y "After Chabón", de 1987, con la bellísima "Mañana en el Abasto" y "Lo quiero ya", que sintetizó la época con el "no sé lo que quiero pero lo quiero ya". Es cierto que habría que incluir "Corpiños en la madrugada", que fue el primer disco, de 1983, aunque apenas se largaron 300 cassettes para vender en un par de recitales y recién fue reeditado, con otros temas, ya fallecido Luca. Personalmente recuerdo el saqueo de sus guitarras, discos y libros cuando aún no habían retirado su cuerpo de la casa de la calle Alsina. Un asqueroso fetichismo post-morten.

(Publicado en el diario "La Razón" de Buenos Aires)

24 diciembre 2014

Luca Prodan y Sumo, vida efímera y música eterna


Por Humberto Acciarressi

La banda que formó unos meses antes de la guerra de Malvinas y cuando la dictadura militar entraba en su última etapa, pasó entre nosotros como una locomotora loca sin vías ni destino. Ya en democracia, Sumo se sumó a los grupos que trajeron la renovación al rock argentino. Se sabe que Luca Prodan murió en la madrugada del 22 de diciembre de 1987 en ese conventillo-pensión de la calle Alsina, pero los graffttis y su música afirman que "Luca not dead". Lo cual no está mal, ya que nadie sabe realmente quién fue ese raro artista que nació en Roma en mayo de 1954, que fue compañero de estudios del príncipe Carlos en Inglaterra, que viajó -si no fue un invento suyo- a Africa, y que finalmente recaló en la Argentina escapando a las drogas pesadas, como si la geografía pudiera servir para eso. Lo cierto es que cuando el pelado que todavía tenía pelo aceptó la invitación de su amigo argentino Timmy McKern a venir a nuestros pagos, Luca aceptó.

Prodan, que decía haber visto en vivo a las mejores bandas del mundo (suerte que a los argentinos nos llegó un poco más tarde), desembarcó en Córdoba con un centenar de discos de Joy Division, The Cure, The Buzzcoks y naturalmente de los Sex Pistols. Con un conocimiento casi académico del reggae, del punk y del post-punk, formó esa banda en estos pagos que ya nunca abandonó. Marginal y salvaje, con gran dominio del escenario y una voz surgida de los vahos de la ginebra y el talento, Luca se metió en el corazón del público under desde el día en que se presentó en el Caroline´s de El Palomar, con Germán Daffunchio, el “Bocha” Sokol (fallecido en 2009) y Stephanie Nuttal, la joven batera que el pelado hizo venir de Manchester. Más tarde llegaron Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Roberto Pettinato y Alberto Troglio.

Presentaciones en bares como el Zero y el Einstein, en Obras, en el Astros, en la televisión, y apenas tres discos en vida de Prodan (“Divididos por la felicidad” en 1985, “Llegando los monos” en 1986 y “After chabon” en 1987, aunque habría que incluir "Corpiños en la madrugada" de 1983, del que se hicieron 300 cassettes que se vendieron en dos recitales), son la breve biografía de Sumo. “Con los discos, como con los conciertos, me divierto”, decía el Pelado, que ya era una leyenda antes de esa madrugada en que los forenses asentaron: “Paro respiratorio no traumático debido a un cuadro de debilidad cirrótica”. Después de su muerte, Sumo se bifurcó en Divididos, Las Pelotas y Pachuco Cadaver. Pero ningún fan de Luca dejó de escucharlo en sus clásicos “La rubia tarada”, “Virna Lisi (TV caliente)”, “Una noche en New York City”, “Los viejos vinagres” o “Divididos por la felicidad”. De la calle Alsina saquearon sus guitarras, sus discos, sus libros. Una verdadera tropelía de fetichismo post-mortem. Luca, que tenía 33 años cuando murió, tuvo muy poca vida entre nosotros los argentinos. Efímero como una mariposa, luego comenzaron las versiones, los datos incomprobables, se escribieron libros y se hicieron películas. Y a pesar de eso, nadie sabe todavía quien fue Luca Prodan.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

30 diciembre 2012

Pasaron 25 años y Luca not dead


Por Humberto Acciarressi

Ya han transcurrido 25 años de aquella madrugada del 22 de diciembre de 1987 en que ocurrió lo inevitable: la muerte largamente postergada de Luca Prodan. Luego llegaría el "Luca not dead", para recordar al pelado más famoso del rock del país, ese músico que pasó entre nosotros como una locomotora cuyo humo aún nubla las miradas.

Posiblemente nunca sepamos quién fue en realidad Luca , cuya biografía se mezcla con la leyenda, alimentada por él mismo. Se sabe que nació en Roma el 17 de mayo de 1954 y que siendo joven se trasladó a Inglaterra, donde fue compañero de estudios del príncipe Carlos. Deserciones al servicio militar, bohemias londinenses , viajes al Africa, una fuerte adicción a la heroína, su acercamiento a bandas como Joy Division, The Cure , The Buzzcoks y naturalmente los Sex Pistols, son algunas de las cosas que siempre se comentaron. Sí es comprobable que para escapar de las drogas pesadas, Luca aceptó la invitación de un amigo argentino, Timmy McKern, a pasar una temporada en nuestros pagos. Y el pelado que aún tenía pelo aceptó. Eran los comienzos de los años 80.

Marginal, por momentos salvaje, con un dominio impar del escenario y una voz surgida de los vahos de la ginebra y el talento, Luca se metió en las tripas del público under desde el día en que se presentó en el Caroline´s de El Palomar, junto con Germán Daffunchio, el ya fallecido Alejandro "Bocha" Sokol  y Stephanie Nuttal, la joven baterista que el pelado hizo venir de Manchester. Más tarde llegarían Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Roberto Pettinato y Alberto "Superman" Troglio. Los discos oficiales de Sumo en vida de Luca fueron tres y en tres años sucesivos: "Divididos por la felicidad" (1985), donde están "La rubia tarada", "Mejor no hablar" (compuesta por el Indio Solari), "El reggae de paz y amor" y su versión de "Kaya", de Bob Marley. Luego vinieron "Llegando los monos" en 1986, con "Viejos vinagres" y "Que me pisen", y en 1987 "After Chabón", con la bellísima "Mañana en el Abasto" y "Lo quiero ya", que con su frase "no sé lo que quiero pero lo quiero ya" sintetizó el espíritu de una época.

También habría que incluir "Corpiños en la madrugada" (cronológicamente fue el primero, de 1983, pero apenas se hicieron 300 cassettes que se vendieron en un par de recitales, y recién fue reeditado, con otros temas agregados, en la década del noventa). El 20 de diciembre de 1987 ofreció su último recital en el estadio del club Los Andes, donde repitió dos veces "Fuck you". Para el cierre, antes de cantar un cover de los Beatles ("Day tripper", aquel tema con uno de los riffs más famosos de la historia del rock), Luca gritó: "Ahí va la última". Cuando la banda se retiró, se quedó un rato en el escenario, solo. Era la madrugada del 21.

Murió un día más tarde. De su casa de la calle Alsina , con el cuerpo del pelado aún caliente , saquearon sus guitarras, sus discos, sus libros. Una verdadera tropelía de fetichismo post- mortem. De la matriz de Sumo, muerto su frontman, salieron "Divididos", "Las Pelotas" y "Pachuco Cadáver". Efímero como una mariposa, cuando se consumió en su propio fuego comenzaron las versiones, se sumaron los datos, se inventaron itinerarios, se escribieron libros y se hicieron películas. Luca apenas tenía 33 años y aún es poco lo que se sabe de él. Es decir: su figura tiene todos los condimentos para alimentar la leyenda.

(Publicado en el suplemento de música "¿Te Suena?", de La Razón, de Buenos Aires)

26 enero 2010

Luca Prodan: veinte años no es nada


Por Humberto Acciarressi

Parece un sueño que hayan pasado más de dos décadas de aquella madrugada del 22 de diciembre de 1987 en que ocurrió lo inevitable: la muerte largamente postergada de Luca Prodan, el pelado más famoso del rock del país. Y sin embargo, a pesar de las apariencias, “Luca not dead”, o por lo menos así lo afirman los graffitis y la música de Sumo, la banda que pasó entre nosotros como una locomotora cuyo humo aún nubla las miradas. Con lo cual -una vez más y van...- hay que coincidir con Gardel en que veinte años no es nada.

Pero ¿quién fue realmente Luca? Posiblemente nunca lo sepamos. La biografía y la leyenda se confunden. Se sabe que nació en Roma el 17 de mayo de 1954 y que siendo joven se trasladó al Reino Unido, donde fue compañero de estudios del príncipe Carlos. En un mar de versiones se confunden deserciones al servicio militar, bohemias londinenses, viajes al Africa y una fuerte adicción a la heroína. Precisamente para escapar de las drogas pesadas, a comienzos de los ochenta Luca aceptó la invitación de un amigo argentino, Timmy McKern, a pasar una temporada en nuestros pagos. Y el pelado que todavía tenía pelo aceptó.


Luca, que había visto en vivo a las mejores bandas del mundo (suerte que a los argentinos nos llegó más tarde), desembarcó en Córdoba con un centenar de discos de Joy Division, The Cure, The Buzzcoks y naturalmente de los Sex Pistols. Con un conocimiento casi académico del reggae, del punk y del post-punk, al poco tiempo ya estaba decidido a formar una banda en estas tierras que nunca abandonaría.

Marginal, por momentos salvaje, con un dominio impar del escenario y una voz surgida de los vahos de la ginebra y el talento, Luca se metió en las tripas del público under desde el día en que se presentó en el Caroline´s de El Palomar, con Germán Daffunchio, Alejandro “Bocha” Sokol (de cuya muerte se acaba de cumplir un año) y Stephanie Nuttal, la joven baterista que el pelado hizo venir de Manchester. Más tarde llegarían Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Roberto Pettinato y Alberto Troglio.


En la leyenda de Sumo no se pueden obviar las presentaciones en bares como el Zero y el Einstein, en Obras, en el Astros... Incluso estuvieron, para escándalo de algunos fans, en la televisión. La banda grabó en estudio apenas tres discos en vida de Luca (“Divididos por la felicidad” en 1985, “Llegando los monos” en 1986 y “After chabon” en 1987). También hay que incluir "Corpiños en la madrugada" (cronológicamente fue el primero, de 1983, pero apenas se hicieron 300 cassettes que se vendieron en un par de recitales, y recién fue reeditado, con otros temas agregados, en la década del noventa). "Fiebre" e innumerabales recopilaciones y placas piratas llegaron más tarde.

“Con los discos, como con los conciertos, me divierto”, le gustaba decir al Pelado, que ya era una leyenda antes de esa madrugada triste en que los forenses asentaron: “Paro respiratorio no traumático debido a un cuadro de debilidad cirrótica”. Y tan mítica se hizo su figura que de creerle a quienes dicen haber tomado ginebra con él, dos de cada tres argentinos se sentaron a su mesa. De historias como ésta se nutren los mitos.


Después de la muerte de Luca, Sumo se bifurcó en Divididos, Las Pelotas y Pachuco Cadaver. Pero ningún fan de Luca dejó de escucharlo en sus clásicos “La rubia tarada”, “Virna Lisi (TV caliente)”, “Una noche en New York City”, “Los viejos vinagres” o “Divididos por la felicidad”. Dos días antes de morir, se presentó por última vez en el Club Los Andes, en Lomas de Zamora, donde -tal vez presintiendo el final -repitió, para sorpresa de todos, un par de temas. Después llegó la madrugada fatal. De su casa de la calle Alsina, con el cuerpo de Luca aún caliente, saquearon sus guitarras, sus discos, sus libros. Una verdadera tropelía de fetichismo post-mortem.

Luca, que tenía 33 años cuando murió, tuvo muy poca vida entre nosotros los argentinos, pero eso sólo le bastó para ser mucho más que “alguien”. Existencia muy escasa, aunque intensa, en comparación con la huella que dejó. Efímero como una mariposa, cuando se consumió en su propio fuego comenzaron las versiones, se sumaron los datos, se inventaron itinerarios, se escribieron libros y se hicieron películas. Por todo esto es que decimos que tal vez nunca se sepa quién fue Luca Prodan. Y eso no está nada mal.

(Publicado en el suplemento de música "Te Suena", de La Razón, de Buenos Aires)