"Ayer había en la carretera un hombre empujando una carretilla. Con un barril lleno de líquido turquesa. Con un pulverizador, fumigaba las vides, que se volvían de un tono azulado-malva-verdoso. Hermoso. También fumiga las fachadas de las casas, dicho sea de paso, cuando hay vides en la entrada. El insecticida le salpica, de manera que su gorra está coloreada de turquesa, lo mismo que sus hombros, su cuello y sus manos ¡Turquesa! ¿Puedes imaginar el placer de tropezar con un hombre coloreado de turquesa, con un barril rebosante de este color, y una carretilla manchada del mismo color? ¡Un hombre que se ocupa de pintar el mundo! He visto cómo pintaba el mundo silenciosamente, mientras el sol arreciaba. Pintaba la tierra, las vides, las casas, a él mismo. Me gustaría volver inmediatamente y pulverizar con turquesa tu mal humor. Ir a verte rociada de sol. El hombre de la gorra turquesa surca mis sueños..."
Anais Nin