"Al fin llegó la noche. Pero, !qué triste era aquí! Sólo un oscurecer, un desaparecer de todas las cosas, un entenebrecimiento de la luz. Aquí era un final lo que en París no era sino el principio de todas las diversiones. Aquí el atardecer derramaba noche: allí encendía las velas bordeadas de oro en los salones reales, hacía centellear el aire en los ojos, inflamaba, calentaba, embriagaba, estimulaba los corazones. Aquí los hacía todavía miedosos. Anduvo errante de habitación en habitación: en todas acechaba el silencio acurrucado como un animal maligno, cebado durante muchos años, puesto que nadie había venido a turbarlo, y ella temía que le saltara encima"
Stefan Zweig
(Fragmento de "Amok", 1922)
Y ya que estamos con Zweig, no está de más recordar las palabras de André Maurois escritas después del suicidio del alemán junto a su esposa, en su exilio en Petrópolis, Brasil, a donde había llegado huyendo del nazismo.
"Muchos hombres de buen corazón deberían reflexionar sobre la responsabilidad de todos nosotros y sobre la vergüenza existente en una civilización que ha creado un mundo donde Stefan Zweig no ha podido vivir"
André Maurois