"Recuerdo las noches frente a la chimenea. En una obra mía que se representó en Chicago había utilizado una alfombra de piel de oso, y la chica que nos prestó la alfombra se había presentado algún tiempo después en Nueva York y me la había regalado. Yo me tumbaba en la alfombra delante de la chimenea y leía, con la cabeza apoyada en la cabeza del oso. Cuando me casé, mi mujer supuso que yo había hecho el amor con innumerables mujeres encima de aquella alfombra y sugirió que la dejara allí, cosa que hice. Sólo había hecho el amor con una mujer sobre la alfombra..."
David Mamet