02 julio 2020

Julio Verne y su fabulosa inventiva, a 115 años de su muerte

JULIO VERNE FOTOGRAFIADO
POR FELIX NADAR
Por Humberto Acciarressi

Julio Verne, a 115 años de su muerte acaecida en Amiens, Francia, el 24 de marzo de 1905, aún es una caja de sorpresas, una suerte de matrioshka rusa, esa tradicional muñeca hueca que contiene a otra, que a su vez alberga a otra y así hasta donde la física lo permita. Este sobrino de Chateaubriand e hijo de un hombre de leyes fue, efectivamente, un literato al que hubiera sido un gusto conocer. Sólo para dar un dato digamos que el autor de "Viaje al centro de la tierra" escribió, entre 1862 y 1905, nada menos que 82 novelas y relatos largos. Por un abuso de las estadísticas, cada tanto salen a la luz las predicciones cumplidas de Verne: el submarino, la nave espacial, el transatlántico, la televisión, el micrófono, los rascacielos o el bombardeo teleguiado. En síntesis, un oráculo eficiente. Hagamos notar, en todo caso, que establecer un paralelo entre Verne y Nostradamus es menos importante que precisar que, más alla de sus dotes proféticas, llegan sus virtudes poéticas.

Tomas Eloy Martínez, que definió a Verne como "un revolucionario violento que vivió disfrazado de conservador", recordó en alguna ocasión que Henri Michaux consideraba irrepetible el lenguaje utilizado por los pasajeros del Nautilus para describir la fauna de las profundidades marinas. Leámos un párrafo: "Tricópteros de alas con filamentos de pesadilla; costas siempre manchadas de barro en el que nacen los frufrú; triglos de hígado venenoso; badianes que llevan sobre los ojos una anteojera móvil; y fueles de hocico largo y tubular, verdaderos papamoscas del océano, armados con un fusil que no previeron ni los Chapesot ni los Remington, y que matan a los insectos disparándoles una solitaria gota de agua". Y esto mucho antes de Virginia Woolf, William Faulkner o García Márquez.

Desde que nació el 8 de febrero de 1828 en Nantes, el recorrido biográfico de Verne registró ciertos hitos decisivos. A los once años, sin que su familia se enterara hasta último momento, se embarcó a la India con el propósito de llevarle un collar de coral a su prima Carolina. El padre se anticipó, lo bajó del barco y le dio una paliza inolvidable. En 1857 se instaló en Amiens y en 1886 un sobrino le disparó dos tiros en una pierna. En 1889 se candidateó para concejal por la extrema izquierda; en 1882 se enfermó de neurastenia y quemó sus papeles íntimos; en 1904 le exigió a su mujer vivir en absoluto silencio y, como si esto no fuera poco, ordenó que nadie se le acercara. En 1905 murió a consecuencia de la parálisis y la diabetes.

Hasta aquí la fría ennumeración de datos, tantos como para hacernos una idea del verdadero Julio Verne, bastante alejado del que durante más de un siglo se utilizó como prototipo del buen burgués. Pero la verdad es otra: este lector apasionado de Nietzche, que escribía sin parar desde el amanecer hasta la noche, fue cayendo con el correr de los años en un pesimismo cada vez más intenso. Desengañado de su siglo y del futuro, escribió "Robur el conquistador", donde el optimismo de sus primeros libros dio un giro definitivo. Entre 1903 y 1905, se dedicó a la narración "Amo del mundo", donde da cuenta de un vehículo llamado "Espanto" que circula por el aire, la tierra y el agua; dejó inconclusa "La sorprendente aventura de la misión Barzac"; y terminó rápidamente, como poseído, "El eterno Adán", que su hijo Michael tardó un lustro en editar (bastante mal, por cierto) y darla a conocer.

Entre esas obras finales se cuenta una muy particular para los argentinos: "El faro del fin del mundo". Como se recuerda, el relato ubica al lector en el extremo sur de la Argentina, donde los tres cuidadores del faro (en realidad dos de ellos son asesinados y uno se salva), con la ayuda de un náufrago, entran en guerra con un puñado de piratas. La novela de Verne transcurre en un lugar que el escritor francés no conoció salvo por mapas y relatos de navegantes, y luego transformó en un sitio de privilegio de la literatura: la actual Isla de los Estados. Decenas de viajeros-entre ellos Luis Piedrabuena- pasaron por las cercanías o desembarcaron en esa especie de lagarto del Atlántico sur; lo denominaron de diferentes maneras; lo hicieron aparecer y desaparecer de los mapas. La historia real de esa isla arranca en 1616, cuando los holandeses Jacques Le Maire y Willen Schoutten la descubrieron. Desde entonces fue frecuentada por corsarios, naúfragos, pescadores y otros aventureros de alta mar. Naufragios y sangrientas peleas de loberos se pierden en su historia, que era casi desconocida hasta que Verne la ubicó - lo cual resulta paradójico - en el territorio de la ficción. De su historia nos hemos ocupados en otros artículos.

Como señalamos, los últimos libros del escritor son un canto al pesimismo, por supuesto en las antípodas de sus obras más famosas (entre ellas "Cinco semanas en globo", de 1863; "Viaje al centro de la Tierra", de 1864; "De la Tierra a la Luna", de 1865; "Veinte mil leguas de viaje submarino", de 1870; "La vuelta al mundo en ochenta días", de 1872; etc). Un dato sorprendente: en el apogeo de su gloria, en Italia llegó a dudarse de la verdadera existencia de Verne. Debido a eso, Edmundo D´Amicis (el autor de "Corazón", que todos leímos de chicos) se trasladó a Amiens para verificar personalmente que el autor de los "Viajes extraordinarios" era un ser de carne y hueso. No fue un recorrido ocioso, ya que el propio Verne pretendió muchas veces disfrazar su verdadera personalidad. Basta leer las necrológicas escritas en 1905, para verificar que en cierto sentido lo logró. Pero ahora, a 115 años de su muerte, sabemos que el abuelo moralista era un viejo pícaro que dejó en su literatura las claves de su negra visión del mundo. Ni se hubiera imaginado que 33 de sus libros iban a ser convertidos en 95 películas, muchas series; o que un cráter de la Luna, una montaña del lado oscuro de nuestro satélite o un asteroide llevarían su nombre. A veces, el candor de la posteridad suele ser pasmoso.

(Publicado en el 2006 en el "Diario Oficial de la Feria del Libro de Buenos Aires". Actualicé datos y añadí reflexiones por el nuevo aniversario)