Por Humberto Acciarressi
La historia parece sacada de una comedia de enredos, pero lamentablemente es verdad. Un distraído hasta puede creer que se trata de un chiste, aunque es una tortura para los casi 17 mil habitantes de Santa Rosa, Mendoza, dividido en seis distritos y gobernado por segunda vez consecutiva por el kirchnerista Sergio Salgado. Lo cierto es que víctima de su propia herencia (un caso evidente de quien no puede acusar a su antecesor, dado que fue él mismo), hace un par de días -aquejado por los reclamos por la falta de pago de los salarios de los trabajadores públicos, varios de los cuales se encadenaron a la casa de gobierno- dispuso el cierre de la municipalidad (¿?) y desapareció del mapa. Al momento de escribir estas líneas, algunos vecinos dicen haberlo visto por el ciudad principal del Departamento mendocino, primero como jugando a las escondidas y luego a cara descubierta. Su presencia no sólo no trajo calma, sino que agravó la situación.
Este personaje insólito que fue reelecto recientemente, esquivando a la prensa se encerró en su despacho y ordenó que se disuelvan las manifestaciones de trabajadores y ciudadanos con la fuerza de la policía antimotines. Alguien ha contado que le está pidiendo por favor al gobierno provincial de Mendoza que le acerque unos pesos, pero ya le han contestado que el poder central no le debe ni una moneda al distrito, y que sus derroches y hasta malversación de fondos lo llevaron a esa situación. Como si Salgado no entendiera la gravedad institucional de sus desatinos, lo único que dijo públicamente es que se llevará a cabo normalmente una fiesta departamental de la ganadería zonal. Digno de una novela de los tiempos del realismo mágico latinoamericano y su boom literario.
Cabe destacar que este representante del Frente para la Victoria, ahora está jaqueado por la oposición e incluso por uno de los concejales de su partido que se sumó a a la denuncia de "abandono de cargo y no prestación de servicios básicos". Cabe aclarar que desde hace meses no se realizan las tareas de barrido y limpieza, y las luminarias públicas del Departamento se mantienen celosamente apagadas. Cuando comenzó a faltar el agua potable, la indignación de los vecinos -incluso de quienes lo votaron- se volvió furia. Otro dato para tener en cuenta: a comienzos del 2015, mientras los concejales opositores pedían su juicio político por irregularidades en su anterior gestión, Salgado le pegó una paliza a su esposa, una ex Reina de la Vendimia.
Por esa lealtad mal entendida, los integrantes del oficialismo del Concejo lo defendieron, lo que no impidió que el juez le impidiera acercarse a la mujer y ordenara pericias psicológicas para determinar su agresividad hacia el género opuesto. El intendente ahora encerrado en su despacho, se limitó a decir con respecto a la denuncia de su pareja: "Ultimamente no nos llevábamos demasiado bien". Un caradura que ahora "no se lleva muy bien" con los habitantes del municipio mendocino.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)