03 noviembre 2007

Esther Perel: la infidelidad como un antídoto

























Por Humberto Acciarressi

Después de veinte años escuchando problemas de parejas en Nueva York, uno puede hacer dos cosas. Saltar al río o escribir un libro. Esther Perel, belga de nacimiento y radicada en los Estados Unidos, optó por lo segundo. Y con tal suerte que causó un escándalo que persiste, sobre todo si se tiene en cuenta que "Inteligencia erótica" lleva vendidos más de cien mil ejemplares y ya está traducido a 21 idiomas. Sentados en la sala de un hotel céntrico, la bella psicoterapeuta se entusiasma y entusiasma a su interlocutor, en una larga charla de la que extraemos los siguientes párrafos:

-Llegaste para armar un buen lío con esta especie de defensa de la infidelidad... aunque realmente no sea exactamente así.
Bueno, allí está la cuestión. No es exactamente así (ríe). Lo que ocurre es que todavía, a pesar de los cambios, el ideal romántico sigue causando grandes problemas. Y la monogamia es una vaca sagrada.

-Entonces, ¿no es cierto que la infidelidad arruina la pareja?
Creo exactamente lo opuesto. La infidelidad no arruina a la pareja. Muy por el contrario, es un antídoto para mantenerla y es un antídoto contra la muerte.

-Más alla de que la idea es discutible, lo que queda claro es que eso implica una defensa.
Son datos de la realidad. Cosas que he podido comprobar a lo largo de muchos años. Y en definitiva, ¿qué es un buen matrimonio? He visto muchas parejas que se aman pero no se desean. Y sin embargo forman un buen matrimonio.

-¿Y entonces?
"Nunca voy a serte fiel, pero siempre voy a serte leal", le decía Rivera a Frida Kahlo.

-Y Milan Kundera que las relaciones humanas son relaciones de poder.
Yo era una gran admiradora de Kundera. Pero lo que decís es cierto, y podríamos agregar que las relaciones del deseo son relaciones de poder. La traición tiene muchas caras, ¿por qué se la asocia sólo a lo sexual?

-Yo no, pero entonces, ¿qué es el amor y qué es lo erótico?
El amor busca la cercanía, acortar el espacio, la distancia entre dos personas, disminuir las amenazas, quiere tener. El deseo es querer y para querer se necesita alguna distancia psicológica, un espacio entre uno y el otro, se necesita una alteridad. Este es el espacio erótico.

-Interesante como planteo, pero poco viable en la vida cotidiana.
Hay una generación de hombres que se sienten desubicados de su rol masculino por tener mujeres que han tomado parte del papel masculino y ellos no saben cómo diferenciarse o reconocerse como diferentes de ellas. Y a esos hombres les resulta más difícil desear a la mujer que aman, porque no saben totalmente dónde meterse.

-¿Y con la mujer qué pasa?
Algo parecido. Encuentra un hombre que comparte el rol de la mujer o de la madre con ella, entonces no le resulta fácil desear a este hombre con el que ya no tiene diferencia y alteridad suficiente.

-¿Y los hijos?
La mayoría de las veces, el golpe fatal para la vida erótica es la llegada de los hijos.

-No creo estar de acuerdo.
No importa, porque lo bueno de esto es que se debata.

-Lo estelar de tus teorías parece ser el cuerpo.
A través de nuestro cuerpo logramos verdades. Es donde se encuentran los deseos, los miedos, las ansiedades, los sueños más primitivos. Y están alli de una manera que no encontramos en nuestra relación o en nuestra manera de ser más verbal, secundaria, emocional, interactiva.

-¿Cómo resolviste escribir éste, tu primer libro?
Recién durante el affaire Clinton, que fue cuando me di cuenta que el tema del sexo no estaba en la agenda política de los Estados Unidos. Quise escribir un libro inteligente, espero que lo haya logrado, pero sin que resulte pesado, denso, que pueda entender cada persona bastante educada pero sin ser parte de la secta que yo integro, que es la de los académicos. Un libro sofisticado, pero abordable.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires, cuando Perel anduvo por el país promocionando su primer libro y se me ocurrió conocerla. En lo que a mí respecta, puedo decir que es más interesante el personaje y los motivos que la impulsaron a escribir su primera obra, que ésta en sí misma. De cualquier manera provocó polémicas, vende más de lo que uno puede imaginar y el asunto que aborda no es menor. Buenas razones, creo, para subir el reportaje. La foto es de Fernanda Ares)