02 diciembre 2010

Cablegate, Wikileaks y la intimidad


Por Humberto Acciarressi

Los 250 mil cables con instrucciones de los EE.UU. a su diplomacia, esos que sacó a la luz la Wikileaks y ya recorren el planeta, no tienen nada de novedosos. Desde comienzos del siglo XX se han escrito libros sobre el tema, muy bien documentados, y que la CIA y demás agencias espían a todo el mundo no es novedad para nadie. Pero quien recorra las redes sociales, sabe que los asuntos más "sabrosos" del Cablegate están -para la mayoría- en datos como que Vladimir Putin es "un macho alfa"(lo cual confirmaría que en la CIA trabajan veterinarios) o que el presidente afgano Hamid Karzai "es impulsado por la paranoia". En cualquier momento aparecen opinando Jacobo Winograd, Ricardo Fort y las hermanas Escudero.

En la antigua Buenos Aires, a los locos se los recluía en habitaciones en el fondo de la casa. Hoy no podrían. Y sucedería como con nuestra presidenta, de quien los EE.UU pide informes sobre su "salud mental". Con la canciller germana, Angela Merkel, el espía fue poco caballero y la tildó de "cabeza de teflón", mientras que otro anotó: "Kadaffi viaja siempre con una voluptuosa enfermera ucraniana". Del premier Berlusconi señala que sus festicholas "le impiden descansar" y del presidente francés Sarkozy que es "un emperador desnudo". A grandes líneas, nada que no haya informado la revista "Hola". Ya no está a salvo la intimidad de nadie; ni la de los poderosos. Si querés llorar, llorá. Pero mañana lo sabrá todo el mundo. Y no hay clóset que valga.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)