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17 octubre 2012

Baumgartner, el meteorito humano, está loco


Por Humberto Acciarressi

Escribimos sobre él cuando nadie le pasaba pelota. Ahora, el austríaco Felix Baumgartner ya saltó desde el espacio, viajó durante unos segundos a la velocidad del sonido, y llegó a tierra para contar el cuento. No vamos a mentir y espero que ustedes tampoco: son pocos los que no esperaban que se convirtiera en tomate cósmico o en el perímetro de un cuerpo sobre el suelo. Pero bueno. Se salvó. El tipo salió vivito y coleando.

Ahora, el sujeto que también había saltado en paracaídas desde el Cristo Redentor de Brasil, desde las Torres Petronas en Kuala Lumpur y que cruzó el Canal de la Mancha sin una lancha a motor para socorrerlo, anunció que dejará los deportes extremos. Fue, incluso, más allá. Abandonará los deportes. "Ya no hay nada más que pueda conseguir", se mandó la parte después de recibirse de meteorito humano. Y razón no le falta. Hay algunos que se hacen los cancheros con muchísimo menos.

Baumgartner, con sus 43 años, anunció que trabajará como piloto de helicópteros y que escribirá un libro, lo cual -aunque él no lo sepa- también es una actividad de alto riesgo. Pero lo más loco es que el austríaco que cayó como un plomo desde los 39.068 metros, también contó que se casa. El tipo está jodiendo. Se larga desde la estratósfera, sobrevive, y se mete de cabeza en un matrimonio. No le doy mucho tiempo.

Ojo que Nicole Oetl, su novia de 30 años, está bárbara. Es una ex modelo, ex reina de la belleza austriaca y entrenadora de gimnasia artística. Es linda sin bromas. Incluso compartió la última experiencia del "man" desde la tierra, pero ayudándolo con los preparativos. Muy intranquila, es cierto. "Estaré aliviada cuando Felix esté frente a nosotros. Solo ahí podré alegrarme de que esté de nuevo aquí", confesó cuando medio mundo esperaba que el novio se convirtiera en ketchup. Ahora anunciaron que se casan para el Año Nuevo y se instalarán en Suiza. Millones de personas aguardan que aparezca rápido un extravagante con tan alta dosis de suicida.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)

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