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25 julio 2012

Fontana de Trevi, con más plata que un banco


Por Humberto Acciarressi

Desde que Anita Ekberg se pegó el histórico chapuzón en sus aguas por indicación del director de "La dolce vita", el gran Federico Fellini, la Fontana de Trevi estuvo indisolublemente ligada al cine y a la figura de la actriz, empapada y sensual. Claro que la fuente tiene una leyenda previa, conocida por todos los turistas y alimentada por los lugareños. La misma sostiene que quien tira una moneda en ella, regresa a la Roma eterna hecha poesía por Virgilio y Dante. Dicho y hecho. Desde que se recuerda, hombres, mujeres y chicos tiran monedas en la Fontana aferrados al sueño de la leyenda.

Lo que no es conocido es que semanalmente, voluntarios de Cáritas recogen esas piezas metálicas y el dinero -aseguran- se utiliza para fines benéficos. Ahora agarrate que te voy a tirar unos números. En 2010 se recaudaron 838.000 euros y en 2011 la cifra subió a 951.000 de la misma moneda. Y este año se espera superar esas cifras ¿Entendiste? Bajo el agua de la fuente más famosa de Roma hay más guita que toda la que vos puedas juntar en varias vidas. De allí que siempre haya habido tantos robos.Y fue precisamente por eso que las recaudaciones han aumentado. Desde que los que se tiraban al agua en busca de monedas comenzaron a ser vigilados, es decir que se les prohibieron las zambullidas, nadie, salvo la Iglesia, se lleva el dinero. Pero más alla de esto lo impresionante es la cantidad de plata que tira la gente.

Frente a este panorama, a cualquier ladrón de bancos le conviene invertir en ropa de buzo y dedicarse a arrastrarse por el fondo de la Fontana, luego de haber engañado a los vigiladores. Pues hay que sospechar que quienes tienen a su cargo el cuidado de la fuente legendaria no tienen ni el número ni las armas de los que cuidan cualquier banco de Roma. Otro gran negocio sería instalarse una fuente en el patio de la casa y hacer correr la bola que es de buena suerte tirar monedas en ella. Te garanto que en poco tiempo estás viviendo como un duque y sin un jefe que vigila cuando vas al baño.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)