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06 septiembre 2011

El profesor que era actor porno

Por Humberto Acciarressi

Se llama Benedict Garret, tiene 30 años y hasta hace unos días era un correcto y muy bien trajeado profesor de educación sexual en el Beal High School en Ilford (Essex). “Era”, digo, porque ahora lo rajaron. Varios de sus alumnos encontraron el sitio web en el que promociona un costado oculto de sus actividades, la de actor porno, bajo el apodo de Johnny Anglais. Lo buchonearon. Y a pesar de que no es una actividad ilegal, las autoridades le dieron el toque. Y eso que la clase que dictaba no estaba muy alejada de su otra profesión. No toleraron verlo desvestido o vestido como uno de los gladiadores de “300”, la película basada en el cómic de Frank Miller.

El “profe” comenzó a protagonizar películas porno cuando era un estudiante. Y no lo hacía por poco. Ganaba 500 dólares por escena. Lo más interesante es que Garret no se arrepiente. Al contrario, se siente muy orgulloso de si mismo. Su argumento, irrefutable, es que no hizo nada contra sus principíos, nada ilegal, y para colmo que trabajó muy duramente como profesor, en lo que coinciden casi todos. Pero algunos ingleses aún viven en los tiempos de la reina Victoria, y no creen -como Garret- que “lo que un profesor elige hacer fuera de su vida laboral depende de él”.

Uno de los detalles de esta asunto del profesor porno es que muchas personas dicen que un maestro debe ser un ejemplo para sus alumnos. Y Benedict, que no es ningún tonto, señala que con ese criterio no se debería tolerar a los que fuman “porque está vinculado a miles de muertes” (él no lo hace) o a aquellos que son obesos (él no lo es). El ahora ex profesor aclara que igual no se considera un ejemplo de nada, aunque muchos de sus estudiantes han elogiado la entereza con la cual defiende sus derechos. Hay que aclarar que Garret podría seguir en el mundo de la enseñanza en otro colegio. Sin embargo no va a volver. O por lo menos no por ahora. Todo esto -dice- lo convenció para dedicarse de lleno a su carrera de actor pornográfico. Y encima gana mucho más.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)