Cuando se estrenó en 1982, Blade Runner -dirigida por Ridley Scott- provocó reacciones encontradas. Si pensamos que ya pasó un cuarto de siglo y la seguimos viendo con el mismo entusiasmo, cabe entender lo sucedido entonces. Como suele ocurrir, en los EE.UU. no le fue bien y en el resto del mundo encontró el eco suficiente como para instalarse en ciertos círculos. Basada en la novela de Philip Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", hoy es una película de culto, precursora del cyberpunk en el campo cinematográfico de la ciencia ficción.
Al margen de las actuaciones de Harrison Ford, Rutger Hauer y la hermosísima Sean Young, o la música ya clásica de Vangelis, años más tarde tuvo la suerte de ser uno de los primeros filmes en ser lanzados en formato DVD. Sumado a la originalidad de sus planteos estéticos para contar la historia de los "replicantes" buscados en la ciudad de Los Angeles de noviembre de 2019, esto hizo que el cine pusiera los ojos sobre Philip Dick, uno de los más interesantes escritores del siglo XX, quien con su obra excedió largamente el planteo futurista afín a varios de sus colegas.
Libros como "El hombre del castillo", "Fluyan mis lágrimas, dijo el policía", "Confesiones de un artista de mierda" y "Una mirada a la oscuridad" (éstas últimas llevadas al cine), ya forman parte del canon de la narrativa del siglo XX. Es tan vasta la obra de Dick — sobre todo sus cuentos y novelas — que es casi imposible leerla completa sin abandonar a otros autores. En cuanto a las visiones que decía tener en virtud de medicamentos mal administrados, nunca pudieron explicarse en forma fehaciente. Sócrates ya había tenido su "Daimon" y Juana sus "Voces" como para meternos en un tema tan espinoso. En el caso de Dick, él llevó sus visiones al papel y eso nos basta.
Suele decirse que Blade Runner no respeta demasiado el libro. A veces ocurre con algunas películas, pero no es el caso. O por lo menos respeta lo que hay que respetar, lo que no es poco. Para finalizar, un dato que no parece menor en el universo fantástico y enigmático de Dick. El año en que se filmó Blade Runner, 1982, fue el de su propia muerte por un infarto cerebral. Casi como le hubiera ocurrido a alguno de sus personajes.