"Algo me hizo ´clic´, y lo que había sido la experiencia más horrible en mi vida de alguna manera resultó ser una bendición, aunque agridulce. Vi las cosas de manera diferente. Me sentí diferente. Estaba usando mis fotos para terapia, pero no sólo por la muerte de mi padre, sino para hacer frente a todo lo que me había sucedido en la vida. La intimidación, la soledad, el sentimiento de no pertenecer. Puse todo esto en mi trabajo. En mis días más oscuros, cuando la gente sugería torpemente que visitara a un terapeuta, ignoraba sus recomendaciones y vertía cada gramo de sentimiento en mis fotos. La fotografía literalmente me salvó la vida. Y aquí estoy hoy, una niña más feliz aprendiendo a canalizar sus sentimientos en visiones para compartir con todos los que entienden y aprecian mi trabajo"
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