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Encuentros cercanos con los hombrecitos de Venus


Por Humberto Acciarressi

Quizás se trate de uno de los versos más descabellados en la historia de los Ovnis. Y su autor, uno de los personajes más delirantes que se recuerden. Hablamos de George Adamski, cuyo nombre me vino a la memoria gracias al objeto que emitía una luz verde, atravesó el cielo de la Argentina e incluso se observó en Uruguay en estos días. Tal vez deba aclarar que no se trata de credulidad o incredulidad, sino de la historia de un tipo mitad polaco mitad estadounidense, que hacia 1946 tenía una costumbre: observar el cielo con un telescopio, instalado en los fondos de su restaurante al pie del Monte Palomar. Para abreviar digamos que el 9 de octubre de 1946 relató que vió un Ovni; en 1947 observó nada menos que 184; y repitió la faena entre 1950 y 1951. Con eso sólo bastaba para meterlo en la farsa de los Ovnis truchos. Pero faltaba lo mejor.

Un día, al ser informado por otros estudiosos que se estaba convirtiendo en la persona que había visto más platos voladores (tal su nombre vulgarizado), se dedicó a fotografiarlos. Había advertido que lo estaban cargando. Vaya uno a saber qué pasó por su mente afiebrada, pero lo cierto es que el jueves 20 de noviembre de 1952, su psiquis cruzó la frontera: contó que, en el desierto de Arizona, estuvo charlando más de una hora con un venusino. Con posteridad a tan increíble hazaña, Adamski tuvo otros nueve contactos con habitantes de Venus, al cabo de los cuales terminaron siendo amigos de fierro. Uno de ellos le dio un paquete para que se lo entregara al Papa Juan XXIII. La leyenda dice que así lo hizo. Y como si esto fuera poco, los extraterrestres - tal lo narrado con lujo de detalles- lo llevaron a pasear a la Luna, donde vio extrañas ciudades y autos que circulaban a treinta centímetros del suelo.

En sus relatos, repetidos mil veces en igual número de giras por el mundo-, Adamski describió a su principal interlocutor venusino: "...con ropas apropiadas, aquel ser hubiera parecido una bella mujer terrestre. Pero tengo la certeza que era un hombre. Su cara estaba coronada por un cráneo voluminoso. Tenía los ojos tranquilos de color ceniciento verdoso, ligeramente estrechados en su lado externo. Los pómulos eran más salientes de lo normal y su nariz más gruesa de lo corriente". El relato sigue y sigue, pero no quiero aburrirte. Salvo quienes integran una fundación que lleva su nombre -Adamski murió el 23 de abril de 1965- la mayoría de los estudiosos del fenómeno consideran que nadie le hizo más daño a quienes creen en los ETs. A la distancia, apenas parece que se trató de uno de esos seres tristes que se pasean por los patios de los hospicios.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

NO ES CHISTE (O SI). ESTE ES UNO DE
LOS SUPUESTOS OVNIS
FOTOGRAFIADOS POR ADAMSKI

Anais Nin y los ritos


"Mientras me hablaba, yo me preguntaba si tenía o no razón al decir que son los ritos lo que hemos perdido, o si, en realidad, son las gentes las que han perdido su capacidad de sentir, hasta el punto de que ya ningún rito podrá devolvérsela"
Anais Nin

A 110 años de su muerte, Verne aún se ríe del mundo


Por Humberto Acciarressi

Desde hace muchos años, 110 desde su muerte para ser precisos, se insiste en hablar de Julio Verne como de un oráculo eficiente. Sus predicciones cumplidas -el submarino, la televisión, las naves espaciales, los rascacielos, las bombas teleguiadas, los transatlánticos, etc- han determinado que se hable de este sobrino de Chateaubriand e hijo de un abogado, como si fuera un Nostradamus de fines del siglo XIX. Demasiado poco para quien, entre 1862 y el año de su muerte, publicó 82 novelas y relatos largos. La verdad es que varias décadas antes de Virginia Woolf y de García Márquez, Verne escribió párrafos como el siguiente: "Tricópteros de alas con filamentos de pesadilla; costas siempre manchadas de barro en el que nacen los frufrú; triglos de hígado venenoso; badianes que llevan sobre los ojos una anteojera móvil; y fueles de hocico largo y tubular, verdaderos papamoscas del océano, armados con un fusil que no previeron ni los Chapesot ni los Remington, y que matan a los insectos disparándoles una solitaria gota de agua". No es casual que Henri Michaux definiera como irrepetible esta descripción de la fauna marina que hacen los pasajeros del Nautilus

Desde su nacimiento el 8 de febrero de 1828, la biografía de quien fue definido por Tomás Eloy Martínez como "un revolucionario violento que vivió disfrazado de conservador", contiene hechos como que a los once años, sin que su familia se entere, se embarcó a la India para conseguirle un collar de coral a su prima Carolina. El padre lo bajó del barco y le pegó una paliza inolvidable. En 1857 se instaló en Amiens; en 1886 un sobrino le disparó dos tiros en una pierna: en 1889 fue candidato a concejal por la extrema izquierda; en 1882 se enfermó de neurastenia y quemó sus papeles íntimos; en 1904 le exigió a su esposa vivir en absoluto silencio; y en 1905 murió por la parálisis y la diabetes. Hasta aquí algunos datos, suficientes para hacernos una idea del verdadero Verne, bastante alejado del que durante tanto tiempo fue clasificado como un buen burgués.

La realidad es que este lector apasionado de Nietzche redacta sin parar desde el amanecer hasta la noche, y cae con los años en un pesimismo de extrema intensidad. Desengañado de su siglo y del futuro, escribe "Robur el conquistador", donde el optimismo de sus primeros libros da un giro definitivo. Entre 1903 y 1905, se dedica a la narración "Amo del mundo", donde da cuenta de un vehículo llamado "Espanto" que circula por el aire, la tierra y el agua; deja inconclusa "La sorprendente aventura de la misión Barzac"; y termina rápidamente, como poseído, "El eterno Adán", que su hijo Michael tardó un lustro en editar. Fue tan raro, que en Italia se dudó de su existencia y Edmundo D´Amicis debió viajar a Amiens para verificar personalmente que el autor de los "Viajes extraordinarios" era un ser tangible. Parece que a Verne le gustaban esas picardías e incluso las incentivaba. Es decir que, contrariamente a lo que siempre se supuso, era un viejito sarcástico que se rió de su tiempo y de su posteridad.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

Aquella desconocida que pasó por la vida sin registrar nada


Por Humberto Acciarressi

En una ocasión, hace varios años, le hice un reportaje a una mujer que había cumplido cien años. En consecuencia, la señora debería haber sido una testigo calificada de hechos tales como el comienzo del siglo XX, la Revolución Rusa, los primeros aviones, la Belle Epoque, la Reforma Universitaria, el ascenso de Hipólito Yrigoyen en las primeras elecciones obligatorias, secretas y universales de la Argentina, la Semana Trágica y el Centenario, dos guerras mundiales, y mil cosas más que merecen centenares de libros cada una. Mi experiencia fue muy triste. La anciana no tenía la más mínima idea de los asuntos -muy conocidos- de los que yo quería que me hablara, entre ellos cómo había vivido el hundimiento del Titanic. Para atajarme diré que si bien a fines del siglo XIX e inicios del XX no existía internet, sí había diarios. Y el boca en boca.

La realidad en el caso de la señora -de quien sospecho que si no tiene 120 años ya debe estar gozando de la eternidad- , es que durante su vida no le interesó nada. Ni siquiera esas cosas de las que uno se entera sin querer, porque no queda más remedio. Durante mucho tiempo me pregunté cómo un ser humano, una de cuyas características es la curiosidad, pudo haber pasado un siglo sobre el planeta sin registrar otras cuestiones fuera de cómo se preparaba un guiso o las charlas vacuas con las vecinas de barrio (y esto último lo imagino yo, me hago cargo). El tema es que cada vez que puedo relato aquella anécdota que todavía me perturba y me confirma que sólo sé que no sé nada, naturalmente sin el saber ni la gloria del ateniense célebre.

Hay amigos y conocidos que me juran que han conocido gente similar. Debería creerles. Pero vamos a coincidir que cien años es mucho tiempo para pasar por la vida como una roca. Había algo que sí sabía la anciana, que por otro lado era muy simpática: hacer hijos y tener nietos. Se me dirá que si con eso fue feliz debería bastar. Y no me quedaría más remedio que coincidir. Simplemente tendría que añadir que el conocimiento es una de las formas de la felicidad. Tal vez no la más importante. Quizás ni siquiera esté en el top ten. Pero conozco cientos de personas que concluyen conmigo que pasar por la vida como si uno fuera un molusco, o eventualmente un conejo (lo señalo por su fama de hacer crías), parece un poco chato con tantas cosas agradables y desagradables que nos prodiga el planeta. Para finalizar aclaro que no aspiro a tener la verdad y quizás aquella anciana era la sabiduría encarnada. Pero lo dudo. Te juro que lo dudo con intensa sinceridad.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

"Crisis", Federico Vogelius y el gran aporte a nuestra cultura


Por Humberto Acciarressi

Si me preguntaran por dos revistas literarias que marcaron el siglo XX argentino, no dudaría ni un segundo: "Sur" de Victoria Ocampo y "Crisis" de Federico Vogelius. Como resulta obvio, en un país de literatos ilustres y hasta artistas plásticos o músicos con vocación a la escritura, podrían añadirse a estas dos, no menos de un centenar más. Entre ellas "Martín Fierro", "Contorno", "El escarabajo de oro", "Mutantia" y varios etcéteras que podrían integrar un listado con aspiraciones a multitud. Pero -por lo menos para mí- las que más influyeron en todo sentido fueron las mencionadas. De ambas, por suerte, se ha escrito bastante (algo hice al respecto en varias oportunidades), y todavía queda material en el tintero.

"Crisis" apareció en mayo de 1973, cuando se salía de la noche de la autodenominada Revolución Argentina, aquella dictadura que inició Onganía, prosiguió Levingston y culminó Lanusse, y dejó de aparecer en mayo de 1976, cuando recién comenzaba otra noche de sangre y muerte de la mano de los generales genocidas que el gobierno de Raúl Alfonsín sentó en el banquillo en 1984. Aquella revista fantástica que combinaba la calidad estética con el contenido plural y multifacético, duró cuarenta números, imposibles de antologar por la calidad pareja y por las firmas que tenía. Un año antes de su aparición, el coleccionista de arte y mecenas de escritores, Federico Vogelius, vendió uno de sus cuadros de Marc Chagall para financiarla. Ernesto Sábato propuso el nombre al grupo inicial en el que había intelectuales como Ricardo Molinari, Jorge Romero Brest, Roger Pla, Abel Posse, por mencionar algunos. Así apareció en los kioscos. Estaba dirigida por Eduardo Galeano y Julia Fontenla (que abandonó en 1975) era la secretaria de redacción.

Para que el lector joven tenga una idea, baste señalar un par de datos: en pocos meses se incorporaron a la redacción Juan Gelman, Aníbal Ford, Julio Cortázar, Santiago Kovadloff (que traducía poemas y textos del portugués), Jorge Luis Borges, Rogelio García Lupo (director de las Ediciones Crisis), Alfonso Alcalde, Mario Benedetti, Eduardo Romano, Haroldo Conti, Jorge Lafforgue, Jorge B. Rivera, Héctor Tizón, el "Negro" Fontanarrosa. Todos motorizando la publicación de material inédito de autores consagrados en el mundo, pero también de escritores noveles como Jorge Asís, Ricardo Piglia, Elvio Gandolfo, Liliana Hecker, Santiago Kovadloff, y muchos etcéteras. Y esta es, apenas, una suscinta lista de nombres. Quienes no vivieron esa época pueden imaginarse lo que era aquella redacción -con gente fija y colaboradores- y el contenido de la revista, uno de los capítulos intelectuales más entrañables de nuestra historia.

Para marzo de 1976, varios de esos intelectuales se tuvieron que ir del país, otros fueron secuestrados y desaparecidos, y su director "Fico" Vogelius fue encarcelado y permaneció en una celda de la dictadura durante cuatro años. "Crisis" había sido incautada por los militares, mientras varios premios Nobel -entre ellos Heinrich Boll- pedían por la libertad de su director. En sus memorias, Vogelius se reía al recordar que los marinos -que jamás habían leído la revista- lo acusaban de maoista-trotskista. Se ha escrito que nunca pudo hacerles entender que semejante síntesis jamás pudo ser lograda por nadie.

Con la vuelta a la democracia de la mano del radicalismo, "Crisis" preparó su retorno a la calle, respetando la numeración anterior, es decir el número 41. Casi el mismo día de la salida, Vogelius murió de cáncer en Londres, el 11 de abril de 1986. Ni esa segunda época ni una tercera en manos de sus herederos tuvo suerte. Varios años màs tarde, se produjo la segunda muerte del creador de "Crisis", cuando sus beneficiarios (legalmente hablando) remataron sus colecciones y biblioteca, casi únicas en Latinoamérica. Triste final para los bienes culturales de quien Borges había escrito: "Vogelius profesa el amor del libro, esa bella y curiosa forma que los hombres han agregado a las otras del universo".

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

¿Qué tienen en la cabeza los dictadores como Kim Jong-un?

Por Humberto Acciarressi

Casi nadie en el mundo, salvo él y sus seguidores, duda que Kim Jong-un, el dictador de Corea del Norte, está más loco que una cabra. Pese a eso no hay que caer en el error de pensar que es un idiota. Muy por el contrario, es un loco inteligente. O hace cosas que -desde el punto de vista de la propaganda política- le rinden frutos. Los argentinos conocemos algo de eso. Este gordito peligroso es el tercer mandatario de la dinastía de los Kim, que arrancó en 1948 con su abuelo Kim II-sung y se extendió hasta la muerte de éste en 1994, y prosiguió con Kim Jong-il, el padre del actual, que gobernó entre 1994 y el 2011, cuando falleció misteriosamente durante un viaje en tren. Ahora acaba de protagonizar otra de sus payasadas. Rindió tributo en Pyongyang a su padre y a su abuelo, para conmemorar el fin de la Guerra de Corea, que enfrentó al norte y al sur entre 1950 y 1953

El 27 de julio es considerado en Corea del Norte como el "Día de la victoria", un delirio de magnitud, un "relato" sostenido en el tiempo, ya que aquella larga batalla culminó con un alto el fuego que favoreció a ambas Coreas, nunca se firmó un tratado de paz y técnicamente aún siguen en guerra. Pero los Kim necesitaron inventar el mito de la victoria para perpetuarse en el poder. Cada vez que llega la fecha de marras, el líder norcoreano saca a relucir esa mentira que lleva décadas ( basta señalar que cuando se decretó el alto el fuego en aquel lejano 1953, todo volvió al minuto cero del conflicto, es decir, a la restauración de la frontera en el célebre Paralelo 38).

Pero ésta no es la única noticia que nos llega desde aquellos pagos de la península asiática. Paralelamente a la reinvención constante de la farsa histórica, y en medio de sus delirios nucleares y sangrientas persecuciones a los opositores, Kim mandó a destruir, en todos sus formatos (hay que recordar que internet está prácticamente vedado), la música considerada "peligrosa para la población" por el partido Comunista. Y como en la recordada novela de Bradbury, "Fahrenheit 451", los discos serán quemados. La secretaría de Propaganda y Agitación elaboró un listado de canciones no permitidas y la ciudadanía debe deshacerse de las mismas. El fuego hará el resto. Mientras, el "kimismo" sigue con la tradición de ponerle el nombre de los miembros de la familia a cualquier cosa que inauguran y levantan estatuas de ellos mismos por todo el país. Locos y peligrosos.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

¿Era Popeye, el presunto superhéroe, un drogón?


Por Humberto Acciarressi

Algunos consideran que Popeye fue un precursor de los superhéroes. Personalmente creo que fue un tarado. Machista como pocos, vive atado por la eternidad a los histeriqueos de la flaca Olivia. Hizo crecer de forma descomunal el consumo de espinaca (un 33% entre 1931 y 1936, según cifras de la industria norteamericana), y se convirtió en el hazmerreir del mundo cuando en los 80 se descubrió que la hortaliza no poseía tanto hierro como se afirmaba. Incluso se ha escrito que, en realidad, entre los años 20 y 30, la "espinaca" era el nombre que se le daba a la marihuana. Y que Popeye también la fumara algo parece decir. Wimpy, el sobrino, llevó la hamburguesa al cielo de la gastronomía. Mientras, Popeye se pasó la vida a las trompadas con patoteros que se cruzaban en su camino, hasta que todos advirtieron que también él era un pendenciero. Y si es cierta la teoría de marras, un drogón.

Elzie Crisler Segar, el dibujante nacido en Chester, Illinois, lo creó en 1919 para la tira "The timble theatre" con historias que giraban en torno a la familia Oyl, a las andanzas de los hermanos Castor y Olivia, y del novio de ésta: Ham Gravy. El 17 de enero de 1929, la flaca y su pretendiente compraron un bote, fueron al puerto a buscar tripulación y encontraron a un sujeto mal entrazado. Cuando el joven le preguntó si era un marinero, Popeye contestó: "¿Qué se les ocurre que pueda ser?, ¿un cowboy?". Fue el primer bocadillo de su biografía. A partir de ese momento, the sailor tomó cada vez más atribuciones y desplazó del protagonismo de la tira a Olivia Oyl. Con su pipa de mazorca de maíz, sus enormes bíceps alimentados a espinaca, y el tatuaje del ancla, Popeye ("pop eye", ojo saltón) se convirtió en un héroe del cartoon yanqui, de donde saltó a 600 diarios del mundo. El nacimiento del marino, sin embargo, se produce cuando pasó del papel y la tinta al celuloide.

En 1933, debido a la maestría del austríaco Max Fleisher, creador de Betty Boop, se produjo el debut de Popeye en un capítulo de la vampiresa. Tanta fue la influencia del marino en la vida cotidiana que introdujo en el vocabulario de los norteamericanos dos términos que hicieron carrera: "goon", que define a una persona casera, y "jeep", la palabra con la que desde entonces se definió al GPV (General Purpose Vehicle). Por eso, cuando en 1993 lo quisieron aggiornar para la Feria del Libro de Frankfurt, se armó un lío de proporciones. El nuevo Popeye no fumaba, había archivado su traje de marinero y vestía camisas y pantalones de marca. Olivia fue ataviada a la usanza actual y Brutus fue provisto de una colita en el pelo. El "Corriere della Sera" señaló: "Es como repintar la Capilla Sixtina: un sacrilegio".

En 1981, de la mano de Robert Altman y protagonizado por Robin Williams, Popeye volvió al cine con Shelley Duval en la imperceptible carnadura de Olivia. En 1992, la flaca fue "acusada" de promover el aborto. En verdad, Popeye y Olivia rechazaban una muñeca llegada por correo y la escuálida decía: "Hay que devolver este bebé a su creador". King Features tuvo que pedir disculpas. Y extremistas islámicos acusaron a Popeye de ejercer "un mal ejemplo por su romance con Olivia y sus choques con Brutus". Pobre viejo. Los años transcurren y todos le recriminan que se banque los flirteos de su novia con el barbudo. Es por eso que cada vez que Olivia lo reclama al grito de "Popeye, Brutus me quiere raptar", no estaría mal decirle: "Che man, dejá que se la lleve de una vez por todas y a otra cosa, mariposa".

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

Una lamentable equivocación de Hemingway y de Borges


Por Humberto Acciarressi

Con esa ironía que lo caracterizaba, Jorge Luis Borges manifestó en una oportunidad que Ernest Hemingway se mató cuando advirtió que no sabía escribir. Esto no pasaría de un chiste borgeano, si no fuera porque en varias cartas personales, el propio autor de “Por quién doblan las campanas” parece confirmar esa amarga sospecha. Lo cual, aclaremos, no significa que ni uno ni otro tuvieran razón. Incluso vayamos un poco más lejos. Hemingway, con su amor a las lidias de toros, la participación en varias guerras, el entusiasmo por el whisky y las mujeres, sus jactancias, sus bravuconadas, tuvo que ser un escritor demasiado "brutal" para el creador de "El aleph". Lo que Borges justificaba y admiraba en un compadrito del sur de la provincia de Buenos Aires del siglo XIX, no se lo podía tolerar a un escritor.

Más incomprensible es el temor del propio Hemingway, tan pedante en cada uno de sus actos, tan altisonante en sus relaciones. Todo, sin embargo, puede explicarse. Y para eso es menester aproximarse a lo que ocurrió en su vida desde el 21 de Julio de 1899 -fecha de su nacimiento en Oak Park, Estados Unidos- hasta la aciaga madrugada del 2 de Julio de 1961, cuando mordió el caño de su escopeta preferida y se voló los sesos. Ya en alguna oportunidad, escribimos que este artista que creció odiando la escuela y jactándose de sus puños, fue uno de los más contradictorios hombres de letras. Mientras se mandaba la parte con anécdotas inventadas de su etapa de soldado en el frente italiano, leía con entusiasmo y sin bullicio a Flaubert, Tolstoi, Dostoievski, a su amado Joyce. Odiaba al intelectual típico y por eso gritaba: "También los que no somos ni pálidos ni enclenques podemos usar la cabeza".

Su vida fue de pasión en pasión; el camino de su infierno personal no le dio respiro; disfrutó y sufrió como varios de sus colegas ilustres de la "generación perdida"; cambió de esposas como de amantes (de una de ellas, Pauline Pfeiffer, se separó no menos de 17 veces). Lo único que parecía mitigar los sinsabores que se empeñaba en ocultar era escribir, y así nacieron obras como "El viejo y el mar", "Adiós a las armas", "Por quién doblan las campanas", "Tener o no tener", sus cuentos y sus crónicas periodísticas. Para ejecutar esa obra se levantaba de madrugada, se servía un vaso de whisky y se pasaba horas de pie -jamás sentado- frente a su Corona portátil. Cuando vivió en Cuba, en su Finca Vigía, compartió su vida con 52 gatos, 16 perros, 100 palomas y dos vacas. Borges tenía razón: Hemingway creía que no sabía escribir. Ambos estaban tan equivocados que parece inconcebible imaginar la literatura sin este escritor del que han tomado cosas (tono de los diálogos, las frases cortas, etc) varias generaciones.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

La ejecución de la elefanta Mary o la crueldad humana a pleno


Por Humberto Acciarressi

En estos días se han conocido datos referidos a uno de los más serios problemas que padece el reino animal, debido -como suele ocurrir- a la salvaje mano del hombre. No hace mucho, la Convención Internacional sobre Comercio de Especies Amenazadas precisó que la matanza a gran escala de elefantes no disminuye, y que en por lo menos 22 países identificados aumenta el comercio ilegal de marfil. Es cierto que algunas naciones u organismos hacen algo (desde crear sitios especiales para los paquidermos hasta la adopción de los mismos por parte de gente interesada en la preservación), pero las balas de los cazadores son más eficaces. Estas noticias nos llevan a un hecho sucedido hace cien años, que demuestra que la estupidez humana no tiene fronteras geográficas ni temporales.

Durante muchos años, una elefanta llamada Mary fue la principal atracción de un circo de unos hermanos Sparks, considerada "la mayor criatura viva sobre la Tierra", que su padre había comprado en 1898 cuando el animal aún era cachorro. Por ese motivo, sus dueños la consideraban una mascota, y era la bestia más querida por ellos. Los datos que suministramos a continuación son rigurosos y están estampados en los anales judiciales de los Estados Unidos. El 11 de septiembre de 1916, en la localidad de St Paul (Virginia), la elefanta Mary se distrajo con una sandía que alguien había tirado en el piso. Frente a esto, un asistente llamado Walter Eldridge, le pegó a Mary con un gancho, muy cerca de la boca, y con un palo en las orejas. Hubo un testigo de este suceso: un tal W.H.Coleman. Lo cierto es que el animal se enfureció, tomó al tipo con la trompa, lo arrojó a diez metros, y luego le piso la cabeza.

El público no tardó en calificarla como "la elefanta asesina" y reclamó venganza. Hay que decir que debido a su gruesa piel, de nada valieron los tiros de algunos policías y energúmenos que trataron de ajusticiar al paquidermo. Unas horas más tarde, el sheriff de la ciudad arrestó a Mary y les informó a sus dueños que la mascota del circo debía ser ejecutada, pues de lo contrario nunca más serían contratados para ningún espectáculo en Tennessee y alrededores. Dos días después de su "crimen" (no tuvo abogado, que bien podría haber alegado "defensa propia") y ante la presencia de 2.500 morbosos, Mary fue llevada a la estación de Erwin. Las crónicas de la época describen a la elefanta rodeada de cadenas y mirando sin entender una grúa de ferrocarriles.

Hubo un primer intento por ahorcarla, pero las cadenas se rompieron y la pobre Mary cayó, viva pero con sus huesos estragados, desde varios metros de altura. Entre la multitud hubo un hombre que sugirió que, para evitar vueltas, fuera atada a dos locomotoras que corrieran en sentido inverso y matarla a lo Tupac Amaru. Era demasiado. Fue subida nuevamente a la grúa y, ya con los tendones destrozados, murió ahorcada en pocos minutos. Ningún efectivo judicial tomó la hora exacta de la muerte, pero fue hacia el atardecer. Quienes habían conocido al animal en sus buenos tiempos, contaron que a veces seguían al circo para verla tocar música, bailar y pegarle a una pelota con un bate de beisbol gracias a su trompa prodigiosa, la que finalmente determinó su tremenda condena. La elefanta Mary tenía 30 años y de su ejecución apenas queda una fotografía, en la que se la observa suspendida a cinco metros del sueño, colgando por el cuello. Una verdadera animalada, pero humana.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)


21 julio 2015

Lo de las encuestadoras ya es un chiste de mal gusto

Por Humberto Acciarressi

Algunos se la atribuyen a Umberto Eco, pero no es de su estilo y en todo caso la copió. Además está registrada desde mucho tiempo antes. Es más factible que sea de Bernard Shaw, otro de los presuntos autores de la boutade, aunque hay que reconocer que al irlandés como a su compatriota Oscar Wilde les achacan frases que jamás soñaron. La cita en cuestión es la que sostiene que la ciencia de las estadísticas "es aquella según la cual si un hombre come dos pollos y otro ninguno, comieron un pollo cada uno". Sea quien sea el que la dijo, la recordé por el nuevo fracaso en los pronósticos de las encuestadoras en el ballotage porteño, aunque - justo es decirlo- no se limitan a la Argentina. Más allá de ganadores y perdedores en la elección que puso al ninguneado Martín Lousteau en la cresta de la ola y a Rodriguez Larreta al borde un ataque de nervios, los verdaderos papeloneros de la jornada democrática fueron los encuestadores.

Resulta obvio que las consultoras publiquen los datos que quieren escuchar aquellos que les pagan (en general los oficialismos y en el mundo entero), pero, últimamente, a los muchachos se les va la mano. Una de ellas, que preveía una diferencia de 12,2 a favor de Rodriguez Larreta por sobre Lousteau, no tuvo empacho en reconocer que el sondeo fue hecho sobre 800 llamados telefónicos. Es decir nada. Apenas 200 menos que la marquetinera Poliarquía, que también le chingó a los resultados de manera lamentable. Pero no sólo eso, sino que hasta fallaron en los "boca de urna", como se pudo comprobar en el programa de Mauro Viale, que con metáforas y jueguitos suele encargarse de pasar los "resultados" cada media o una hora, en plena veda electoral.

Los que hemos vivido más elecciones y tenemos memoria, antes de las prohibiciones internacionales a la difusión de los datos de las encuestadoras en las cercanías de los comicios, recordamos cuando los márgenes de error apenas superaban el 2 % como mucho. Reiteramos: hay quienes sostienen que esto no es un error, sino que los números se brindan de esa forma por encargo y para dirigir la opinión de los votantes Lo que se denomina "efecto arrastre" y consiste en que la gente suele votar por el que va adelante, sea por triunfalismo o estrategia, La ciencia ha demostrado que este fenómeno se ha incrementado a partir de la década del 80 y es altamente nocivo. Pero en el reino de mantener las formas, y para explicar el fracaso a posteriori, cosa de seguir facturando, la franja de la duda se fue extendiendo cada vez más. Tal vez no esté lejano el día en que una encuestadora vaticine que gana "el candidato tal" por 20%, con un margen de error de -100% y +100%. Vos reíte, pero en realidad es para llorar.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)

Los hackers no le dan paz a los infieles


Los infieles que utilizan el ciber espacio para la “trampa” tienen motivos para preocuparse. La página Ashley Madison, donde los usuarios hacen citas para buscar relaciones extramaritales, fue hackeada y la información personal de algunos de sus miembros comenzó a filtrarse en la red. Además, la persona o personas detrás del ataque están amenazando con difundir toda la información personal almacenada en el sitio, incluso las fantasías sexuales e información financiera de los usuarios, si la empresa no inhabilita el sitio web. Avid Life Media Inc. -cuyo lema es "La vida es corta. Ten un amorío"- informó que las filtraciones de los hackers, que incluyeron información personal, ya fueron retiradas y que contrataron una firma de seguridad.

El hacker o los hackers, que se identificaron como "The Impact Team" al infiltrar Ashley Madison, publicaron enormes datos del cibersitio y supuestamente se comprometieron bases de información de los usuarios y registros financieros. Además, los ciberpiratas colocaron mapas de los servidores internos de la empresa, información contable de la red de empleados, datos bancarios de la compañía e información salarial. El hacker o hackers también publicaron un manifiesto donde acusan a Avid Life Media de mentir a sus clientes sobre un servicio de 19 dólares que promete eliminar toda su información personal de sus bases de datos, diciendo que "esa información en realidad no se va".

Stephen Hawking quiere encontrar extraterrestres


Postrado en su silla de ruedas por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y pudiéndose comunicar sòlamente a través de una computadora, Stephen Hawking no deja de sorprender. El físico respaldó un megaproyecto privado para buscar vida extraterrestre. Se trata de “Breakthrough Listen” (Escucha Reveladora), que será dirigido por reconocidos astrónomos y financiado por el empresario ruso Yuri Milner, que aportará 100 millones de dólares en los próximos diez años. “Creemos que la vida en la Tierra se desarrolló espontáneamente”, sostuvo Hawking durante la presentación en Londres. “Por eso, en un universo infinito deben existir otras formas de vida. Estamos vivos, somos inteligentes, tenemos que saberlo”, añadió.

Con la participación, entre otros, del astrónomo estadounidense Frank Drake, pionero en buscar vida extraterrestre con medios modernos, y Geoff Marcy, un conocido investigador de planetas de la Universidad de Berkeley, durante la investigación se explorará el espacio con dos de los mayores y más modernos telescopios del mundo: los del Observatorio Green Bank de Virginia Occidental y el Observatorio Parkes en Australia. Milner indicó que todos los datos y descubrimientos estarán accesibles al público. Se estudiarán un millón de estrellas, la Vía Láctea y un centenar de galaxias cercanas, en busca de todas las frecuencias posibles. Se aeguran que si una civilización que se encontrara en una de las estrellas más cercanas trasmitiera con la energía de un radar de avión común, los telescopios podrían detectarla. Suerte, muchachos.

La judoca Paula Pareto desnuda para ESPN


La judoca argentina Paula Pareto, medallista olímpica y panamericana, participó en una nueva edición de Body Issue, la revista de ESPN que muestra a los deportistas completamente desnudos. La deportista será parte de la tapa que ya tuvo a Maravilla Martínez, Serena y Venus Williams y Stanislas Wawrinka, entre otros, mostrando sus cuerpos, pero tapando sus partes íntimas. En la imagen que ya circuló a través de las redes sociales, Pareto, quien viene de obtener la medalla plateada en Toronto 2015, se muestra apenas con un cinturón negro, de costado. Así se exhibe la Peque.

La cabeza de Murnau y la "maldición" de Nosferatu


Por Humberto Acciarressi

Cuando a fines de la década del 70 Werner Herzog dirigió la estupenda remake de "Nosferatu" (con las actuaciones memorables de su actor fetiche Klaus Kinski, la hermosísima Isabelle Adjani y Bruno Ganz), no sólo rindió un merecido homenaje a Murnau, sino que reflotó públicamente la primera versión cinematográfica que intentó una aproximación al libro "Drácula" de Bram Stoker. Es verdad que entre un film y el otro, e incluso más acá en el tiempo, se filmaron otras aproximaciones a la "no vida" del conde de Transilvania y sus insaciables gustos por la sangre, Pero no es menos cierto que el primer "Nosferatu" - realizado en 1922, en el apogeo del cine mudo- marcó un hito sin igual en el marco del expresionismo alemán y en una larga lista de vampiros literarios y cinematográficos.

Como sucede con otros acontecimientos -se me ocurre especialmente el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Howard Carter, el mismo año que el del estreno de la película, lo cual parece más que casual -, esta obra de arte está rodeada de episodios trágicos que algunos exagerados vinculan a una "maldición" de los no muertos. El último de estos hechos acaba de suceder: el cráneo de Friedrich Wilhelm Murnau fue robado de su tumba en el cementerio de Stahnsdorf, en las afueras de Berlín. La policía alemana no descarta prácticas ocultistas, ya que los ladrones dejaron marcas de velas consumidas y misteriosas manchas, aunque quedaron intactos los ataúdes del director y de su hermano.

Pero más allá de esta extraña actividad, hay que recordar que el protagonista de "Nosferatu", el curioso Friedrich Gustav Max Schreck, murió de un ataque al corazón a los 57 años, pero en vida lo persiguió una leyenda que le causó grandes problemas. Efectivamente, se decía que era un vampiro verdadero y que en la escena final de la película le había mordido el cuello a la protagonista. Su vida inspiró un homenaje de Tim Burton, que en "Batman vuelve" le dio su nombre al personaje interpretado por Christopher Walken, pero sobre todo una película inquietantemente bella dirigida por Edmund.Elias Merhige titulada "La sombra del vampiro", con John Malcovich y Willem Dafoe, quien se puso en la piel de Scherck.

Se debe añadir que el cámara del film, Fritz Amo Wagner, murió trágicamente en un accidente de tránsito. Y no es menor el dato que Murnau, cuya cabeza acaba de ser robada, perdió la vida a los 42 años, cuando el auto que conducía un joven amante suyo se estrelló en Santa Mónica, Estados Unidos. Un acontecimiento clave, sin embargo, parece haber zafado de la "maldición". Cuando Murnau estrenó "Nosferatu", la viuda de Bram Stoker lo demandó por los derechos de autor del libro "Drácula", de su marido. El director perdió el juicio y la condena consistió en destruir todas las copias. Alguien salvó algunas, lo que permitió que la posteridad conociera este clásico indispensable en la historia del cine. Si el vampiro había maldecido a la película, fue lo suficientemente vanidoso como para que ésta perdurara.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)


El Hada Verde ya no es lo que era en la Paris bohemia


Por Humberto Acciarressi

No es difícil imaginar la escena y los protagonistas. Un excéntrico adinerado que banca los delirios de artistas con o sin futuro; escritores que sueñan con la fama y apenas los conocen en el barrio, aunque de la calidad de sus prosas se hablará en el futuro; pintores que se gastan en pinceles el dinero de las velas que deberían alumbrar las telas; bohemios de toda laya que duermen de día y por las noches se encuentran a hablar del siglo que se extingue, como personajes de Balzac o de Murger. Sobre las mesas de esos bodegones de mala vida y peor muerte, en los fumaderos de opio, nunca falta una copa del Hada Verde, nombre que define a la bebida de los bajos fondos del arte, en la Paris de fines del siglo XIX. Los románticos y quienes los siguieron beben el ajenjo a pesar de que los médicos aseguran que conduce a la locura y la muerte.

Uno de los Goncourt, a la muerte de Henri Murger, se refiere a "esos vasos de ajenjo que brindaban consuelo luego de una visita a la casa de empeños". Y Flaubert, en alusión a la vida de los escritores, afirma que "lo primero es compartir unos pocos vasos de ajenjo en el Café du Cirque". El mismo autor de "Madame Bovary", en su diccionario de ideas adquiridas, reproduce un lugar común de la Francia de entonces. Define al ajenjo como "un veneno excelentemente violento. Un vaso y estás muerto. Los periodistas lo beben mientras escriben sus artículos. Ha matado a más soldados que los beduinos. Será la destrucción del ejército francés". Entre los que lo consumen se cuentan Verlaine y su amigo (y luego enemigo) Rimbaud, Baudelaire, Wilde, el taumaturgo Aleister Crowley, Alfred Jarry, Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Allais, Hemingway, Picasso. Antes y después de la prohibición de la bebida.

Con el tiempo, el Hada Verde pierde adeptos, y después de la Segunda Guerra Mundial, ya en la mitad del siglo XX, Robert Fraser habla sobre "el viejo bohemio destruido por tantos años de beber ajenjo y cafés de Monmartre". O una novela de Kingsley Amis que menciona al ajenjo como "una bebida divertidamente horrible".A fines de los ochenta, luego de la caída del Muro de Berlín y durante la Revolución de Terciopelo de 1987 en Checoslovaquia, hubo por aquellos pagos un revival del Hada Verde. En realidad no duró mucho, como las modas contemporáneas. Ya están lejos los tiempos en que Degas ha pintado el melancólico óleo que muestra a la actriz Ellen Andrews y al grabador bohemio Desboutin Marcellina, consumiendo ajenjo en un bar, cada uno con la mirada perdida en distintas direcciones. En algunos países sigue prohibido; en otros circula con timidez. El cine y la música, desde David Lynch hasta Marilyn Manson, se refieren al ajenjo. Nunca, sin embargo, llega a alcanzar la fama de los tiempos de la Paris bohemia.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)