Páginas

27 abril 2015

Chesterton, Lord Jones y los velorios chinos


Por Humberto Acciarressi

Si a cualquier lector se le pregunta por tres escritores que hayan cultivado el fino arte de la ironía y el despiadado sarcasmo con talento impar, es inevitable no mencionar a Oscar Wilde, Jorge Luis Borges y Gilbert Chesterton. Hay varios más. La lista es sabrosamente más extensa, pero esa trilogía no puede ser dejada de lado. Hacerlo sería un pecado de lesa literatura. El tercero de los mencionados, autor -entre tantas- de esa novela antológica que es "El hombre que fue Jueves" o de las andanzas detectivescas del padre Brown, le dijo en una oportunidad a un grupo de hacedores de periódicos: "El periodismo consiste esencialmente en decir 'Lord Jones ha muerto' a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo". Hay colegas que no se sienten cómodos con esta definición, que es en realidad lo que buscaba Chesterton, a quien Borges, su admirador, comparaba con Kafka.

Paralelamente, en sus charlas sobre el socialismo durante sus viajes por los Estados Unidos, Oscar Wilde solía reiterar aquel famoso enunciado que dividió las letras del fin del siglo XIX en dos bandos: "La realidad imita al arte". Y a tal punto los dos ingleses estaban en lo cierto, que una agencia de noticias acaba de anunciarle al mundo que en China existe una costumbre muy extendida y que ahora quiere ser prohibida por el gobierno del gigante asiático. Los chinos deberán privarse de disfrutar de bailarinas que se desnudan en los velorios para atraer más gente ¿De qué hablas, Willis? En primer término, como sostenía Chesterton, me vengo a enterar que fue prohibida una actividad que ni sabía que existía. Y no me avergüenzo de reconocerlo. Los striptease mortuorios no figuraban, ni de lejos, en mi triste conocimiento.

Lo más curioso es que los chinos tienen vedado ver cuerpos desnudos en otras disciplinas, incluyendo los espectáculos teatrales. Yo estaría dispuesto a apostar que este asunto de las chicas que se desnudan en los velorios fue el invento de algún chinito vivo, que naturalmente corrió como un reguero de pólvora. Ahora, el ministerio de Cultura dice que esa práctica "será severamente castigada" dado que dichas prácticas dan cuenta de "las trampas que la vida moderna tiene en China". Cabe aclarar que hace una década, el mismo gobierno intentó poner coto a la proliferación de strippers en fiestas privadas (curiosamente emitidas por televisión), pero la censura no prosperó. Lo de las chicas que bailan y se desnudan en los velorios es anterior. Y está muy arraigado en algunas provincias, al punto que proliferan las empresas que organizan el show. Si hasta dan ganas de ir al mercadito de la esquina, para preguntarle al chino que lo atiende si no se le murió nadie en sus pagos y acompañarlo al velorio. Hay que ser solidario, che.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)