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18 marzo 2015
A 120 años de la "Salida de los obreros . . ." de los Lumière
Por Humberto Acciarressi
Se cumplen estos días los 120 años de la presentación de la "Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Morplaisir", en un encuentro de la Société d' Encouragement à l'Industrie Nacional en París, llevado a cabo el 22 de marzo de 1895. El cinematógrafo había sido patentado en el febrero anterior, y a partir de esa exhibición, ésta se repitió en varias universidades. Hasta que el 28 de diciembre de ese año se realizó en el Grand Café du Boulevard des Capucines, la primera muestra de cine comercial -es decir, pago, y que costaba un franco- conjuntamente con "Llegada de un ten a la estación de la Ciotat" y "El regador regado" (que tiene el primer afiche cinematográfico de la historia).Los artífices de este avance de la técnica, es decir los hermanos Auguste y Louis Lumière, filmaron ese mismo año varios otros "documentales". Entre ellos "La demolición de un muro", "La llegada de los congresistas" y "Las calaveras", primera película de horror del cine.
Hay que decir, sin embargo, que en 1888, el inventor francés Louis Le Prince realizó en el jardín de la casa de sus suegros en Leeds, Inglaterra, el corto de 1, 66 segundos titulado "La escena del jardín de Roundhay". Y Thomas Alva Edison (en realidad salió de la cabeza de su ayudante William Kennedy Dickson) había desarrollado una máquina de imágenes en movimiento (kinetoscopio), pero podían ser vistas por un solo espectador. En esto hay que introducir una anécdota. Le Prince desapareció misteriosamente cuando viajaba en tren desde Dijon a Paris, de dónde iba a dirigirse a Estados Unidos para presentar su invención. Su cuerpo y sus pertenencias no se encontraron nunca, ni en el tren ni cerca de las vías férreas. Pero lo interesante es que se afirma, con bastantes pruebas, que lo mandó a matar Edison para erradicar un serio competidor.
Una de las cosas que hay que enfatizar es que los hermanos Lumière creían que el cine jamás iba a ser un negocio. Ese pesimismo provocó que entre 1895 y 1902, se produjera el crecimiento de directores como George Méliès y del propio Edison, quien quiso controlar el negocio de la pantalla como si fuera patente suya (se pasó media vida en los juzgados). Como será que Thomas Alva intentó comercializar la película en celuloide de 35 mm, pero no pudo hacerlo porque ya había sido patentada por George Eastman. Fanático de las patentes, Edison fue a la oficina de los inventos y registró los agujeros de las bandas de las viejas películas. Pero, rizomáticamente, nos fuimos por las ramas, como corresponde. Lo importante no deja de ser que hace 120 años los hermanos Lumière presentaron su "Salida de los obreros..." y sus históricos 46 segundos. De lo demás ya nos ocuparemos.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)