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15 febrero 2015

El Indio Solari, en la mira de los músicos del rock

Por Humberto Acciarressi

Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota son, por mérito propio y calidad estética, una leyenda musical que a quince años de su último y definitivo disco, "Momo Sampler", sigue teniendo admiradores incondicionales entre los que se cuenta quien escribe esta columna. Desde hace tres lustros -y en esa no me prendo- los fanáticos le encienden velas a todos los santos y sueñan con un reencuentro que ya es prácticamente imposible. Luego de la separación, cada uno de ellos hizo su camino, y quien más fortuna tuvo fue indudablemente Carlos "Indio" Solari, con sus cuatro discos ( "El tesoro de los inocentes (Bingo Fuel)", "Porco Rex", "El perfume de la tempestad" y el reciente "Pajaritos, bravos muchachitos") y sus multitudinarios recitales en provincias. Sin embargo, desde hace tiempo que muchos de sus colegas -incluso desde la época del crimen de Walter Bulacio- lo criticaban en silencio y lo acusaban de vivir en pose (no daban entrevistas, salvo en casi todos los medios cuando estaba a punto de salir un nuevo disco o tenía en vista un recital como el de Racing).

Es verdad que quien comenzó a sacar los trapitos al sol luego de la separación fue quien compartía con el Indio el liderazgo de los Redondos: Eduardo Beilinson, a quien Marta Minujín le puso el apodo eterno de Skay, y su mujer, alma mater y manager del grupo, Carmen Castro, es decir la Negra Polly. El violero le manifestó al diario La Nación que "Todo se terminó cuando nos dimos cuenta de que uno de nosotros se quería apropiar de ese proyecto tan hermoso que fue Patricio Rey, que había nacido como la comunión y el aporte de muchos artistas y no los deseos de uno solo". A todo esto, Skay también editaba sus discos solistas "A través del mar de los Sargazos", "Talismán", "La marca de Caín" (nombre bastante sintomático), "¿Dónde vas" y más recientemente "La luna hueca". Es decir que fue del propio riñón de los ex-Redondos de donde le cayeron al Indio los peores ataques.

En los últimos días, Gustavo "Stuka" Fossá, un histórico del rock vernáculo, pionero del punk argento, y violero y compositor del legendario Los Violadores, le pegó a Solari. Igual que su ex compañero Pil Trafa, el músico tiene una gran inteligencia y cultura, y carece de pelos en la lengua. Pero en su opinión sobre el Indio primó la última de las virtudes: "Es un hijo de mil putas", resumió. Y redondeó la idea en el sitio web de UltraBrit: "Si el rock pierde la identidad porque transa con el poder, pierde la esencia". Y añadió: "Veo a músicos como el Indio Solari, con quien tengo un problema personal, que está poniendo la jeta como la cara del rock argentino mientras está transando con un gobierno que, más allá de que sea bueno o malo, sabemos que no va a solucionar un carajo. Entonces vos sos un hijo de puta que le está mintiendo a la gente o sos un pelotudo que te estás creyendo un verso. De cualquiera de las dos maneras ¡no servís, nene!".

Pero al margen de lo que muchos dicen en voz baja, las declaraciones de Stuka tenían precedentes fuera de los de Skay. Por ejemplo German Daffunchio, líder de Las Pelotas y ex Sumo, le manifestó a un cronista de La Voz del Interior hace unos años: "Me pregunto: si Luca [Prodan] viviera, ¿el Indio Solari se hubiera pelado y sacado el bigote?". Y el metalero y frontman de Almafuerte, Ricardo Iorio, fue un poco más allá:"Todo el dinero que Solari le agarra a la gente de acá, se lo gasta en Estados Unidos. Me daría vergüenza tener una casa como la de él (...) Hay cosas que brillan y no son de oro, y otras que brillan y son de oro. ¿Cuáles o quiénes brillan y son realmente de oro?". Las críticas de Gustavo Cerati fueron más estéticas, ya que se limitaba a decir que ningún disco de los Redondos le provocaba decir "Wow", como le ocurría con Virus. Y el Pity Alvarez confiesa que él no entiende los temas del Indio y dice en tono sarcástico: "Capaz que soy muy cabeza". No sería raro que a Solari, luego de las palabras de Stuka, le lluevan nuevamente las críticas, sólo que ahora públicas como las mencionadas y algunas más.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)