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26 noviembre 2014

Las atrocidades de Ballard, más vigentes que nunca


Por Humberto Acciarressi

Días atrás se cumplíó un nuevo aniversario del nacimiento de uno de los autores ingleses (aunque nacido en Ontario, Canadá) más gratamente inquietantes de la historia de la literatura: James Graham Ballard. Heredero de la tradición de los utopistas por cultura, la vorágine posterior a la Segunda Guerra Mundial, el conflicto ruso-estadounidense, los choques bélicos que fueron sumando los capítulos de la Guerra Fría, y sobre todo el peligro atómico, lo metieron de lleno en la corriente opuesta: la de la distopía, algo que, en la misma Inglaterra, venía de hacer George Orwell con "Rebelión en la granja" y con "1984". Ballard no fue insensible a las atrocidades causadas por los estados concentrados, aunque les sumó el poder omnipresente de la técnica y la creciente deshumanización del ser humano.

Quienes recordamos las viejas tiradas de la colección Minotauro, especialmente de cuando aún se encontraban en grandes cantidades en las librerías de viejo de la calle Corrientes, todavía tenemos presente las ediciones de "El mundo sumergido" (una con tapa rosa y verde y la posterior toda en azul), la primera de las novelas de Ballard, que los lectores más grandes ya había leído a comienzos de los años 60. Aunque hay algunos antecedentes poco transitados, este libro puede ser considerado como el que inauguró, dentro de la ciencia ficción, el tema de una hecatombe climática por el calentamiento global y el deshielo de los polos en un futuro sin especificar, y, cosa curiosa, el disfrute del sobreviviente. Después vinieron una veintena de novelas y unos quince volúmenes de cuentos, entre ellos los de "El hombre imposible". "Bilenio", "Zona de catástrofe", entre otros.

Sin embargo Ballard es el autor de uno de los libros más extraños que se conocen: "La exhibición de atrocidades". Es una novela que no es novela, es un conjunto de relatos que no es un conjunto de relatos, y hasta parecen las anotaciones de una mente afiebrada y genial, sádica y masoquista. "Microrelatos", los llamó el autor, y también "novelas condensadas" Aunque originariamente los capítulos fueron publicados en diferentes diarios y revistas y en distintas fechas, la unión de todos ellos le dio forma a esta obra que genera en los lectores los sentimientos más divergentes. De uno de los capítulos del libro salió, no mucho después, la novela "Crash", una desmesurada crítica a quienes gozan con la conjunción de sexo y erotismo con la muerte y las heridas monstruosas que causan los accidentes automovilísticos. David Cronemberg hizo una maravillosa y espeluznante adaptación de este libro, con James Spader, Holly Hunter, Rosanna Arquette, Elias Koteas y otros. Lamentablemente, en 2004, al guionista canadiense Paul Haggis, un militante de la Cienciología, se le ocurrió filmar otra película con el mismo nombre, "Crash", que ganó el Oscar. Y la de Cronemberg, "tan poco correcta" desde la moral yanqui, quedó en el olvido.

En cuanto a "La exhibición de atrocidades", sus capítulos ( "La universidad de la muerte", "Notas para un colapso mental", "Tú. Coma. Marilyn Monroe", "Tolerancias del rostro humano", "Por qué quiero sodomizar a Ronald Reagan", "Amor y Napalm", "El asesinato de John Fitzgerald Kennedy considerado como una carrera de automóviles cuesta abajo", "Crash", etc) son relatados por un mismo sujeto que va cambiando de nombre y profesión, y en los cuales la pesadilla y la realidad se superponen natural y casi científicamente. Para que nadie se lleve una sorpresa, es un Ballard que no tiene nada que ver con el de "El imperio del sol", llevado al cine por Spielberg. Considerado como uno de los discos más icónicos del post-punk, "Closer", de Joy Division, abre con el tema "Atrocity Exhibition", inspirado naturalmente en el libro. Quienes no hayan leído "La exhibición...", no estaría mal que se dieran una vuelta por sus páginas. Siempre es bueno saber que hay muchas formas de hacer literatura de calidad.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)